Muchos niños atraviesan etapas en las que es habitual que se den determinadas manías, aunque suelen desaparecer de manera espontánea. La actitud de los padres ha de ser activa y deben ayudar a su hijo a erradicarlas.
Conozca algunas de ellas:
- Chuparse el dedo: Todos los bebés se ponen el dedo en la boca y lo chupan, ya que el reflejo de succión está presente en los recién nacidos.
Es alrededor de los 2 o 3 años cuando este hábito tiende a desaparecer al encontrar el pequeño un sustituto para vencer su malestar, como abrazar a un peluche, jugar o pintar.
- El chupete: El problema que tiene este utensilio es que el niño pueda llegar a depender de él para calmarse. “Para tranquilizarle, podemos probar también con otras cosas, como la música y los masajes.
A partir de los 3 años, su uso puede interferir en la independencia del niño, con lo que es recomendable ir retirándolo antes de llegar a esta edad.
- Hurgarse la nariz: Se trata de una de esas malas costumbres propia tanto de los niños como de muchos adultos, con la diferencia de que, antes de los 4 o 5 años, aún no saben que es una de esas cosas que no se hacen en público.
Hay que enseñarle al niño a limpiarse con agua o papel.
- Darse golpes con la cabeza o balancearse: Probablemente, entre los 6 y los 30 meses, los niños adquieran el mal hábito de golpearse la cabeza en la cuna o en la almohada. No hay que alarmarse, lo importante es evitar que se dañen, ya que eso sí sería una manía perjudicial. Las razones que pueden llevarle a hacer esto pueden ser desde una rabieta hasta una forma de alivio.
- Morderse las uñas: No suele aparecer hasta los 3 años y puede prolongarse indefinidamente. De hecho, es el hábito iniciado en la infancia que mayor continuidad tiene en la edad adulta y se estima que cerca del 50% de los escolares lo han practicado alguna vez en su vida.
Qué hacer frente a las manías:
Distraer la atención del niño con alguna actividad incompatible con el comportamiento.
No señalar la mala costumbre y mucho menos en público.
Acercarnos y hacer un mínimo gesto que le impida seguir con la manía.
Establecer con él una palabra clave que le recuerde que tiene que dejar de hacerlo.
Reforzar con una caricia o una sonrisa cualquier actitud que suponga un avance.