Consejos para saber manejar a los adolescentes rebeldes

Hay que establecer normas, valores y autoridad desde la infancia para que en esta etapa no les gane

  • 03 abr 2018

Una de cada dos consultas que atiende el psicólogo experto en infancia y adolescencia Leonardo Aja, en Bogotá, tiene que ver con adolescentes fuera de control. El caso más dramático que ha conocido es el del chantaje suicida: jóvenes que amenazan con quitarse la vida si no les permiten hacer lo que les viene en gana.

'Lo peor es que no faltan quienes intentan suicidarse para que les crean que no están bromeando', comenta Aja al explicar que algunos adolescentes terminan en esta situación porque crecieron en un ambiente donde no había reglas claras de obediencia y disciplina. El diálogo, pese a los problemas, siempre debe estar presente entre padres e hijos y la violencia física nunca debe ser una opción.

'El joven con estos problemas está siendo coherente con el patrón de conducta que ha recibido toda la vida: si de pequeño lo dejaban hacer lo que quería, es entendible que se pregunte por qué ahora no lo dejan consumir licor, estar en la calle o meter a la novia al cuarto', advierte Aja. Álvaro Franco, psiquiatra de niños y adolescentes, comenta que es normal que en esa etapa los jóvenes sean rebeldes, pues quieren demostrar que son diferentes a sus padres.

Según Franco, es por eso por lo que asumen rituales y gustos nuevos, para que los demás los vean desafiantes. El problema surge cuando transgreden las normas e incurren en conductas violentas. ¿Qué hacer? Frente a estas situaciones -sugiere Franco-, los padres deben conducir a su hijo a que admita el error, ofrezca excusas, analice las consecuencias de sus actos y ayude, por ejemplo, con actividades familiares, como una forma de reparación.

También pueden reprenderlo privándolo de algún gusto durante un tiempo. Paula Bernal, psicóloga infantil y de adolescencia, comenta que 'si los padres escuchan y dialogan con los hijos, disminuyen considerablemente los problemas con ellos'. Según Bernal, que un joven se salga de control puede ser resultado de dificultades dentro de la familia, como una situación de abandono, violencia intrafamiliar, fallas en las estrategias de crianza y cómo se establecen y mantienen las figuras de autoridad.

Para ella, lo más importante es que los padres sean consecuentes con su forma de actuar y den un buen ejemplo. 'Si los hijos desde pequeños ven que los papás dicen mentiras, es imposible pedirles que no hagan lo mismo', advierte. Bernal añade que estas situaciones deben ser tratadas por profesionales: no hay recetas mágicas para poner en cintura a un joven descontrolado.

'Los adolescentes están en una etapa clave de su desarrollo social, afectivo y moral, pronto serán adultos y, si no han tenido límites y una supervisión adulta, esto puede traer graves consecuencias en la adultez'.

Foto: La Prensa



Los expertos consultados por EL TIEMPO coinciden en que los jóvenes que tienen este tipo de comportamientos son más vulnerables al consumo de alcohol y drogas y a integrar las llamadas tribus urbanas. Si no se resuelve el tema -comenta esta psicóloga-, el joven podría sufrir problemas psicológicos que tendrán una influencia negativa en su proceso académico, en sus relaciones sentimentales futuras y en la escogencia de los amigos.

En pocas palabras, se podría ver seriamente afectado su proyecto de vida. 'Mi hija se me salió de las manos' Soy administradora de empresas y tengo una hija de 15 años. Me separé de mi esposo cuando ella tenía 10 años y eso la afectó mucho. Tengo que trabajar para su sostenimiento: salgo muy temprano y regreso muy tarde a la casa.

He tenido que delegarle muchas responsabilidades desde pequeña y prácticamente la niña ha crecido sola, sobre todo en la adolescencia. Es imposible controlarla por teléfono. Además, de niña fue testigo de cómo mi ex esposo me maltrataba física y emocionalmente. Creo que todo lo que ha tenido que vivir la convirtió en una adolescente inmanejable.

Todo ha creado un gran conflicto entre nosotras. Se cree autosuficiente, no obedece, su único mundo es el de su novio y el de sus amigos. Yo apenas soy como una benefactora que le provee lo que necesita, no me respeta y diría que no me quiere. Es agresiva, pelea conmigo y con todo el que no esté de acuerdo con ella. Cuando tenemos problemas, me acusa con su papá y nos manipula.

Tanto así que hizo que mi ex esposo me demandara en una Comisaría de Familia por supuesto maltrato. Allí, reconoció que lo inventó todo y nos mandaron a terapias psicológicas, que han servido para conciliar un poco tanto problema. Ya no discuto con ella como antes. Si grita, respiro y la invito a reflexionar. Estoy intentando hacerme su amiga, y de sus amigos. Comparto sus gustos y su tiempo, aunque a veces se fastidia.

Es muy complicado lidiar con un adolescente rebelde, y más con nuestro pasado. Pero lo más difícil es el ambiente y el mundo en el que viven los jóvenes hoy, tan expuestos al descontrol. Consejos para padres Hay que crear un lazo con tres hilos: disciplina, afectividad y protección.

La disciplina comienza con el correcto manejo y sostenimiento de normas, reglas y límites. Acatar las reglas no es opcional. Una educación muy rígida produce individuos temerosos e incapaces de adaptarse a los cambios y una relajada crea negligentes. Obediencia sin excusas: Cuando la orden se imparte, se debe ejecutar inmediatamente y en su totalidad. Nunca le ruegue a su hijo para que cumpla con sus responsabilidades. Las consecuencias de una falta y las de un logro deben definirse antes.