La laguna Aculeo, por décadas una de las principales atracciones turísticas del centro de Chile, desapareció por completo tras una fuerte sequía en la región por el cambio climático y el excesivo consumo de su agua.
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El nivel del agua comenzó a descender de forma paulatina en 2011, hasta que en mayo pasado la laguna se secó totalmente.
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Aculeo solía decir uno de los destinos predilectos de los turistas en Chile. Los visitantes colmaban los hoteles, campings y restaurantes apostados en las riveras de la laguna, que llegó a tener una extensión de casi 12 kilómetros cuadrados y unos seis metros de profundidad.
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De la gigantesca laguna solo queda una extensa y polvorienta planicie en la que se aprecian los restos de antiguos muelles de madera, algunos botes abandonados y arbustos completamente secos.
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No hay una única explicación para determinar qué pasó con el agua de Aculeo. Pero la drástica disminución de las lluvias, su principal fuente de alimento, ha sido determinante.
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Si en la década de 1980 llovía un promedio de 350 mm anuales en la zona central de Chile, en 2018 las precipitaciones se redujeron a la mitad, y se cree que en los próximos años la cantidad de lluvia seguirá bajando producto de los efectos del cambio climático.
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'Estamos viviendo un periodo de sequía muy prolongado que se ha extendido por varios años', dijo Eduardo Bustos, director de extensión del Centro de Cambio Global de la Universidad Católica de Chile.
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Varios otros factores también aumentaron la presión sobre la cuenca y colaboraron con su vaciamiento.
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La agricultura propia de esta zona rural demanda mayor cantidad de agua para riego, lo cual llevó a una sobreexplotación de las aguas de la laguna. Algunos frutos se mantuvieron pese a la sequedad del ambiente, entre ellos plantíos de palta, que requiere gran cantidad de líquido para crecer.
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Huesos de caballos y vacas se esparcen por el lecho seco y polvoriento de la laguna Aculeo.
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Una urbanización descontrolada también influyó en la desaparición de la laguna. El dinámico turismo que reinaba cuando el lago estaba vivo llevó a muchos a comprar terrenos para construir casas de veraneo o negocios, un crecimiento que careció de regulaciones y multiplicó la demanda de agua hasta provocar escasez.
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'Hay gente del sector que no tiene agua, en las casas no sé cómo viven', sostiene Antonia Romero, de 26 años, quien reside en uno de los pocos camping que todavía funciona en el lugar. 'Fuimos matando la laguna de a poco'.