El desfile de niños y familias migrantes no cesa en el Río Grande y cientos fueron captados anoche cruzando el peligroso río en pequeños balsas inflables en las que los coyotes colocan a varias personas para aprovechar el viaje de menos de cinco minutos.
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Cada vez son más los niños que viajan solos luego de que el presidente Joe Biden anunciara la semana pasada que no deportará a los menores no acompañados.
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Este martes partió una nueva caravana de más de 400 migrantes desde San Pedro Sula, Honduras, pese a las advertencias de Guatemala y México que han desplegado sus fuerzas de seguridad para impedir el paso de los hondureños.
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Biden también ha mostrado misericordia con las familias migrantes, a quienes la Patrulla Fronteriza detiene y libera luego de obtener sus datos y direcciones.
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Los agentes de la CBP, acostumbrados ya al flujo masivo de migrantes, hasta bromean con los coyotes. Ayer en la tarde, uno de los ageentes advirtió a los gritos a un traficante que no cruzara a los migrantes por allí porque sería detenido por la policía estatal de Texas.
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El coyote, sin camiseta, levantó los bíceps al aire y preguntó: '¿Dónde los quieres?'. El agente de la CBP le señaló por dónde desembarcar.
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Los migrantes son recibidos por periodistas y fotógrafos que cubren la crisis fronteriza que el Gobierno de Biden sigue negando.
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Tras desembarcar a la orilla de río, los migrantes caminan más de un kilómetro entre arbustos espinosos y un sendero de arena para entregarse a agentes de la Patrulla Fronteriza.
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Los niños que viajan con tíos u otros familiares que no sean sus padres son separados de estos y enviados a un centro de detención únicamente para menores.
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Los agentes de la Patrulla Fronteriza no se dan abasto para atender a la gran cantidad de migrantes que llega a diario a Texas.
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Entre las historias que más han conmovido a los agentes se encuentra la de Oscar, un niño guatemalteco que no paraba de llorar tras llegar a EEUU. 'Yo me vine solo porque nosotros no teníamos qué comer', dijo a los agentes fronterizos.
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Oscar de 12 años fue enviado a uno de los centros que el Gobierno de Biden ha preparado para los menores migrantes. El menor afirmó que espera reunirse pronto con su tío, un pintor de paredes que vive en Los Ángeles desde hace 15 años.