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'Me gustaría tener lancha para llevarlos más seguros”: Maestro del Año

  • 18 septiembre 2016 /

La Masica, Honduras.

El primer compromiso del día, antes que el de educar, es llevar a sus alumnos en un cayuco para tenerlos a todos en la escuela Francisco Vega Pérez, de la aldea Boca Cerrada en este municipio de Atlántida.

Todas las mañanas, Hugo Armando Pinto Mejía (de 31 años), a quien hoy el Gobierno le dará el premio como el Maestro del Año, debe remar 25 minutos entre los ríos San Juan y Cuero en una canoa que le fue donada para poder trasladar sus libros y unos 10 niños que viven lejos del centro educativo.

Desde que Mejía Pinto llegó hace un año y medio a esta comunidad decidió ayudar a los pequeños.

“La escuela está en medio de la comunidad, pero hay unas casas que están antes y otras después del centro educativo y nosotros vivimos antes de la escuela, es por eso que tenemos que trasladarnos junto a los niños todos los días en la canoa”, explicó el profesor a LA PRENSA.

Boca Cerrada es una comunidad entre la desembocadura al mar de ambos ríos, está habitada por pescadores artesanales que viven en extrema pobreza. Por esta característica, navegar es la única vía para poder entrar y salir al resto del departamento de Atlántida.

Foto: La Prensa

La mayoría de los niños de Boca Cerrada solo logran cursar hasta sexto grado. Aquí Hugo Pinto con un alumno.
“El único medio es viajar en lancha, y hacerlo es un riesgo para todos. Son 15 niños los que viven lejos de la escuela, pero por falta de espacios en el cayuco solo podemos llevar a 10, el resto se va caminando por los potreros, adonde hay animales silvestres y serpientes”, lamentó Mejía Pinto.

No solo yo me merezco un premio como este, hay muchos maestros que lo merecemos

Hugo Armando Pinto, Maestro de Atlántida
Cuenta que se necesita más de una hora de camino para llegar a la escuela desde el lugar de donde parten en el cayuco, deben atravesar potreros y zonas desoladas y peligrosas. “Pero ahí los maestros sacamos fuerzas y hacemos el papel de médicos, sicólogos, hacemos de todo. Hay pobreza, el aprendizaje de los niños es un poco lento, debido a su pobre alimentación. Nos tienen olvidados”, lamentó.

Pinto dijo que “me gustaría tener una lancha para trasladar a mis niños de una forma más segura. Ya que tenemos que remar”.

Desde 2015 trabaja como maestro interino en esta escuela bidocente con una población de 35 alumnos. Inició la docencia en ese mismo año en la escuela Proheco Bill Gass número 2, de su comunidad natal El Oro, jurisdicción de La Masica. Recuerda que sus padres querían que él estudiara una carrera técnica, pero cuando llegó el momento de tomar sus propias decisiones optó por el magisterio. Es egresado de la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán con una licenciatura en Educación Básica.

Por esta entrega y sacrificio desinteresado en favor de los niños, Pinto Mejía será reconocido. “Siempre he tenido la vocación de servir y enseñar”.

El profesor vive en una humilde vivienda de madera que los habitantes le han facilitado, lejos de la escuela adonde trabaja.

Foto: La Prensa