Mucho amor pero también muchas necesidades hay en el hogar de Óscar Henriquez y Enma Ayala, los padres de los gemelitos a quien una mujer les había robado uno de ellos.
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Óscar y Enma están felices de tener nuevamente a sus hijos juntos. El amor es lo que les sobra a los pequeños.
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Aunque el padre es trabajador hay necesidades que no alcanza a cubrir. Su hijo mayor no siguió estudiando por problemas económicos.
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La familia vive apretujada en una casa de material sintético en Cofradía donde es evidente faltan artículos básicos especialmente para los bebés.
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Los niños no tienen corral o cuna, los pequeños de igual forma reciben el mayor de los cuidados de parte de su familia que vivió una pesadilla al ser robado uno de ellos.
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El mayor de los hijos es un apoyo en las labores de la casa pero el deseo de sus papás es que siga estudiando.
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Así es el interior de la vivienda donde vive la familia Henríquez-Ayala.
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Enma dice que cuando prestó a su hijo para que fuera chineado por la mujer que se lo había robado estaba cansada por la cesárea.