Nueva York, Estados Unidos.
Cuando era vicepresidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen era una defensora acérrima de las políticas de flexibilización monetaria que presionaba a sus colegas a aceptar su postura. Como su presidenta, sin embargo, ha tratado de seguir el ejemplo de su antecesor, Ben Bernanke, y forjar consensos.
El cambio repercutirá en la forma en que el banco central de Estados Unidos tomará decisiones en los meses venideros. Muchos observadores esperaban que Yellen condujera a la institución a un período de tasas de interés sumamente bajas. La economista, no obstante, se ha mostrado dispuesta a abandonar esa política a medida que surge evidencia de que la recuperación de la economía cobra fuerza.
Yellen ha pasado buena parte de este año desmantelando gradualmente un programa de compra de bonos orientado a mantener bajas las tasas de interés de largo plazo y sentar las bases para una posterior alza en las de corto plazo, un proceso que comenzó antes de que asumiera el cargo. Las compras de bonos deberían concluir el próximo mes y la Fed ya empezó a analizar cuándo subir las tasas de corto plazo y cómo comunicar la medida, para no tomar por sorpresa al mercado.
Su próxima prueba tendrá lugar esta semana. El banco central se reunirá hoy y mañana para analizar si vale la pena modificar su orientación sobre las tasas a corto plazo. También tratará de completar un nuevo plan para manejar los mecanismos de futuros cambios en las tasas de interés.
La postura de Yellen en relación a estos temas es muy parecida a la de Bernanke después de la crisis financiera de 2008. “Aprendió mucho de él sobre la formación de consensos en el comité y ha seguido su estilo”, afirmó James Bullard, presidente del Banco de la Reserva Federal de St. Louis, en una entrevista realizada en agosto.
Hay mucho en juego. La economía estadounidense ha exhibido una mejora paulatina y muchos mercados prosperan en una era de tasas de interés bajas. La emisión de bonos chatarra —es decir, deuda calificada por debajo del grado de inversión— así como de créditos para autos y bancarios para deudores de alto riesgo, se ha disparado. Si el banco central se apresura a elevar las tasas, podría ahogar la recuperación económica. Sin embargo, si espera más de la cuenta, corre el riesgo de que surja un brote inflacionario o alguna otra fuente de inestabilidad financiera. Algunos de los críticos más feroces de la Fed ya la acusan de haber esperado demasiado.
Yellen ha estado evaluando las opiniones de sus colegas y buscando terreno en común, en lugar de tratar de obligarlos a que adopten su postura, según entrevistas con más de 20 funcionarios que han trabajado estrechamente con ella. Un análisis de The Wall Street Journal de su calendario muestra que en sus primeros seis meses al frente de la entidad, Yellen dedicó más de 55 horas a conversar con los gobernadores de la Fed y los presidentes de sus 12 bancos regionales, tanto por teléfono como en encuentros cara a cara. En cambio, se reunió durante sólo ocho horas con banqueros del sector privado.
Durante las reuniones, Yellen ha tenido cuidado en reconocer las opiniones de todos los participantes acerca de la coyuntura económica y las opciones a disposición del banco central, según el testimonio de los asistentes. “Siento que Janet me escucha mucho”, señaló Richard Fisher, presidente del Banco de la Reserva Federal de Dallas, en una entrevista realizada el mes pasado.
Fisher, quien es considerado un opositor de las políticas de crédito fácil promovidas por Yellen, seguía un ritual durante la gestión de Bernanke de sondear a los ejecutivos de las empresas antes de las reuniones del banco central y compartir sus hallazgos con el presidente de la Fed. Con Yellen ha hecho lo mismo.
Todos los líderes de la Fed aportan un estilo particular que da forma a la toma de decisiones del organismo. Paul Volcker chocaba con los gobernadores nominados por el presidente Ronald Reagan en los años 80 y llegó a amenazar con renunciar si no le hacían caso sobre la dirección de las tasas de interés. Durante la gestión de Alan Greenspan, en los años 90, los funcionarios de la Fed tendían a adherirse a las posiciones de su presidente.
Bernanke trató de forjar una toma de decisiones más consensuada y menos dominada por su líder. La estrategia a veces demoró la toma de decisiones o produjo compromisos que no dejaron conforme a nadie.
En ocasiones durante la gestión de Bernanke, Yellen presentó un contrapeso a las posiciones de quienes se oponían a nuevas políticas de estímulo. Ahora, sin embargo, tiene un papel distinto y la responsabilidad de que las decisiones de la Fed sean unificadas.
Muchos funcionarios del banco central estadounidense esperan que la entidad empiece a elevar las tasas de corto plazo a mediados de 2015.
Un factor que ha sorprendido a la Fed es que las expectativas del mercado sobre un alza de las tasas de interés casi no han cambiado, pese al fortalecimiento de la economía. Los rendimientos del bono del Tesoro estadounidense a 10 años han caído desde que Yellen asumió la presidencia y los contratos a futuro ligados a las previsiones de tasas de interés no han registrado grandes variaciones.
De todos modos, Fisher, Bullard y otras autoridades del banco central podrían ser partidarios de subir las tasas durante el primer trimestre de 2015. A pesar de alabar el estilo conciliador de Yellen, podrían desafiar su punto de vista durante las próximas reuniones del organismo si lo estiman necesario.
Durante sus primeras cuatro reuniones como presidenta de la Fed, Yellen ha tenido solamente dos votos disidentes, es decir, votos de un gobernador de la entidad o un presidente de uno de sus bancos regionales en contra de una de sus decisiones. Eso representa un período de relativa tranquilidad. Bernanke, en cambio, enfrentó 16 votos consecutivos de disenso en 2012 y 2013.
Yellen ha dedicado la mayor parte de los últimos meses a formular un nuevo plan para manejar la mecánica de las tasas de interés. Habitualmente, el banco central ha administrado su tasa de referencia inyectando o retirando del sistema financiero montos relativamente pequeños de dinero. No obstante, las grandes cantidades que ha provisto en los últimos años han complicado este sistema.
El nuevo plan, que la Fed podría presentar esta semana, enfatiza dos nuevas tasas de interés.
La primera es una tasa que se les paga a los bancos por mantener su dinero en reserva en la Fed. La otra es una que la entidad les paga a fondos de mercados de dinero en transacciones conducidas por el Banco de la Reserva Federal de Nueva York. El movimiento de estas dos nuevas tasas de interés será el nuevo mecanismo a través del cual el banco central planea modificar su tasa de interés de referencia.
Cuando era vicepresidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen era una defensora acérrima de las políticas de flexibilización monetaria que presionaba a sus colegas a aceptar su postura. Como su presidenta, sin embargo, ha tratado de seguir el ejemplo de su antecesor, Ben Bernanke, y forjar consensos.
El cambio repercutirá en la forma en que el banco central de Estados Unidos tomará decisiones en los meses venideros. Muchos observadores esperaban que Yellen condujera a la institución a un período de tasas de interés sumamente bajas. La economista, no obstante, se ha mostrado dispuesta a abandonar esa política a medida que surge evidencia de que la recuperación de la economía cobra fuerza.
Yellen ha pasado buena parte de este año desmantelando gradualmente un programa de compra de bonos orientado a mantener bajas las tasas de interés de largo plazo y sentar las bases para una posterior alza en las de corto plazo, un proceso que comenzó antes de que asumiera el cargo. Las compras de bonos deberían concluir el próximo mes y la Fed ya empezó a analizar cuándo subir las tasas de corto plazo y cómo comunicar la medida, para no tomar por sorpresa al mercado.
Su próxima prueba tendrá lugar esta semana. El banco central se reunirá hoy y mañana para analizar si vale la pena modificar su orientación sobre las tasas a corto plazo. También tratará de completar un nuevo plan para manejar los mecanismos de futuros cambios en las tasas de interés.
La postura de Yellen en relación a estos temas es muy parecida a la de Bernanke después de la crisis financiera de 2008. “Aprendió mucho de él sobre la formación de consensos en el comité y ha seguido su estilo”, afirmó James Bullard, presidente del Banco de la Reserva Federal de St. Louis, en una entrevista realizada en agosto.
Hay mucho en juego. La economía estadounidense ha exhibido una mejora paulatina y muchos mercados prosperan en una era de tasas de interés bajas. La emisión de bonos chatarra —es decir, deuda calificada por debajo del grado de inversión— así como de créditos para autos y bancarios para deudores de alto riesgo, se ha disparado. Si el banco central se apresura a elevar las tasas, podría ahogar la recuperación económica. Sin embargo, si espera más de la cuenta, corre el riesgo de que surja un brote inflacionario o alguna otra fuente de inestabilidad financiera. Algunos de los críticos más feroces de la Fed ya la acusan de haber esperado demasiado.
Yellen ha estado evaluando las opiniones de sus colegas y buscando terreno en común, en lugar de tratar de obligarlos a que adopten su postura, según entrevistas con más de 20 funcionarios que han trabajado estrechamente con ella. Un análisis de The Wall Street Journal de su calendario muestra que en sus primeros seis meses al frente de la entidad, Yellen dedicó más de 55 horas a conversar con los gobernadores de la Fed y los presidentes de sus 12 bancos regionales, tanto por teléfono como en encuentros cara a cara. En cambio, se reunió durante sólo ocho horas con banqueros del sector privado.
Durante las reuniones, Yellen ha tenido cuidado en reconocer las opiniones de todos los participantes acerca de la coyuntura económica y las opciones a disposición del banco central, según el testimonio de los asistentes. “Siento que Janet me escucha mucho”, señaló Richard Fisher, presidente del Banco de la Reserva Federal de Dallas, en una entrevista realizada el mes pasado.
Fisher, quien es considerado un opositor de las políticas de crédito fácil promovidas por Yellen, seguía un ritual durante la gestión de Bernanke de sondear a los ejecutivos de las empresas antes de las reuniones del banco central y compartir sus hallazgos con el presidente de la Fed. Con Yellen ha hecho lo mismo.
Todos los líderes de la Fed aportan un estilo particular que da forma a la toma de decisiones del organismo. Paul Volcker chocaba con los gobernadores nominados por el presidente Ronald Reagan en los años 80 y llegó a amenazar con renunciar si no le hacían caso sobre la dirección de las tasas de interés. Durante la gestión de Alan Greenspan, en los años 90, los funcionarios de la Fed tendían a adherirse a las posiciones de su presidente.
Bernanke trató de forjar una toma de decisiones más consensuada y menos dominada por su líder. La estrategia a veces demoró la toma de decisiones o produjo compromisos que no dejaron conforme a nadie.
En ocasiones durante la gestión de Bernanke, Yellen presentó un contrapeso a las posiciones de quienes se oponían a nuevas políticas de estímulo. Ahora, sin embargo, tiene un papel distinto y la responsabilidad de que las decisiones de la Fed sean unificadas.
Muchos funcionarios del banco central estadounidense esperan que la entidad empiece a elevar las tasas de corto plazo a mediados de 2015.
Un factor que ha sorprendido a la Fed es que las expectativas del mercado sobre un alza de las tasas de interés casi no han cambiado, pese al fortalecimiento de la economía. Los rendimientos del bono del Tesoro estadounidense a 10 años han caído desde que Yellen asumió la presidencia y los contratos a futuro ligados a las previsiones de tasas de interés no han registrado grandes variaciones.
De todos modos, Fisher, Bullard y otras autoridades del banco central podrían ser partidarios de subir las tasas durante el primer trimestre de 2015. A pesar de alabar el estilo conciliador de Yellen, podrían desafiar su punto de vista durante las próximas reuniones del organismo si lo estiman necesario.
Durante sus primeras cuatro reuniones como presidenta de la Fed, Yellen ha tenido solamente dos votos disidentes, es decir, votos de un gobernador de la entidad o un presidente de uno de sus bancos regionales en contra de una de sus decisiones. Eso representa un período de relativa tranquilidad. Bernanke, en cambio, enfrentó 16 votos consecutivos de disenso en 2012 y 2013.
Yellen ha dedicado la mayor parte de los últimos meses a formular un nuevo plan para manejar la mecánica de las tasas de interés. Habitualmente, el banco central ha administrado su tasa de referencia inyectando o retirando del sistema financiero montos relativamente pequeños de dinero. No obstante, las grandes cantidades que ha provisto en los últimos años han complicado este sistema.
El nuevo plan, que la Fed podría presentar esta semana, enfatiza dos nuevas tasas de interés.
La primera es una tasa que se les paga a los bancos por mantener su dinero en reserva en la Fed. La otra es una que la entidad les paga a fondos de mercados de dinero en transacciones conducidas por el Banco de la Reserva Federal de Nueva York. El movimiento de estas dos nuevas tasas de interés será el nuevo mecanismo a través del cual el banco central planea modificar su tasa de interés de referencia.