San Pedro Sula, Honduras.
La pandilla 18 y la MS-13, así como otras bandas de extorsionadores, hacen ofertas de tipo económico a menores de edad (niños y niñas) para que se integren como colaboradores a sus redes de extorsión.
Para el caso, en Chamelecón, uno de los tres sectores más pobres y populosos de San Pedro Sula, las dos maras les ofrecen, además de protección, una fracción del dinero extorsionado que logren recoger entre sus víctimas.
“Aquí en Chamelecón las dos maras utilizan a menores que simpatizan con ellas para que les hagan los mandados, como cobrar la extorsión”, dijo a LA PRENSA una fuente que radica en ese sector.
Según esa fuente, que conoce varios casos y que pidió el anonimato, “los mareros no los obligan, los inducen ofreciéndoles dinero porque ellos son niños de familias pobres”.
La implicación de niños en este delito se refleja en la cantidad de personas detenidas por la Fuerza Nacional Antiextorsión (FNA) en los últimos tres años. En 2013, la FNA capturó a 452 personas vinculadas al delito. El 68% de los detenidos eran hombres adultos, 13% mujeres, 16% niños y 3% niñas. Estos porcentajes comenzaron a variar en 2015 por las nuevas estrategias que ponen en práctica esas organizaciones delictivas.
En 2015, la FNA capturó a 669 personas: 62% hombres (6% menos que en 2013), 10% mujeres, 20% niños (4% más) y 8% niñas (5% más que en 2013). En 2016, la tendencia es similar a la de 2015.
Los hombres adultos, dedicados a la extorsión, envían a los menores de edad a cobrar el dinero porque, de este modo, ellos bajan las probabilidades de ser capturados, pues muchos de ellos están fichados en la Policía Nacional.
Además, los menores de edad, en caso de ser detenidos cuando cometen el acto delictivo, son tratados de una forma diferente respecto a los imputados adultos que son enviados al presidio después de las 24 horas. “La utilización de niños por parte de adultos es una modalidad que se ha dado en el delito de trata de personas y que ahora es usada por otros criminales. La Policía de Investigación está en deuda en este problema. Debe profundizar en las investigaciones para llegar hasta donde los mayores de edad”, dijo Nora Urbina, fiscal especial de la Niñez, en una entrevista telefónica con LA PRENSA.
Variante
Los mareros no solamente utilizan a menores de edad, también usan nombres de niños cuando son capturados por las autoridades policiales.
Los pandilleros saben que en Honduras no hay un sistema de identificación de huella dactilar de menores de edad y aprovechan esa debilidad para usurpar el nombre.
“El delito de la extorsión ha crecido aceleradamente porque están reclutando a personas para delinquir, en especial a niños y niñas que resultan ser el sector más vulnerable”, afirma Itsmania Platero, quien ha trabajado en defensa de los derechos humanos de menores.
La pandilla 18 y la MS-13, así como otras bandas de extorsionadores, hacen ofertas de tipo económico a menores de edad (niños y niñas) para que se integren como colaboradores a sus redes de extorsión.
Para el caso, en Chamelecón, uno de los tres sectores más pobres y populosos de San Pedro Sula, las dos maras les ofrecen, además de protección, una fracción del dinero extorsionado que logren recoger entre sus víctimas.
“Aquí en Chamelecón las dos maras utilizan a menores que simpatizan con ellas para que les hagan los mandados, como cobrar la extorsión”, dijo a LA PRENSA una fuente que radica en ese sector.
Según esa fuente, que conoce varios casos y que pidió el anonimato, “los mareros no los obligan, los inducen ofreciéndoles dinero porque ellos son niños de familias pobres”.
La implicación de niños en este delito se refleja en la cantidad de personas detenidas por la Fuerza Nacional Antiextorsión (FNA) en los últimos tres años. En 2013, la FNA capturó a 452 personas vinculadas al delito. El 68% de los detenidos eran hombres adultos, 13% mujeres, 16% niños y 3% niñas. Estos porcentajes comenzaron a variar en 2015 por las nuevas estrategias que ponen en práctica esas organizaciones delictivas.
 La FNA mostró varios menos que han sido detenidos por extorsión.
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Los hombres adultos, dedicados a la extorsión, envían a los menores de edad a cobrar el dinero porque, de este modo, ellos bajan las probabilidades de ser capturados, pues muchos de ellos están fichados en la Policía Nacional.
Además, los menores de edad, en caso de ser detenidos cuando cometen el acto delictivo, son tratados de una forma diferente respecto a los imputados adultos que son enviados al presidio después de las 24 horas. “La utilización de niños por parte de adultos es una modalidad que se ha dado en el delito de trata de personas y que ahora es usada por otros criminales. La Policía de Investigación está en deuda en este problema. Debe profundizar en las investigaciones para llegar hasta donde los mayores de edad”, dijo Nora Urbina, fiscal especial de la Niñez, en una entrevista telefónica con LA PRENSA.
Variante
Los mareros no solamente utilizan a menores de edad, también usan nombres de niños cuando son capturados por las autoridades policiales.
Los pandilleros saben que en Honduras no hay un sistema de identificación de huella dactilar de menores de edad y aprovechan esa debilidad para usurpar el nombre.
“El delito de la extorsión ha crecido aceleradamente porque están reclutando a personas para delinquir, en especial a niños y niñas que resultan ser el sector más vulnerable”, afirma Itsmania Platero, quien ha trabajado en defensa de los derechos humanos de menores.
Platero, quien figuró en la lista de los 100 Héroes de la Información de Reporteros Sin Fronteras (RSF) de 2014 , le explicó a LA PRENSA que “cuando se trata de niños hay un retardo en la justicia y desgraciadamente el mismo Estado vulnera los derechos, pues la falta de un patrón en el Registro Nacional de las Personas (RNP), que identifique con su huella dactilar a los menores, los convierte en carne de cañón para traficantes y extorsionadores”.
Recién, Platero asesoró a la familia de un niño capitalino que se convirtió en víctima de suplantación de identidad cometida por un miembro de la MS-13.
En Tegucigalpa, el 18 de septiembre, tras un enfrentamiento, la Policía Militar capturó a Clen Rodríguez (en posesión de armas de grueso calibre). Él, con 18 años al momento de la detención, se identificó con el nombre de un menor de edad. El 24 de septiembre, el Juzgado de Letras de la Niñez y Adolescencia ordenó a la Dirección Policial de Investigaciones (DPI) “borrar los antecedentes policiales del niño” que, en un inicio, cargaba con las acusaciones de portación ilegal de armas y asociación ilícita de Rodríguez.
