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El ‘sacudón’ económico de Venezuela no convence al mercado

  • 03 septiembre 2014 /

El precio del bono de referencia de Venezuela cayó de forma pro­nunciada por segundo día con­secutivo, a niveles que no se re­gistraban desde abril.

Caracas, Venezuela.

En las últimas semanas, el gobierno venezo­lano dio fuertes señales de que consideraba medidas dolorosas para aliviar una crisis económi­ca que se profundiza, incluyendo simplificar un complejo sistema cambiario y subir el precio de la gasolina, que es virtualmente gratuita en el país.

Sin embargo, el martes por la noche, en un discurso muy anti­cipado, el presidente Nicolás Ma­duro no presentó ningún ajuste económico importante, si bien anunció cambios en el gabinete que alejaron a Rafael Ramírez, el poderoso jefe de la petrolera estatal, Petróleos de Venezuela, quien era considerado partida­rio de reformas moderadas.

Los inversionistas comuni­caron su veredicto con rapidez. El precio del bono de referencia de Venezuela cayó de forma pro­nunciada por segundo día con­secutivo, a niveles que no se re­gistraban desde abril, mientras que los rendimientos de algunos bonos de PDVSA subieron a casi 15%, entre los más altos en los mercados emergentes.

Maduro, que habló en la televi­sión nacional durante tres horas, calificó sus medidas como un ver­dadero “sacudón” revolucionario. Sin embargo, los economistas vie­ron un escenario diferente: un go­bierno renuente a tomar medidas políticamente impopulares para estabilizar una economía azotada por la mayor inflación del mundo, estimada en 60%, más una amplia escasez de bienes básicos, desde papel higiénico hasta medicinas.

“Había cierta esperanza de que hicieran algunos de los cam­bios económicos, pero a medida que pasaron las semanas se vol­vió más y más obvio que esto no sucedería”, afirma Robert Botto­me, editor de la publicación de negocios VenEconomía.

En una encuesta reciente de la firma Datanálisis, de Caracas, 60,1% de la gente dijo que no estaba dispuesta a soportar el costo de medidas para corregir la economía, en tanto que 52% se opuso a unificar el complica­do régimen de divisas de tres ni­veles, que muchos consideran en parte responsable de la escasez y la extendida corrupción. Uni­ficar los distintos tipos de cam­bio, que van desde 6,30 a unos 50 bolívares por dólar, casi con se­guridad significaría una moneda local más débil para muchos de los pobres de Venezuela.

Los economistas, sin embar­go, afirman que el actual rumbo está llevando a Venezuela a una desolación económica. Aunque los precios del petróleo son re­lativamente altos, el Estado tie­ne una escasez crónica de dinero. La brecha entre los ingresos y el gasto del gobierno se estima en 15% de la producción económica anual del país.

En 15 años de gobierno so­cialista —primero bajo el lide­razgo de Hugo Chávez y en los 17 últimos meses con Maduro— los funcionarios han rechazado ajustes fiscales como si fueran medidas tramadas por Was­hington para empobrecer a los latinoamericanos. Chávez murió en marzo del año pasado, pero no sin antes dejarles en claro a sus compatriotas que Maduro se ceñiría a un modelo económico caracterizado por empresas es­tatales, estrictos controles de di­visas y un aumento del gasto.

“El énfasis de Maduro ha esta­do en mostrar que la revolución avanza, que el legado de Chávez no ha sido abandonado”, dice Ta­mara Herrera, economista jefe de la firma de investigación Síntesis Financiera, de Caracas. “Eso ha sido parte del gran dilema, hacer correcciones sin que parezca que se abandona el sendero correcto. Por eso, no ha hecho prácticamen­te nada”. Agrega que realizar las reformas será mucho más difícil conforme se aproximen las elec­ciones legislativas de diciembre de 2015. “El gobierno ha perdido su oportunidad de tomar esas me­didas, soportar el dolor y cosechar los beneficios de las correcciones (...). No veo cuándo tendrán otra buena oportunidad”.

Maduro indicó que no imple­mentará lo que llamó reformas capitalistas. El presidente afirmó que los mercados habían obliga­do a Venezuela a rendirse ante prestamistas multilaterales y mostró gráficos para demostrar que la pobreza y el desempleo habían caído durante el gobier­no socialista.

Maduro se centró en reasig­nar a miembros del gabinete. Ramírez, quien también estaba a cargo del Ministerio de Ener­gía, fue nombrado ministro de Relaciones Exteriores. También designó a Rodolfo Marco Torres, un ex general que participó de un fallido golpe de Estado con Chávez en 1992, como su princi­pal asesor económico.

La nueva postura del gobier­no de culpar al contrabando en la frontera con Colombia por los problemas económicos también recibió la atención de Maduro. En los últimos días, las autorida­des elevaron la seguridad en la frontera y presentaron planes de instalar lectores de huellas digi­tales en supermercados cerca de Colombia para racionar la venta de productos básicos.

No obstante, la escasez le está pasando factura a Maduro. Su ín­dice de aprobación cayó a 35,45%, según un sondeo reciente de Data­nálisis, la lectura más baja para un presidente desde 2002. El sondeo también mostró que más de 80% de los encuestados sentían que la situación del país era negativa.

Antes del martes, la princi­pal reforma que parecía tener tracción era aumentar el precio de la gasolina desde cerca de 1,5 centavos de dólar por litro en la actualidad a unos 30 centavos. El subsidio a la gasolina, que finan­cia más de 700.000 barriles dia­rios, le cuesta a Venezuela unos US$12.000 millones anuales. Eso podría liberar dinero que el go­bierno podría usar para impor­taciones que aliviaran la escasez. Maduro mencionó la posibilidad en agosto y llamó a “un debate nacional” sobre el tema.

Ahora, sin embargo, parece que se archivó la posibilidad de un aumento del precio de la gasolina, señalan economistas y analistas, aunque el martes Maduro sugirió que era posible un futuro aumento.
“El presidente lo mencionó de paso anoche pero fue muy vago y no particularmente alen­tador de que fuera a producir­se”, dice Bottome, el editor de VenEconomía.

Entre los que se hubieran vis­to más afectados por el encare­cimiento del combustible están los empleados del transporte pú­blico, incluidos choferes de auto­bús. Muchos de ellos recuerdan cuando el presidente Carlos An­drés Pérez subió los precios en 1989, lo que llevó a un levanta­miento que dejó cientos de muer­tos y ayudó a darle impulso a un entonces desconocido oficial del ejército, Hugo Chávez.

Luego, Chávez lanzaría un golpe de Estado contra Pérez. Tras ganar las elecciones presi­denciales en 1998, Chávez y sus seguidores hablarían frecuente­mente del levantamiento de 1989 como una señal de que las refor­mas fiscales perjudicarían sólo a los pobres.

Evyerson Díaz, quien trans­porta pasajeros en una furgone­ta, está entre los que no quiere un aumento de la gasolina. Llena su tanque de 100 litros por unos US$1,50. Pero cuenta que casi todo lo demás se ha encarecido, como las autopartes, cuyos precios se ha multiplicado por cuatro desde enero. “Apoyaba al gobierno has­ta la muerte de Chávez”, afirma. “Este tipo nuevo, sin embargo, ha empeorado las cosas para la clase media y los más pobres. Las cosas son un verdadero desastre”.