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Más países quieren voz y voto en las fusiones

  • 30 septiembre 2014 /

Más de 100 jurisdicciones inter­nacionales ahora reclaman autori­dad antimonopolio para examinar acuerdos.

Nueva York, Estados Unidos.

Por estos días, muchas de las grandes fusiones empresariales no sólo necesitan obtener la apro­bación de los reguladores anti­monopolio de Estados Unidos y la Unión Europea. Brasil, China e in­cluso Ucrania forman parte de un creciente grupo de países que tam­bién quieren tener voz y voto.

Más de 100 jurisdicciones inter­nacionales ahora reclaman autori­dad antimonopolio para examinar acuerdos, adoptando diferentes métodos para evaluar si una fu­sión podría perjudicar a los con­sumidores. Algunas también con­sideran factores adicionales, como el impacto de un acuerdo en el de­sarrollo económico interno.

La proliferación de regulado­res de competencia plantea desa­fíos para las multinacionales que buscan fusionarse, al aumentar los costos y prolongar los plazos para completar una transacción. Los gi­gantes cementeros Holcim Ltd. y Lafarge SA podrían tener que es­perar un año o más para obtener el visto bueno para su fusión de US$50.000 millones en unas 20 ju­risdicciones. El fabricante de apa­ratos médicos Medtronic Inc. está solicitando autorización de los re­guladores para comprar Covidien PLC por US$43.000 millones en países como China, Corea del Sur, Israel, Japón, Rusia y Turquía.

En algunos casos recientes, las compañías han aceptado ha­cer concesiones en países en par­ticular para obtener aprobación. Microsoft Corp., por ejemplo, se comprometió a licenciar ciertas patentes a fabricantes de celula­res chinos para lograr que Beijing aprobara la compra del negocio de teléfonos móviles de Nokia Corp.

El crecimiento de la regulación internacional sobre las fusiones proviene de un conjunto de fac­tores, entre ellos el deseo de paí­ses emergentes de proteger a sus consumidores conforme ingresan a los mercados globales. La super­visión de las fusiones es también una forma que tienen algunas ju­risdicciones de obtener tarifas y concesiones de las empresas, dicen observadores. El brazo de compe­tencia de COMESA, una comisión que representa a 19 países del este y sur de África, puede cobrar hasta US$500.000 por someter acuerdos a aprobación, casi el doble de las tarifas más altas en EE.UU.

Las fusiones no necesitan re­cibir la aprobación de todos los países, pero varias transacciones pendientes ilustran los esfuerzos de las empresas para conseguir el visto bueno de más jurisdicciones alrededor del mundo.

Abogados antimonopolio seña­lan la adquisición de Nokia por par­te de Microsoft como un ejemplo de los posibles desafíos. Las empre­sas solicitaron autorización en 17 jurisdicciones y les llevó ocho me­ses completar la operación, pese a que la mayoría de los observadores no veía grandes problemas.

Además de comprometerse a conceder patentes en China, Mi­crosoft encaró obstáculos en Co­rea del Sur. Las autoridades anti­monopolio buscaron concesiones de propiedad intelectual que iban más allá de los pedidos de China, según fuentes. El gigante tecno­lógico estadounidense modificó la transacción para excluir una fábrica de Nokia en Corea del Sur y luego cerró el acuerdo en abril, tras decidir que no necesitaba la aprobación de este país. Seúl aún investiga la operación y ambas partes están en conversaciones de conciliación.

Ante la creciente lista de paí­ses que quieren jugar un papel en la aprobación de fusiones, uno de los grandes desafíos de las empre­sas es determinar qué gobiernos pueden reclamar autoridad sobre determinada transacción, una ta­rea complicada debido a que las directrices varían mucho. “Todas las firmas de abogados importan­tes tienen una lista, que suele ir de Albania a Zimbabue, y uno tiene que pasar jurisdicción por juris­dicción”, dice William Blumenthal de la firma Sidley Austin LLP y ex abogado general de la Comisión Fe­deral de Comercio de EE.UU.

En una reciente transacción, Blumenthal recibió una llamada a las 5 de la mañana de abogados de empresas que necesitaban con­firmar, antes de que se firmara un acuerdo de fusión, si la operación estaría sujeta a una evaluación en Colombia. Resultó que sí.

Stephen Axinn de Axinn, Vel­trop & Harkrider LLP recuerda una transacción de miles de millones de dólares en la que las empresas es­taban preocupadas por posibles demoras en el caso de que tuvie­ra que ser examinada por Guinea Ecuatorial. Al final, no tuvieron que solicitar permiso en ese país y la operación siguió en marcha.

La cantidad de regímenes anti­monopolio “es sorprendente”, dice Axinn. “Hace 15 años, no estaría­mos teniendo esta conversación. La mayor parte de esto ha ocurrido en los últimos 10 años”.

Abogados antimonopolio di­cen que el proceso de evaluación del país puede ser difícil de tran­sitar y presentar un inconveniente para transacciones que tienen sólo un pequeño vínculo con el comer­cio ucraniano.

Pese a que pueden surgir pro­blemas legales al evitar jurisdic­ciones más pequeñas, las empresas priorizan los mercados emergentes más grandes. China, cuya ley anti­monopolio entró en efecto hace seis años, está al tope de la lista. Brasil e India también son focos de atención para las multinacionales. La nueva ley de fusiones brasileña, que comenzó a regir en 2012, no permite que se completen transac­ciones antes de que los reguladores las aprueben.