Aunque está en Nueva York, donde su juicio arranca este martes, el narcotraficante mexicano Joaquín 'El Chapo' Guzmán todavía está presente en Sinaloa, el estado del noroeste de México que lo vio nacer y donde instaló un reino basado en el amor y el miedo, en partes casi iguales.
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Ahí se venden todavía figurillas con su imagen cargando un rifle y gorras con el número 701, el puesto que ocupó en la lista de multimillonarios de Forbes de 2009, cuando se le calculaba una fortuna de 1,000 millones de dólares.
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Sinaloa carga la tradición de ser cuna de algunos de los narcotraficantes más famosos de México, incluido Guzmán. Ahí nacieron históricos líderes del crimen organizado como Ernesto Fonseca (1942) y Rafael Caro Quintero (1952), quienes dominaron el narcotráfico en la década de los ochenta.
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Esa tradición dio origen a una 'narcocultura', el reflejo del narcotráfico en medios como la música o la ropa.
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Ese reflejo también aparece en el cementerio Jardines de Humaya, ubicado a las afueras de Culiacán. Ahí, en lujosas tumbas con cristales a prueba de balas, cúpulas parecidas a las de una catedral y aire acondicionado, están enterrados algunos capos de la droga.
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Una de las tumbas más conocidas es la de Arturo Beltrán Leyva, conocido como 'el Jefe de Jefes', quien pasó de ser socio del Chapo Guzmán a su enemigo y murió en un enfrentamiento con la Marina en 2009.
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En ese panteón se observan algunas patrullas de la policía y autos con vidrios polarizados. También se escuchan las leyendas de quienes son sus inquilinos más famosos, aunque es difícil encontrar sus tumbas porque las autoridades del cementerio han comenzado a restringir el acceso.
En la imagen, una cruz en honor a Edgar Guzmán, el hijo del Chapo abatido en Culiacán.
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A unos kilómetros de ahí, se encuentra la capilla de Jesús Malverde, conocido coloquialmente como el 'santo de los narcos', quien según la leyenda fue un bandido que robaba a los ricos para dar a los pobres al estilo Robin Hood. Su capilla está adornada con billetes y muestras de agradecimiento de sus fieles.
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Más allá de esa cultura, el crimen organizado continúa traduciéndose en violencia en México, donde hay unos 200.000 muertos desde que el gobierno lanzó un polémico operativo contra los cárteles. Hay también unos 37.000 desaparecidos.
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María Isabel Cruz es una de las caras visibles de esa violencia. La mujer busca en fosas a su hijo desaparecido en 2017, quien se desempeñaba como policía municipal en Culiacán.
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'La idea original de los narcos -y por eso se ganaban el cariño de la gente- es que hacían la carretera al pueblo, daban dinero para la construcción de la Iglesia, le hacían una casota a la mamá, metían el alumbrado público', dice Tomas Guevara, sociólogo de la Universidad de Sinaloa.
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'El Cártel de Sinaloa sigue funcionando como antes. La captura y la extradición del Chapo Guzmán fue una cosa simbólica', dice Mike Vigil, exagente de la DEA.
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'El cártel sigue funcionando porque tienen a Ismael 'Mayo' Zambada y posiblemente es hasta más astuto que El Chapo porque él ha dirigido el cártel de Sinaloa desde que cayó El Chapo Guzmán', agrega.