18/04/2024
01:53 AM

Hondureños invierten más en sus propios negocios

De más de 9 millones de habitantes, Honduras cuenta con una población económicamente activa de más de 4 millones, pero no todos trabajan.

    San Pedro Sula, Honduras.

    Empujados por la necesidad de un empleo o animados por las mejores condiciones económicas que observan en el mercado, más hondureños deciden endeudarse o arriesgar los ahorros para emprender un negocio en las grandes ciudades.

    Según el informe Coyuntura laboral en América Latina y el Caribe, publicado recientemente por la Cepal, el trabajo por cuenta propia aumentó en un 14.3% en 2017, en un año en que el trabajo asalariado experimentó una contracción (-5.9).

    Alberto Henríquez, un técnico en dibujo AutoCAD de 41 años, es parte de ese porcentaje que abrió brecha como emprendedor luego de sufrir un accidente mortal que lo imposibilitó para obtener un empleo asalariado.

    De manera disciplinada, Henríquez y su esposa Yamely Garay abren todas las tardes el portón del garaje de una casa situada en la 7 calle de esta ciudad para vender tacos mexicanos.

    “Por no encontrar trabajo decidimos con mi esposa abrir este pequeño negocio. Soy dibujante de AutoCAD, asesor de proyectos de estructuras y hace años la empresa se fue y quedé sin empleo”, dice.

    Negocios
    La Parrilla (entre 6 y 7 calle) comenzó operaciones hace tres meses.


    Para colmo de males, después de quedar desempleado, en 2015 sufrió un accidente en Comayagua: se lanzó en paracaídas desde un avión a 8 mil pies de altura y al impactar con el suelo se fracturó la pierna derecha, el brazo derecho y el cráneo.

    El accidente, que lo dejó inconsciente dos meses, ocurrió porque se confió “demasiado”, pues él es también instructor amateur de paracaidismo.

    En una mesa y plancha metálica, ahora, Henríquez, apoyado en muletas, y su esposa preparan los tacos (tipo alambre fundido) de pechuga de pollo, res y cerdo y los sirven en las mesas que colocan en el garaje y el pasillo.

    De martes a sábado, este matrimonio abre el pequeño negocio llamado El Changarrito (contiguo a Antojitos Mexicanos) a las 5:00 pm y cierran entre las 9:00 y 10:00 pm.

    Henríquez, que no encontró trabajo como dibujante, ahora saca provecho de los conocimientos adquiridos en México, donde en 1999 obtuvo un diploma de operador de restaurante.

    Negocios
    El Changarrito surgió en los primeros meses de 2017.


    Cerca de El Changarrito, entre la 6 y 7 calle, 15 avenida, del barrio Suyapa, Nora de Jiménez y sus hijos abrieron hace tres meses el restaurante La Parrilla.

    “En estos tres meses nos ha ido bien gracias al Señor. La comida es aceptada por las personas. Vendemos todo tipo de comida a la parrilla, costillas, pollo, chuleta, carne asada, pechuga deshuesada”, describe Jiménez.

    Antes de abrir el negocio, esta mujer de 53 años permanecía en su casa realizando oficios domésticos.

    “Hace ocho años trabajé como supervisora de maquila y después puse un negocito de edredones en mi casa, y ahora estoy aquí con mis hijos. Pasamos mucho tiempo ahorrando para abrirlo”, expresa.

    Con La Parrilla, la familia Jiménez logra generarse autoempleo y beneficiar a cuatro personas más que no tenían trabajo hace unos meses.

    A pocas cuadras de este modesto restaurante, Ruy Santos y su familia inauguraron hace tres semanas el café y restaurante D’Lolitas (en la 7 calle A, entre la 16 y 17 avenida, frente al Casino Magic), que ofrece café, desayunos, carnes, hamburguesas, pizzas y otras especialidades.

    La familia Santos adquirió una deuda en una institución bancaria para montar el negocio con el objeto de forjar una “herramienta de trabajo” para los próximos años.

    “En Honduras tenemos posibilidades para crecer. Todo depende de la calidad de los productos, de la posición del negocio, de la experiencia y la espera”, manifiesta Santos. “Ahorita estamos pagando la cuota del inicio, no es fácil iniciar”.

    La esposa de Santos y los dos hijos son chefs y trabajan en D’Lolitas y, además, emplean a 10 personas más.

    Situación

    Honduras, después de Nicaragua, es el país que posee la mayor población económicamente activa (PEA), lo cual sugiere que cuenta con suficientes manos para impulsar el desarrollo en las próximas décadas, pero gran parte de este recurso humano no tiene espacios en el sistema productivo.

    Proyecciones del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) indican que Honduras posee una población total de 9,012,229 habitantes y de esta cantidad el 46% (aproximadamente 4,145,625) está en condiciones de ejercer una actividad laboral.

    Sin embargo, de acuerdo con cifras de la Comisión Económica para América Latina (Cepal), la tasa de desempleo abierto (TDA) en este país es de 6.7%, es decir, que de cada 100 personas de la PEA (de 10 a 65 años), cerca de 7 no cuentan con una plaza laboral.

    En 2018, el país enfrenta uno de los desafíos más grandes para garantizar el desarrollo económico en los próximos años: crear más puestos de trabajo en las grandes ciudades, como San Pedro Sula y Tegucigalpa, pues en la zona urbana la TDA asciende a 9%, un poco más alta del promedio de América Latina y el Caribe (8.9%), de acuerdo con los datos de la Cepal.

    El economista Rafael Delgado, director de desarrollo institucional de la Universidad Tecnológica Centroamericana (Unitec), advierte que “el problema del desempleo tiene consecuencias que van mucho más allá del asunto monetario. Es una desvalorización de la mano de obra, es una desvalorización del humano que conduce a graves problemas sociales. Este y los siguientes Gobiernos deben hacer hincapié en la formación de los ciudadanos en habilidades técnicas y profesionales”.

    Delgado es del criterio que si el país no aprovecha productivamente la fuerza laboral en este momento y no la prepara profesional y técnicamente, el futuro económico y social es poco prometedor.

    “El hecho de que la población no se integre exitosamente al mercado laboral tendrá consecuencias mucho más adelante, cuando lleguen a ser adultos mayores. Se debilitan los ingresos a largo plazo y estas personas caen en el riesgo por no haber ahorrado joven y no tener una seguridad social, una pensión”, explica.