Vinculan los antibióticos con un riesgo más alto de piedras en los riñones

En algunos casos, unas piedras sólidas pequeñas pasan por el tracto urinario sin síntomas

Estados Unidos

Si usted o su hijo están tomando un antibiótico, una nueva investigación sugiere que quizá deban vigilar de cerca cualquier señal de piedras en los riñones que se pudieran estar desarrollando.

'Encontramos que cinco clases de antibióticos comúnmente recetados se asociaban con un aumento en el riesgo de piedras en el riñón', explicó el autor del estudio, el doctor Gregory Tasian.

Ese aumento en el riesgo pareció perdurar durante tres a cinco años, y los pacientes pediátricos eran los más vulnerables a desarrollar la dolorosa afección.

Los hallazgos se hicieron eco de estudios anteriores, 'aunque no sabíamos qué clases específicas de antibióticos se asociarían con un aumento en el riesgo de piedras en el riñón y cuáles no', añadió Tasian.

Tasian es profesor de urología y epidemiología en la Facultad de Medicina Perelman de la Universidad de Pensilvania.

Las cinco clases de antibióticos recién vinculadas con el riesgo de piedras en el riñón incluyeron a las sulfas (Bactrim, Gantanol), las cefalosporinas (Keflex), las fluoroquinolonas (Cipro), nitrofurantoina/metenamina (Macrobid, Hiprex), y las penicilinas de espectro ampliado. No se observó ningún riesgo entre siete clases más de antibióticos orales.

Tasian enfatizó que esto no significa que las personas deban evitar los antibióticos cuando sean realmente necesarios.

'Los antibióticos han salvado millones de vidas, y son necesarios para prevenir la muerte y el daño grave por las infecciones', apuntó. 'Los beneficios superan a los daños potenciales. Estos resultados no sugieren que los antibióticos no se deban recetar cuando estén indicados'.

Pero sí respaldan 'el uso juicioso y adecuado de los antibióticos, y la reducción del uso inadecuado de los antibióticos', anotó Tasian.

Una experta en los riñones concurrió en que el uso adecuado de los medicamentos es cuestión de equilibrio.

'Este estudio es otro recordatorio de que los médicos deben ser conscientes de los efectos adversos potenciales de los antibióticos, y que deben fomentar una gestión adecuada de los antibióticos. Esto es particularmente verdad dado que quizá muchos antibióticos se usan de forma injustificada', apuntó la Dra. Maria DeVita, directora del programa de entrenamiento en nefrología en el Hospital Lenox Hill de la ciudad de Nueva York.

Según el Instituto Nacional de la Diabetes y las Enfermedades Digestivas y Renales de EE. UU., las piedras en el riñón surgen tras una acumulación de minerales en la orina del paciente.

En algunos casos, unas piedras sólidas pequeñas pasan por el tracto urinario sin síntomas, mientras que otras personas experimentan sangre en la orina junto con un dolor agudo en la espalda, el costado, la parte baja del abdomen o las ingles.

Tasian anotó que en las últimas tres décadas la incidencia de piedras en los riñones se ha disparado en un 70 por ciento, sobre todo entre los niños y adolescentes.

Los expertos no están seguros del motivo. Pero investigaciones anteriores han citado una posible interacción con perturbaciones en la conformación bacteriana (el microbioma) de los tractos intestinal y urinario, que con frecuencia son provocadas por los antibióticos.

Y las recetas de antibióticos son cada vez más comunes. Como anotaron los investigadores, en 2011, los médicos estadounidenses recetaron 262 regímenes de antibióticos, y las mujeres y los niños conformaron el mayor grupo de quienes recibieron esas recetas.

Teniendo esto en cuenta, los investigadores utilizaron datos de la atención de salud inglesa y aislaron los casos de piedras en el riñón entre millones de pacientes tratados por 641 médicos generales entre 1994 y 2015. Se identificaron más o menos 26,000 pacientes con piedras en los riñones.

Entonces, el equipo examinó si alguno de esos pacientes había recibido o no cualquiera de 12 clases distintas de antibióticos orales entre 3 y 12 meses antes de la piedra en el riñón.

Se eligió ese periodo largo porque las piedras en los riñones pueden tardar semanas, o incluso meses, en formarse.

El mayor riesgo de piedras en el riñón fue entre 3 y 6 meses tras un régimen antibiótico, antes de reducirse a lo largo de los 3 a 5 años siguientes.

En particular, tomar antibióticos sulfas, cefalosporinas, fluoroquinolonas, nitrofurantoina/metenamina y penicilinas de espectro ampliado se vinculó con unas probabilidades entre 1.3 y 2.3 veces más altas de piedras en los riñones, anotaron los investigadores.

Pero el estudio no probó que los medicamentos provocaran las piedras en los riñones.

'En esas cinco clases de antibióticos, el riesgo más alto que encontramos fue en los pacientes más jóvenes', dijo Tasian. 'Pero el aumento en el riesgo siguió siendo significativo a todas las edades, incluyendo a los adultos mayores con la excepción de las penicilinas de espectro ampliado, que no se asociaron con un aumento en el riesgo de piedras en los riñones en los pacientes mayores de 75 años de edad'.

'En este momento no contamos con ninguna forma de limitar este riesgo asociado con los antibióticos', lamentó Tasian. Pero añadió que este trabajo podría algún día 'ofrecer información adicional sobre cómo hacerlo, y al final quizá podamos restaurar un microbioma sano, o mitigar los cambios adversos que provoca la exposición a ciertos antibióticos'.

Los hallazgos aparecen en la edición en línea del 10 de mayo de la revista Journal of the American Society of Nephrology.