El bienestar de los niños tras un divorcio

Las separaciones son difíciles, sobre todo para los hijos, sin embargo existen claves que les ayudará a superar ese duro proceso

  • 29 ago 2015

Madrid, España

En el libro “Queremos hijos felices. Lo que nunca nos enseñaron”, la psicóloga Silvia Álava provee consejos y técnicas para solventar los principales problemas que pueden surgir en el día a día de padres e hijos, en orden cronológico, desde el nacimiento hasta alcanzar los seis años de edad combinados con casos prácticos que ejemplifican las distintas situaciones.

Silvia Álava asesora de forma clara y concisa sobre el bienestar de los hijos desde su experiencia profesional como directora del área infantil en el Centro de Psicología Álava Reyes; los derechos de autor serán donados a la Asociación Nuevo Futuro.

Desde la educación de los niños al establecimiento de normas, pasando por cómo dirigirse a ellos, todo para mejorar la calidad de vida de las familias.

La psicóloga recalca que para educar a los hijos es esencial usar el sentido común y que saber actuar ante determinadas situaciones requiere pararse a observar qué sucede y analizar tanto la forma de actuar del niño, como la de los padres.

En la segunda sección del libro, se desarrollan las cuestiones principales hasta los dos años como los hábitos de sueño, higiene, alimentación hasta cómo estimular su inteligencia; en la tercera trata cuestiones como la adaptación al colegio, miedos, celos o desobediencia; el libro cierra con un capítulo dedicado a los distintos tipos familias y un epílogo sobre la importancia de transmitir valores a los niños.

Entre los obstáculos que se pueden presentar, se encuentran las separaciones, una realidad en la que muchas veces los hijos son los principales perjudicado; la psicóloga Silvia Álava da pautas para que los niños convivan con el divorcio de sus padres de la mejor manera posible.

La clave: una línea educativa común

Cuando se produce un divorcio, las vidas de los miembros de la pareja toman rumbos distintos; sin embargo, no debe suceder igual con la educación de los hijos. Álava afirma que cuando se trata de educar, los padres han de estar de acuerdo en los aspectos esenciales porque “los niños son sensibles a las incongruencias educativas”.

La psicóloga sostiene que si cada padre actúa de una manera diferente y los niños son pequeños “se pierden, ya que desconocen qué es lo que realmente se espera de ellos y se preguntan: ¿por qué con mamá es de una manera y con papá de otra?”

Asimismo, si hay más de una línea educativa y los niños son mayores, “su capacidad de observación hace que usen estas incongruencias para su propio beneficio; aprenden qué cosas pedir a mamá y qué cosas a papá.”

Para evitar estas situaciones y facilitar que los padres vayan en la misma dirección educativa, la experta aconseja “establecer con claridad las normas y consecuencias tanto si el comportamiento del niño es bueno como si no”.

Nuevas parejas, nuevos roles

La psicóloga indica que con frecuencia los niños tienen la fantasía de que sus padres van a arreglar su matrimonio y el hecho de que el padre o la madre comiencen una nueva relación les supone tener que asumir que la separación es definitiva.

Según la especialista, la otra persona tiene que asumir bien el rol que le corresponde: el de pareja de la madre o del padre, “nunca el de padre o madre, porque el niño ya los tiene”.

Silvia Álava insiste en la importancia de que se establezcan estos roles porque la pareja del padre o de la madre, no deja de ser un adulto de referencia. “Si conviven juntos, van a ser quien marque las normas y que no sean sus padres no implica que no les tengan que obedecer”.

Por mucho que se quiera que los niños se adapten, “no hay que forzar las situaciones y hay que darles tiempo, con la convivencia se establecerán buenos lazos afectivos”.

Normalizar la situación

Álava hace hincapié en la importancia de que todos los adultos de referencia del niño conozcan cuál es su realidad, entre ellos, profesores y cuidadores. La meta de comunicar la situación del menor no es que se le etiquete y reciba un trato distinto, sino normalizar la situación lo máximo posible.

Pero, cuidado, la psicóloga advierte que el hecho de todas las personas que están en contacto conozcan su realidad, “no significa que les tengamos que contar nuestra vida”.