Negzzia, una exuberante modelo iraní que se atrevió a romper las estrictas reglas de su país al posar de manera indecorosa en sus redes sociales, se vio obligada a huir luego de que las autoridades de Teherán ordenaran su detención por romper la ley.
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La joven huyó a Turquía luego de que el fotógrafo que la retrató sin ropa divulgara las imágenes tras ser detenido por las autoridades. Le esperaba una condena de más de 140 latigazos y varios meses en la cárcel por romper la ley.
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En Estambul pudo trabajar un año como modelo, pero el conservadurismo también se impuso: 'Me teñí el pelo de rojo y la gente me gritaba por la calle; lo peor eran las mujeres. Una vez, una me mordió por la calle', relató.
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Eso, y el terror de que los iraníes con los que se cruzaban la estuvieran espiando o pudieran delatarla la convencieron para viajar a Europa. Desde el otro lado del Mediterráneo, París parecía la ciudad soñada.
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Así Negzzia, que modela desde los 22 años, se atrevió a viajar a Francia sin trabajo, sin conocer a nadie y únicamente con el dinero que había podido ahorrar durante su año en Turquía.
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En París obtuvo rápidamente el estatus de refugiada por la notoriedad de su caso, que hizo reaccionar incluso al ministro de Interior francés, Christophe Castaner, quien afirmó en Twitter: 'Naturalmente, se le ofrecerá el asilo'.
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Sin embargo, la modelo denunció que los trámites para obtener asilo avanzan con demasiada lentitud y que el dinero que ahorró en Turquía se le acabó en pagar la renta de un piso en su primer mes en París.
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'No me quedaba otra que confiar en la gente que decía que me quería ayudar. Todos me iban echando de sus casas porque no me acostaba con ellos. Un día me decían que me amaban y como no funcionaba me recomendaban que me metiera en la prostitución', afirmó la joven entre lágrimas.
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Al cabo de varios meses pasando de casa en casa -un hombre llegó a encerrarla una semana en una habitación y otro trató de ponerla a trabajar como 'stripper'-, prefirió dormir en la calle.
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'La primera noche en la calle fue muy dura, pero por dentro me sentí mucho mejor'. Rememora el frío y el hambre, la sensación de que el tiempo no pasaba.
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La joven de 29 años de edad dice que ha intentado quitarse la vida tres veces. Las tres desde que vive en París.
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Sin embargo, ahora se ha enfocado en luchar por no perder la ilusión tras dejar atrás a su familia y su vida para poder ser modelo en la denominada capital de la moda de Europa.
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Un cuarto de la ayuda de 400 euros que le da el Estado francés -cantidad que no cubre el precio de una habitación en París- los ha estado dedicando al gimnasio para seguir teniendo la oportunidad de cumplir su sueño.
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Aún a la espera de recibir el permiso de residencia, la joven persa va pasando de casting en casting con la esperanza de encontrar una puerta abierta y dejar de vivir de favores.
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Ahora, son sus amigos del gimnasio los que al conocer su historia le ofrecieron un techo. La primera noche durmió durante 24 horas.
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Mientras tanto, mostrar su cuerpo en Instagram, donde acumula 120.000 seguidores, continúa siendo una forma de insurrección y de determinación, como lo fue en Teherán o Estambul.
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'Es mi cuerpo, sé quién soy y sé cómo vivo y haré con mi cuerpo lo que quiera hacer (...) Estoy orgullosa de mí misma porque peleo por lo que quiero, porque no me vendí. Y sigo teniendo un sueño. Quiero demostrarme a mí misma y a la gente de mi alrededor que crecer no significa dejar de soñar', dice. Cueste lo que cueste.