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México, entre el amor y el odio a los migrantes

  • 05 julio 2013 /

Algunos hondureños cambian el sueño americano por el mexicano, otros sufren por la frialdad de la sociedad azteca.

    As?como M?ico est?dividido por el clima seco del norte y el h?medo del sur, tambi? est?polarizado por el apoyo y el rechazo a los migrantes centroamericanos.

    Ver especial multimedia: Holocausto migratorio

    La sampedrana Doris Mariela Varela Linares ha vivido la parte dulce de la historia. ?Me vine hace a? y medio porque la econom? en Honduras est?tremenda y no hay empleo. Vine con dos compa?ras que se quedaron trabajando en una cantina, pero ese no era trabajo para m?y segu?porque conoc?al que hoy es mi jefe?.

    Doris trabaja como mesera en un restaurante cerca de Tapachula. ?Me va muy bien, son muy buenas personas. Mi sue? es traer a mis hijos que est? con mi mam?a quien le mando dinero semanalmente. Mi sue? americano se convirti?en mi sue? mexicano?, expresa.

    Al transitar por territorio mexicano se hace evidente que son muchos los hondure?s que han hecho realidad ese sue? gracias a la apertura de ese pueblo hacia las personas trabajadoras y de bien.

    Pero no todo es color de rosa. ?Existe un nivel cada d? m? alto de xenofobia y racismo y se demuestra en los estudios. Hay quienes sacan la cara por los mexicanos y reciben a los migrantes como parte de la familia cultural latinoamericana. Hay otros que sacan lo peor de nuestra sociedad y los criminalizan?, explica el abogado Jes?s Robles Maloof, de la organizaci? Propuesta C?ica.

    El cierre de los hogares de migrantes en Lecher? y Huehuetoca, al norte del Valle de M?ico, por petici? de los vecinos demuestra esa realidad.

    ?En 2012, en esas zonas aparecieron en una docena de bardas ?muros- mensajes con claro contenido xen?obo redactado por los vecinos. Esto fue un desaf? a la reforma constitucional y migratoria de 2011 que modificaron el estatus de los migrantes centroamericanos que ahora pueden transitar con derechos plenamente reconocidos?.

    El rechazo a los albergues es una constante en casi todos los lugares donde se encuentran. Palenque ha vivido ese proceso, dijo el padre Alberto G?ez, coordinador de la Casa del Migrante.

    ?Lleg?un momento en que esto se multiplic?y mucha gente expresaba que -los migrantes- ?vienen en manadas?. Sintieron temor y empezaron una campa? xenof?ica aduciendo que eran v?dalos, criminales?, agrega.

    La lucha en Palenque hizo que la casa de ayuda a los migrantes se cerrara mientras se constru? el hogar que actualmente ya est?funcionando en las afueras de la ciudad.

    ?En Pakaln? la poblaci? estaba reacia por uno que otro que se emborrachaba o drogaba y quer?n achacar todos los problemas a los migrantes. Entonces empezamos a pedir presencia de la polic? municipal?.

    En La Casa de la Caridad de San Luis Potos? la madre Guadalupe Serrano revela que las asperezas de migrantes se liman gracias a la misa.

    ?Cada ocho d?s organizamos la misa en el albergue y se invita a los vecinos con quienes ?ltimamente ha estado un poco m? complicada la convivencia porque muchos migrantes se quedan en la calle, hay polleros y enganchadores y eso provoca riesgo. Los viernes por la tarde toman, fuman droga y nos complican un poco la vida. Se han tenido varias reuniones con vecinos para tratar este tema?.

    La balanza se inclina hasta por motivos pol?icos, ya que las casas denuncian ataques y cr?icas de parte de grupos de poder que al no tener en sus agendas el tema migratorio, pierden elecciones claves ante otros grupos que s?manejan esa tem?ica.

    ?Entonces nos dicen que nosotros somos los culpables de que los migrantes vengan m? porque hicimos la Casa del Migrante, pero es absurdo porque el flujo migratorio tiene su propia din?ica?, expresa Garc?.

    Otro catalizador de la reacci? negativa de la poblaci? por la presencia de los migrantes es el aumento de la participaci? de hondure?s en las bandas del crimen organizado, que hace que se catalogue a todos los indocumentados como delincuentes. Otro flagelo que va en aumento es el de la mendicidad.