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La amenaza de una deflación en la zona euro presiona al BCE

  • 01 septiembre 2014 /

Los datos divulgados el vier­nes aumentan la presión sobre el Banco Central Europeo para que implemente medidas de estímu­lo más enérgicas para impulsar la demanda y la inflación.

Fráncfort, Alemania.

Los desafíos de Europa para impedir que la inflación ultra baja desaliente la inversión empresarial y socave la frágil economía del continen­te se profundizaron luego de que los precios al consumidor de la región registraran en agosto su mínimo de cinco años.

Los datos divulgados el vier­nes aumentan la presión sobre el Banco Central Europeo para que implemente medidas de estímu­lo más enérgicas para impulsar la demanda y la inflación, y lle­gan días después de que su pre­sidente, Mario Draghi, advirtió de los riegos que presentan las menguantes expectativas de los inversionistas sobre el alza de los precios al consumidor.

Sus comentarios fueron considera­dos como una insinuación de que el BCE está más cerca de realizar compras de deuda pública y priva­da, una estrategia conocida como relajación cuantitativa, conforme la Reserva Federal de Estados Unidos se alista para poner fin a su programa de estímulo.

La mayoría de los analistas prevé que el BCE se abstenga de tomar medidas cuando se reúna el jueves, pero algunos esperan me­didas menores, como recortes de tasas, que pongan de manifiesto su determinación a actuar.

Los precios de consumo en la zona euro subieron 0,3% inte­ranual en agosto, informó el vier­nes la oficina de estadísticas de la Unión Europea, frente a 0,4% en julio y muy por debajo de la meta de inflación del BCE de casi 2% anual. Gran parte de la debilidad reflejó los menores precios de la energía. Excluyendo los alimen­tos, la energía y otros artículos volátiles, los precios subieron 0,9%, una ligera alza frente a julio. Eso le quita cierta urgencia al BCE para responder esta semana.

De todos modos, “la zona euro está a un gran shock de distancia de la deflación”, sostiene Stephen Cecchetti, profesor de la Univer­sidad Brandeis.

La deflación se refiere a caí­das persistentes en los precios que llevan a un círculo vicioso de ganancias débiles y niveles decre­cientes de inversión. Los efectos ya han comenzado a afectar a va­rios miembros de la zona euro, en particular en el sur de Europa. La caída de los precios al consumi­dor en España se profundizó a 0,5%, mientras que Italia divul­gó el viernes su primer descenso anual desde 1959, de 0,1%. Cinco de los 18 países de la zona euro registran un descenso de precios, según BNP Paribas.

“La deflación es una amenaza seria para nuestro negocio”, indi­ca Giovanni Ferrero, presidente ejecutivo de la italiana Ferrero In­ternational SA, dueña de Nutella, Tic Tac y otras marcas. “No sólo estamos en un entorno de baja in­flación. En algunos mercados, los distribuidores nos están pidien­do deflación”, dice, en referencia a reducciones de precios. Aun­que puede ser positivo para los consumidores, la tendencia “en realidad destruye valor”, advier­te. “El costo de producción sube constantemente. Es impensable prever que los precios no puedan recuperar los costos sin reducir la generación de flujo de caja, las inversiones y los empleos”.

La amenaza de una deflación es más pronunciada en España, que tiene una carga de deuda pública y privada equivalente a aproxima­damente el triple de su Producto Interno Bruto. Los precios débiles o en caída dificultan que los hoga­res, empresas y gobiernos hagan frente a deudas que suelen pagar­se a tasas de interés fijas, ya que en un ambiente deflacionario los ingresos se estancan.

Aunque la amenaza de precios demasiado débiles en su momen­to se limitaba a Grecia y otras paí­ses con problemas, se ha extendi­do a economías más saludables.

“El ambiente es muy desafian­te en términos de precios”, señala Alexandre Ricard, vicepresidente ejecutivo del fabricante de bebi­das francés Pernod Ricard SA, que vende marcas como el vodka Ab­solut y el coñac Martell. La sema­na pasada, Pernod Ricard indicó que, pese a la presión de la baja inflación en Europa, logró elevar los precios de sus bebidas en un promedio de 2% en el año fiscal que terminó el 30 de junio. Ricard proyecta que en el año 2014-2015, la empresa no podrá implementar aumentos de precios tan altos.

No sólo los líderes empresaria­les tienen problemas con la debili­dad de los precios, sino también los bancos centrales. Combatir una inflación alta suele requerir alzas de tasas, que limitan el cre­cimiento, pero es más fácil para los banqueros centrales explicar lo que hacen. La gente siente los efectos de los aumentos.

Es más difícil explicar el uso de herramientas inusuales como tasas de interés negativas o com­pras de activos para combatir el problema opuesto: cuando la in­flación es demasiado débil. Des­pués de todo, los bancos centrales se esfuerzan por lograr que la in­flación se mantenga baja, pero po­sitiva. Y los hogares se benefician con los menores precios, en par­ticular de bienes que conforman una gran parte de su presupuesto, como los alimentos y la energía. Las empresas se benefician cuan­do caen los precios de los suminis­tros y las materias primas.

A largo plazo, sin embargo, los precios muy bajos tienden a perju­dicar las inversiones empresaria­les y la generación de empleo. La pregunta clave que enfrenta Eu­ropa, señalan analistas, es cuán­to tiempo la inflación se mantiene cerca de cero. El acontecimiento preocupante más reciente es que la economía de la zona euro se es­tancó el último trimestre.

El BCE ha señalado que la rela­jación cuantitativa es una opción, pero se ha resistido a ella por la expectativa de que la inflación suba. Sin embargo, Draghi pare­ció cambiar de rumbo en agosto cuando dijo: “Durante agosto los mercados financieros han indica­do que las expectativas de infla­ción mostraron caídas significati­vas en todos los horizontes”.

Las expectativas de inflación son clave para determinar si las caídas de precios temporales, y a veces beneficiosas, se convier­ten en una deflación más dañina. Los indicadores de la inflación en cinco años cayeron en agosto. Sin embargo, debido a que el BCE es­peró tanto para intentar adoptar medidas audaces, podría surgir la pregunta de “si ya es demasiado tarde”, advierte BNP Paribas.