17/04/2024
08:05 AM

Harán pruebas de ADN a fallecidos en accidente aéreo en Honduras

La pasión por la aviación y el don de servicio caracterizaban a las cuatro personas muertas en Gracias.

San Pedro Sula, Honduras

Los designios del destino hicieron que Lilian Isabel Mondragón (50) y su hijo Franco José Díaz Mondragón (18) estuvieran ligados a la aviación hasta los últimos instantes de sus vidas.

Ver: Se estrella avioneta con cuatro personas en Gracias

El joven, con todo un futuro por delante, soñaba con convertirse en un piloto profesional, al igual que su hermano, quien era su gran ejemplo. Era un joven visionario, que estudió en el Instituto Ramón Rosa.

Los designios del destino hicieron que Lilian Isabel Mondragón (50) y su hijo Franco José Díaz Mondragón (18) estuvieran ligados a la aviación hasta los últimos instantes de sus vidas.

El joven, con todo un futuro por delante, soñaba con convertirse en un piloto profesional, al igual que su hermano, quien era su gran ejemplo. Era un joven visionario, que estudió en el Instituto Ramón Rosa.

Su madre volaba con regularidad y compartía con sus amistades muy frecuentemente sus aventuras aéreas, como se pudo apreciar en su página en Facebook, en la que ayer incluyó algunas imágenes de la inauguración del aeródromo de Gracias y donde en fechas anteriores compartió su gusto por volar.

En esta red social, familiares y amigos expresaban su consternación por la dolorosa pérdida.

Los Mondragón se dedican a la caficultura y poseen varias empresas en la zona.

Familiares aseguraron que las tierras donde ocurrió el accidente habían sido vendidas hace una semana por la ahora occisa, ya que la zona es aprovechada para el turismo y se convertiría en un complejo hotelero.

La matriarca de los Mondragón se graduó de perito mercantil y contador público, pero no ejerció, instaló un negocio de comida y se destacó como una comerciante exitosa en Gracias, Lempira.

Era hermana del exalcalde Javier Mondragón. Una mujer cristiana, que todos los años destinaba su tiempo a viajar a ver a sus familiares en Estados Unidos. Era madre soltera y procreó tres hijos.

El pasado 21 de abril, Lily, como la llamaban sus amigos, compartió una imagen en la que dijo: “Llegué al mundo sin nada material y de la misma manera me iré. Es por eso que me estoy llenando de buenos amigos, buenos sentimientos, buenas acciones. Porque el día que me vaya lo llevaré todo conmigo”.

Doctora muy querida

Doris Guillén, originaria de Tegucigalpa, arribó hace más de 15 años con su familia a Gracias, donde laboraba como médica internista en el Hospital de Área Juan Manuel Gálvez. Era madre de tres hijas.

Se casó en Gracias con el doctor Walter Polanco, con quien procreó dos hijos.

Era colaboradora, muy humana y trabajaba de lleno con los diabéticos, a quienes les daba charlas y los reunía semanalmente.

Atenta y servicial, quienes conocen a Doris la describen como una de las hijas que Gracias adoptó por su gran sensibilidad humana. Debido a sus gestiones, el hospital de la zona recibió recientemente material y equipos médicos.

Duelo

Hamilton Orlando San Martín (22) era un joven estudiante que estaba a punto de convertirse en piloto en la escuela de aviación de La Ceiba, de donde era originario.

San Martín pilotaba la aeronave que se accidentó en el Aeropuerto Celaque.

En la cuenta de Twitter @HN-Spotters, un club de amantes de la aviación, se conocieron importantes detalles sobre el joven piloto y la aeronave.

Según informaron, a la avioneta la llamaban “Victor Hotel” y tenía unos ocho años de permanencia en el país, ya que fue traída de Canadá.

La Asociación para el Desarrollo Aeronáutico y Educativo de Hondura (Adaeh) emitió un acuerdo de duelo para lamentar la muerte del aviador.

“Los aviadores no mueren, solo vuelan más alto”, en honor al capitán Hamilton San Martín, finalizaron.
Los restos de los cuatro infortunados fueron trasladados ayer en una ambulancia a Tegucigalpa para practicarles pruebas de ADN y compararlas con las de sus familiares.

No se ha precisado dónde serán velados sus restos, pero ayer, en las viviendas de los Mondragón y de la doctora Guillén, familiares y amigos llegaban a apoyar y solidarizarse con las familias.