Fráncfort, Alemania.
Los desafíos de Europa para impedir que la inflación ultra baja desaliente la inversión empresarial y socave la frágil economía del continente se profundizaron luego de que los precios al consumidor de la región registraran en agosto su mínimo de cinco años.
Los datos divulgados el viernes aumentan la presión sobre el Banco Central Europeo para que implemente medidas de estímulo más enérgicas para impulsar la demanda y la inflación, y llegan días después de que su presidente, Mario Draghi, advirtió de los riegos que presentan las menguantes expectativas de los inversionistas sobre el alza de los precios al consumidor.
Sus comentarios fueron considerados como una insinuación de que el BCE está más cerca de realizar compras de deuda pública y privada, una estrategia conocida como relajación cuantitativa, conforme la Reserva Federal de Estados Unidos se alista para poner fin a su programa de estímulo.
La mayoría de los analistas prevé que el BCE se abstenga de tomar medidas cuando se reúna el jueves, pero algunos esperan medidas menores, como recortes de tasas, que pongan de manifiesto su determinación a actuar.
Los precios de consumo en la zona euro subieron 0,3% interanual en agosto, informó el viernes la oficina de estadísticas de la Unión Europea, frente a 0,4% en julio y muy por debajo de la meta de inflación del BCE de casi 2% anual. Gran parte de la debilidad reflejó los menores precios de la energía. Excluyendo los alimentos, la energía y otros artículos volátiles, los precios subieron 0,9%, una ligera alza frente a julio. Eso le quita cierta urgencia al BCE para responder esta semana.
De todos modos, “la zona euro está a un gran shock de distancia de la deflación”, sostiene Stephen Cecchetti, profesor de la Universidad Brandeis.
La deflación se refiere a caídas persistentes en los precios que llevan a un círculo vicioso de ganancias débiles y niveles decrecientes de inversión. Los efectos ya han comenzado a afectar a varios miembros de la zona euro, en particular en el sur de Europa. La caída de los precios al consumidor en España se profundizó a 0,5%, mientras que Italia divulgó el viernes su primer descenso anual desde 1959, de 0,1%. Cinco de los 18 países de la zona euro registran un descenso de precios, según BNP Paribas.
“La deflación es una amenaza seria para nuestro negocio”, indica Giovanni Ferrero, presidente ejecutivo de la italiana Ferrero International SA, dueña de Nutella, Tic Tac y otras marcas. “No sólo estamos en un entorno de baja inflación. En algunos mercados, los distribuidores nos están pidiendo deflación”, dice, en referencia a reducciones de precios. Aunque puede ser positivo para los consumidores, la tendencia “en realidad destruye valor”, advierte. “El costo de producción sube constantemente. Es impensable prever que los precios no puedan recuperar los costos sin reducir la generación de flujo de caja, las inversiones y los empleos”.
La amenaza de una deflación es más pronunciada en España, que tiene una carga de deuda pública y privada equivalente a aproximadamente el triple de su Producto Interno Bruto. Los precios débiles o en caída dificultan que los hogares, empresas y gobiernos hagan frente a deudas que suelen pagarse a tasas de interés fijas, ya que en un ambiente deflacionario los ingresos se estancan.
Aunque la amenaza de precios demasiado débiles en su momento se limitaba a Grecia y otras países con problemas, se ha extendido a economías más saludables.
“El ambiente es muy desafiante en términos de precios”, señala Alexandre Ricard, vicepresidente ejecutivo del fabricante de bebidas francés Pernod Ricard SA, que vende marcas como el vodka Absolut y el coñac Martell. La semana pasada, Pernod Ricard indicó que, pese a la presión de la baja inflación en Europa, logró elevar los precios de sus bebidas en un promedio de 2% en el año fiscal que terminó el 30 de junio. Ricard proyecta que en el año 2014-2015, la empresa no podrá implementar aumentos de precios tan altos.
No sólo los líderes empresariales tienen problemas con la debilidad de los precios, sino también los bancos centrales. Combatir una inflación alta suele requerir alzas de tasas, que limitan el crecimiento, pero es más fácil para los banqueros centrales explicar lo que hacen. La gente siente los efectos de los aumentos.
Es más difícil explicar el uso de herramientas inusuales como tasas de interés negativas o compras de activos para combatir el problema opuesto: cuando la inflación es demasiado débil. Después de todo, los bancos centrales se esfuerzan por lograr que la inflación se mantenga baja, pero positiva. Y los hogares se benefician con los menores precios, en particular de bienes que conforman una gran parte de su presupuesto, como los alimentos y la energía. Las empresas se benefician cuando caen los precios de los suministros y las materias primas.
A largo plazo, sin embargo, los precios muy bajos tienden a perjudicar las inversiones empresariales y la generación de empleo. La pregunta clave que enfrenta Europa, señalan analistas, es cuánto tiempo la inflación se mantiene cerca de cero. El acontecimiento preocupante más reciente es que la economía de la zona euro se estancó el último trimestre.
El BCE ha señalado que la relajación cuantitativa es una opción, pero se ha resistido a ella por la expectativa de que la inflación suba. Sin embargo, Draghi pareció cambiar de rumbo en agosto cuando dijo: “Durante agosto los mercados financieros han indicado que las expectativas de inflación mostraron caídas significativas en todos los horizontes”.
Las expectativas de inflación son clave para determinar si las caídas de precios temporales, y a veces beneficiosas, se convierten en una deflación más dañina. Los indicadores de la inflación en cinco años cayeron en agosto. Sin embargo, debido a que el BCE esperó tanto para intentar adoptar medidas audaces, podría surgir la pregunta de “si ya es demasiado tarde”, advierte BNP Paribas.
Los desafíos de Europa para impedir que la inflación ultra baja desaliente la inversión empresarial y socave la frágil economía del continente se profundizaron luego de que los precios al consumidor de la región registraran en agosto su mínimo de cinco años.
Los datos divulgados el viernes aumentan la presión sobre el Banco Central Europeo para que implemente medidas de estímulo más enérgicas para impulsar la demanda y la inflación, y llegan días después de que su presidente, Mario Draghi, advirtió de los riegos que presentan las menguantes expectativas de los inversionistas sobre el alza de los precios al consumidor.
Sus comentarios fueron considerados como una insinuación de que el BCE está más cerca de realizar compras de deuda pública y privada, una estrategia conocida como relajación cuantitativa, conforme la Reserva Federal de Estados Unidos se alista para poner fin a su programa de estímulo.
La mayoría de los analistas prevé que el BCE se abstenga de tomar medidas cuando se reúna el jueves, pero algunos esperan medidas menores, como recortes de tasas, que pongan de manifiesto su determinación a actuar.
Los precios de consumo en la zona euro subieron 0,3% interanual en agosto, informó el viernes la oficina de estadísticas de la Unión Europea, frente a 0,4% en julio y muy por debajo de la meta de inflación del BCE de casi 2% anual. Gran parte de la debilidad reflejó los menores precios de la energía. Excluyendo los alimentos, la energía y otros artículos volátiles, los precios subieron 0,9%, una ligera alza frente a julio. Eso le quita cierta urgencia al BCE para responder esta semana.
De todos modos, “la zona euro está a un gran shock de distancia de la deflación”, sostiene Stephen Cecchetti, profesor de la Universidad Brandeis.
La deflación se refiere a caídas persistentes en los precios que llevan a un círculo vicioso de ganancias débiles y niveles decrecientes de inversión. Los efectos ya han comenzado a afectar a varios miembros de la zona euro, en particular en el sur de Europa. La caída de los precios al consumidor en España se profundizó a 0,5%, mientras que Italia divulgó el viernes su primer descenso anual desde 1959, de 0,1%. Cinco de los 18 países de la zona euro registran un descenso de precios, según BNP Paribas.
“La deflación es una amenaza seria para nuestro negocio”, indica Giovanni Ferrero, presidente ejecutivo de la italiana Ferrero International SA, dueña de Nutella, Tic Tac y otras marcas. “No sólo estamos en un entorno de baja inflación. En algunos mercados, los distribuidores nos están pidiendo deflación”, dice, en referencia a reducciones de precios. Aunque puede ser positivo para los consumidores, la tendencia “en realidad destruye valor”, advierte. “El costo de producción sube constantemente. Es impensable prever que los precios no puedan recuperar los costos sin reducir la generación de flujo de caja, las inversiones y los empleos”.
La amenaza de una deflación es más pronunciada en España, que tiene una carga de deuda pública y privada equivalente a aproximadamente el triple de su Producto Interno Bruto. Los precios débiles o en caída dificultan que los hogares, empresas y gobiernos hagan frente a deudas que suelen pagarse a tasas de interés fijas, ya que en un ambiente deflacionario los ingresos se estancan.
Aunque la amenaza de precios demasiado débiles en su momento se limitaba a Grecia y otras países con problemas, se ha extendido a economías más saludables.
“El ambiente es muy desafiante en términos de precios”, señala Alexandre Ricard, vicepresidente ejecutivo del fabricante de bebidas francés Pernod Ricard SA, que vende marcas como el vodka Absolut y el coñac Martell. La semana pasada, Pernod Ricard indicó que, pese a la presión de la baja inflación en Europa, logró elevar los precios de sus bebidas en un promedio de 2% en el año fiscal que terminó el 30 de junio. Ricard proyecta que en el año 2014-2015, la empresa no podrá implementar aumentos de precios tan altos.
No sólo los líderes empresariales tienen problemas con la debilidad de los precios, sino también los bancos centrales. Combatir una inflación alta suele requerir alzas de tasas, que limitan el crecimiento, pero es más fácil para los banqueros centrales explicar lo que hacen. La gente siente los efectos de los aumentos.
Es más difícil explicar el uso de herramientas inusuales como tasas de interés negativas o compras de activos para combatir el problema opuesto: cuando la inflación es demasiado débil. Después de todo, los bancos centrales se esfuerzan por lograr que la inflación se mantenga baja, pero positiva. Y los hogares se benefician con los menores precios, en particular de bienes que conforman una gran parte de su presupuesto, como los alimentos y la energía. Las empresas se benefician cuando caen los precios de los suministros y las materias primas.
A largo plazo, sin embargo, los precios muy bajos tienden a perjudicar las inversiones empresariales y la generación de empleo. La pregunta clave que enfrenta Europa, señalan analistas, es cuánto tiempo la inflación se mantiene cerca de cero. El acontecimiento preocupante más reciente es que la economía de la zona euro se estancó el último trimestre.
El BCE ha señalado que la relajación cuantitativa es una opción, pero se ha resistido a ella por la expectativa de que la inflación suba. Sin embargo, Draghi pareció cambiar de rumbo en agosto cuando dijo: “Durante agosto los mercados financieros han indicado que las expectativas de inflación mostraron caídas significativas en todos los horizontes”.
Las expectativas de inflación son clave para determinar si las caídas de precios temporales, y a veces beneficiosas, se convierten en una deflación más dañina. Los indicadores de la inflación en cinco años cayeron en agosto. Sin embargo, debido a que el BCE esperó tanto para intentar adoptar medidas audaces, podría surgir la pregunta de “si ya es demasiado tarde”, advierte BNP Paribas.