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Con Ana Patricia, los Botín siguen al frente de Santander

  • 10 septiembre 2014 /

La decisión unánime del direc­torio del grupo financiero extiende a la cuarta generación la dinastía de los Botín al mando de la entidad.

Madrid, España.

Banco Santander SA designó a Ana Patricia Botín como nueva presidenta de la junta directiva en reemplazo de su pa­dre, Emilio Botín, quien falleció de manera inesperada a causa de un ataque al corazón.

La decisión unánime del direc­torio del grupo financiero, anun­ciada el miércoles, extiende a la cuarta generación la dinastía de los Botín al mando de la entidad. Ana Patricia Botín, de 53 años, se convierte en la primera mujer en dirigir los destinos de un banco europeo de primer nivel.

El nombramiento se produjo menos de un día después de la muerte de Emilio Botín, a los 79 años. A pesar de su edad, sus cole­gas, rivales y colaboradores espe­raban que siguiera al frente de la institución durante varios años.

Ana Patricia Botín ha estado a cargo desde diciembre de 2010 de la filial británica de Santander, que en los últimos años ha crecido hasta aportar cerca de 20% de la ganancia neta del banco, más que las operaciones españolas que re­cién se recuperan del colapso del sector inmobiliario del país.

Tanto banqueros españoles como asesores de Santander dije­ron que la designación de Ana Pa­tricia Botín no constituye ningu­na sorpresa, puesto que ya había tenido posiciones importantes en divisiones clave del banco en Es­paña, América Latina y el Reino Unido. Otra razón que la favore­cía era que los tres vicepresiden­tes que también eran candidatos para suceder a Emilio Botín su­peraban los 65 años.

Competidores y colaborado­res subrayan que Ana Patricia Botín está bien preparada para suceder a su padre y es una astu­ta banquera. Algunos, sin embar­go, han indicado en privado que Santander dejó pasar una opor­tunidad para poner fin a la dinas­tía familiar y seguir más de cerca los estándares internacionales de gobierno corporativo, que no ven con buenos ojos esta clase de tras­pasos de mando.

Algunos accionistas de San­tander han manifestado su dis­conformidad con la dinastía Botín. En marzo, 14,3% de ellos votó en contra de la reelección de Ana Patricia Botín a la jun­ta directiva. La cifra ascendía a 16,9% en 2011.

“Su apellido no es razón para calificarla o descalificarla. Es una estrella. Hay que ver lo que ha conseguido en el Reino Unido (...) Cualquier otro banco la contra­taría. Es carismática, elocuente, exactamente lo que se necesita en una posición de liderazgo interna­cional de alto perfil”, afirma Sheila Bair, ex presidenta de la Corpora­ción Federal de Seguro de Depósi­tos de Estados Unidos durante la crisis financiera y actual miembro de la junta de Santander. Bair en­fatizó que Ana Patricia Botín ob­tuvo el nombramiento gracias a su talento y experiencia.

Una de sus primeras tareas será convencer a los inversionis­tas de que puede prolongar la tra­yectoria de su padre.
“En estos momentos tan difí­ciles para mí y mi familia, agra­dezco la confianza del consejo de administración y asumo con total compromiso mis nuevas respon­sabilidades”, dijo Ana Patricia Bo­tín en un comunicado divulgado tras la reunión del directorio.

Su primer evento público como presidenta del conglome­rado financiero tendrá lugar pro­bablemente el lunes, cuando los accionistas deben pronunciarse sobre la propuesta del banco para comprar el 25% de la filial brasile­ña que aún no posee.

Ana Patricia Botín, que estu­dió en el Bryn Mawr College y en la Escuela de Negocios de Harvard, inició su carrera profesional en J.P. Morgan Chase & Co. en Nueva York. Sin embargo, en seguida se unió a la empresa familiar, ascendiendo pronto al puesto de vicepresidenta ejecutiva de Santander.

En 1999, su carrera se desca­rriló repentinamente.
Santander estaba inmerso en la compra de otra entidad, Cen­tral Hispano, y un diario español publicó un adulador perfil de Ana Patricia Botín. A los directivos de Central Hispano les enfureció que el artículo presentara a Ana Patri­cia como la heredera de su padre. En ese momento, Emilio ordenó a su hija dimitir del banco y así lo hizo, según fuentes cercanas.

Ana Patricia Botín regresó a Santander unos años después, to­mando el timón de la filial Banesto en 2002, pero la dimisión forzo­sa la ha marcado siempre, según las fuentes. Ella misma recuerda el incidente de vez en cuando con sus allegados.

En Banesto, perfeccionó sus destrezas en el negocio de banca minorista, que genera en torno a 80% de las ganancias anuales de
Santander. Bajo su supervisión, el banco lanzó enérgicas campañas para captar clientes, ob­sequiando televisores de plasma a los clientes nuevos y contratando a deportistas de renom­bre, como el tenista Rafael Nadal, para prota­gonizar las campañas.

A finales de 2010, Emilio pidió a su hija que dirigiera el negocio británico de Santan­der. Ana Patricia Botín debía preparar la salida a bolsa de Santander UK, una operación que muchos analistas calificaban como una prue­ba de fuego.

Sin embargo, el rumbo de las operaciones británicas no se enderezó rápidamente, en parte por la mala fama del servicio de aten­ción al cliente.

Asimismo, el intento de comprar cientos de sucursales que estaban en manos de Royal Bank of Scotland Group PLC no prosperó ante las dudas de los ejecutivos sobre la integración de los sistemas informáticos.

Ana Patricia Botín “salió bien parada de las recientes vicisitudes del banco y armó un buen equipo”, señala Chris Wheeler, analista de la banca británica en Mediobanca. “Creo que, en general, merece una calificación B+”.

La ejecutiva trabajó arduamente para for­jar la credibilidad del negocio británico. Se convirtió en asidua de actos de la industria, a menudo luciendo un pañuelo rojo y promo­cionando el deseo de Santander UK de ofrecer préstamos a pequeñas empresas británicas.

En ocasiones, Ana Patricia Botín ha sor­prendido a sus colegas en Londres adoptando con vehemencia la cultura de ventas del banco e incluso ayudando a los clientes a completar las solicitudes de préstamos, de acuerdo con algunos colegas. La ejecutiva se impuso el ob­jetivo personal de conseguir, al menos, un nue­vo cliente del banco al día.