28/03/2024
10:35 AM

'Entré a la mara por necesidad': testimonio de un hondureño

13 misioneros norteamericanos llegaron a un barrio marginal de Tegucigalpa y escucharon el testimonio de varios jóvenes para determinar las causas de la migración ilegal a Estados Unidos. 

Tegucigalpa, Honduras.

'Nadie está en la pandilla porque quiere sino por necesidad', asegura un hondureño exdelincuente de la Mara Salvatrucha (MS-13) ante un grupo de religiosos estadounidenses a la búsqueda de testimonios sobre las causas de la migración ilegal a Estados Unidos.

Los misioneros subieron a un templo católico en una barriada marginal, elevada en la cresta de un cerro de la capital, cuyas autoridades prestan ayuda a jóvenes expandilleros o en riesgo social.

Sentados en sillas a la entrada del templo, 13 religiosos de la misión, bautizada con el nombre de 'Cambio interno', escucharon a tres jóvenes que aspiraban a un mundo mejor, que según ellos se les negaba en su país por el desinterés y la corrupción de sus gobernantes.

Uno de los miembros de la delegación religiosa explicó a la AFP que querían escuchar sobre las causas de la migración a Estados Unidos porque son críticos de las políticas antiinmigrantes del presidente Donald Trump.

Historia Pandillero 1

EEUU: hacer respetar la Ley

Trump ha estado impugnando el constante flujo de inmigrantes desde Honduras y defiende el derecho de Estados Unidos a proteger sus fronteras, combatir el narcotráfico e impedir la entrada de ilegales.

El pasado 4 de mayo canceló el Estatus de Protección Temporal (TPS, sigla en inglés) que favorecía a cerca de 60.000 hondureños, vigente desde 1999.

'No tenemos dudas de que muchos de los que cruzan ilegalmente nuestra frontera huyen de situaciones difíciles', explicó tres días después el fiscal general de Estados Unidos, Jeff Sessions. 'Pero no podemos recibir a todos aquellos que se encuentren en situación difícil en el planeta', agregó. 'Necesitamos legalidad e integridad en el sistema', señaló el titular de Justicia que prometió 'tolerancia cero' a la hora de hacer respetar la Ley en Estados Unidos.

Lo que escucharon los religiosos es que los jóvenes emigran por la desintegración familiar, la falta de empleo, deficientes servicios de salud y educación y, en algunos casos, huyendo de los reclutamientos de las pandillas.

Las pandillas MS-13 y Barrio 18, integradas por decenas de miles de jóvenes, siembran el pánico en las barriadas pobres de las principales ciudades de los países del Triángulo Norte de Centroamérica (Honduras, El Salvador y Guatemala), donde trafican con drogas, asaltan, asesinan y extorsionan.

Comenzó a 'trabajar' a los 14 años

De baja estatura, trigueño, de cabello erizado, corto a la raíz, el hombre de 38 años, que se identificó con el seudónimo de César, por su seguridad, atribuyó su adhesión a la MS-13 al abandono de su padre.

'Mi padre nos echó a la calle, a mi mamá con seis hijos y embarazada. Dormíamos en la calle, comíamos de los recipientes de basura, aguantábamos sol, frío y lluvia', lamenta César.

Relató que para escapar artificialmente de su desgracia se refugió en las drogas de pegamento deambulando por las calles donde lo reclutaron líderes de la MS-13 cuando rondaba los 14 años.

Para ingresar a la mara, César dice que tuvo que someterse a golpes y maltratos. El primer 'trabajo' que le asignaron fue distribuir drogas, después de obligarlo a olvidarse de su familia, incluso de su madre.

'En nuestro país las pandillas son muy poderosas, tienen el poder con los narcotraficantes y a veces el apoyo de algunas autoridades', sostiene.

Asegura que los pandilleros presos dirigen desde las cárceles la distribución de drogas y el sicariato junto con autoridades por la 'gran corrupción y a ellos (las autoridades) no les conviene que se sepa la verdad' de su participación en el crimen y del por qué no combaten la criminalidad.

Lamenta que el gobierno 'solo ofrece' cárcel pero 'no está haciendo el trabajo que corresponde' de atender a los jóvenes, con oportunidades de trabajo y educación gratuita, por lo que se ven 'obligados' a integrarse en pandillas para sobrevivir o emigrar hacia Estados Unidos.

Una red delictiva que se extiende

César da 'gracias a Dios' que pudo salirse de la pandilla después de seis años para insertarse en labores sociales de la iglesia, porque la única posibilidad que ofrecen los líderes para salir es dedicarse 'a la cosas de Dios'.

'La pandilla se extiende de manera silenciosa porque los jóvenes se unen en cada barrio y colonia', relata otro de los entrevistados que se identificó como Humberto, también de 38 años.

'Uno puede tener tres títulos de la universidad y no se consigue trabajo, entonces los jóvenes se ven obligados a entrar al mundo de la venta de drogas', lamenta Humberto.

Graduado de bachiller en estructuras metálicas, Humberto trabaja en el departamento de mantenimiento de una empresa. 'Me ha tocado trabajar en cualquier cosa: botar basura, conductor de bus', se queja.

Otro joven que se identificó como Joel Valle, de 27 años, lamentó que su hermano emigró a Houston hace diez años porque 'estaba aguantando hambre' pero otra hermana quedó bloqueada en México porque Estados Unidos aumentó los bloqueos en la frontera. AFP.