Matthew, el huracán más potente del Caribe en la última década, arrasó el sur de Haití el 4 de octubre, llevándose consigo al menos 573 vidas y dejando atrás una estela de destrucción con más de 175,000 desplazados y dos millones de damnificados, conforme a datos de Naciones Unidas. Es considerado el huracán más fuerte que ha afectado el área del Caribe desde el huracán Félix en 2007. La organización internacional estimó que de esos dos millones de haitianos -894,000 son niños-, alrededor de 1.4 millones necesitaban asistencia humanitaria y 806,000 estaban en situación de inseguridad alimentaria aguda.
Matthew -en categoría 5- descargó su furia sobre los haitianos cuando aún se recuperaban en los campamentos provisionales levantados tras el terremoto de hace seis años, que derribó el 75% de las construcciones de Puerto Príncipe, la capital.
Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), los daños se elevan a 1,900 millones de dólares, lo que equivale a cerca de un cuarto del PIB del país más pobre de América. “El severo impacto del huracán Matthew sumergió al país en una nueva crisis humanitaria, mientras que Haití está aún en proceso de recuperación del devastador terremoto de 2010”, dijo Tao Zhang, director adjunto del Fondo. En noviembre, el FMI acordó una asistencia de 41.6 millones de dólares para ayudar a Haití a enfrentar sus obligaciones tras el paso del huracán.
En Estados Unidos, Matthew dejó al menos 19 muertos a su paso por la zona costera de Florida, Carolina del Norte, Georgia y Carolina del Sur.
Aunque las inundaciones afectaron a estos estados, los daños materiales fueron menores comparados con Haití y Cuba.
En Cuba, el fenómeno metereológico dejó un rastro de escombros, derrumbes y desolación en las zonas afectadas. Sin embargo, gracias a los programas de intervención y prevención del Gobierno cubano, Matthew pasó por Cuba sin causar ninguna víctima mortal. El huracán (categoría 4 en la escala Saffir-Simpson) impactó la porción oriental de Cuba el 4 de octubre y causó estragos en los municipios de Baracoa, Imías, Maisí, San Antonio del Sur y Yateras, de la provincia de Guantánamo. Los daños superan los 63.36 millones de dólares, de acuerdo con el cálculo preliminar mantenido aún en diciembre por la Defensa Civil, y provocó importantes afectaciones en monumentos y joyas patrimoniales. Es uno de los huracanes más destructivos en la historia de la isla.