En pleno bloqueo diplomático con Estados Unidos, el líder norcoreano Kim Jong Un buscó el apoyo del presidente ruso Vladimir Putin, con quien se reunió por primera vez este jueves en una histórica cumbre en la que establecieron una nueva alianza diplomática que enciende las alertas en la Casa Blanca.
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Kim fue recibido por Putin con una poco habitual puntualidad y un largo apretón de manos en el puerto ruso de Vladivostok, adonde el dirigente norcoreano había llegado el miércoles tras un viaje de unas diez horas en su tren blindado color verde oliva.
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Los mandatarios exhibieron una gran química personal, a juzgar por las sonrisas y elogios que se dedicaron a lo largo de las tres horas que duró su primera cumbre.
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Putin y Kim se reunieron en un salón de la Universidad Federal del Lejano Oriente (UFLJ). Ambos subieron charlando animadamente unas escaleras mecánicas a la sala donde se reunieron y allí recordaron los lazos de amistad entre ambos países.
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Ambos líderes mantuvieron una reunión a puertas cerradas de más de tres horas. Putin señaló, sin embargo, que discutiría con Estados Unidos sobre lo hablado con Kim. 'Aquí no hay secretos, no hay conspiraciones. El propio presidente Kim nos pidió informar al lado estadounidense sobre nuestra posición', precisó.
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Moscú defiende un diálogo con Pyongyang sobre la base de una hoja de ruta definida por China y Rusia, país que ya solicitó la retirada de las sanciones internacionales, en tanto que Estados Unidos la acusó de ayudar a Corea del Norte a sortearlas.
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Tras la cumbre, Putin ofreció una cena en honor al líder norcoreano compuesta por varios platos tradicionales rusos a petición de Kim.
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Luego de un brindis, Kim Jong Un degustó el borsch - una sopa de remolacha -, pelmenis con carne de reno (raviolis siberianos), ensalada de cangrejo del Pacífico, lomo de salmón con salsa de eneldo y carne de res horneada con berenjena. De postre hubo helado de manzanas con caramelo y tarta de chocolate.
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Los líderes también intercambiaron regalos. Putin le obsequió a Kim un sable ruso (shashka) y un servicio de té.
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Kim, por su parte, entregó al jefe de Estado ruso una espada coreana, que 'encarna la fuerza'.
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Putin le dio una moneda para 'comprarle' simbólicamente la espada y evitar el mal augurio que según la tradición popular existe en que a uno le regalen un arma.
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La Casa Blanca aún no se ha pronunciado sobre el encuentro entre Putin y Kim, que Trump observa con recelo tras el fracaso de su cumbre con el líder norcoreano en Vietnam.