24/04/2024
02:11 PM

La Fed obliga a Citigroup a hacer un reordenamiento global

El fracaso en las pruebas de resistencia de la Fed dejó una fuerte marca en el banco.

Nueva York, Estados Unidos.

El problema más reciente de Citigroup Inc. es una amenaza de demanda judicial del gobierno de Estados Unidos por su papel en el negocio de valores respaldados por hipotecas. Pero Michael Cor­bat, su presidente ejecutivo, está centrado en un tema mucho más amplio que golpeó a su puerta en marzo.

Ese mes, ejecutivos del ban­co se reunieron con funcionarios de la Reserva Federal de EE.UU., que les comunicaron los resulta­dos del stress test o prueba de re­sistencia de la firma. El veredicto los dejó perplejos: Citigroup ha­bía reprobado. “¿Cómo llegamos a este lugar?”, preguntó Corbat por teléfono desde Corea.

Ahora, el rumbo de Citigroup, ni qué decir el destino del presi­dente ejecutivo, está en gran me­dida en manos de la Fed. La firma tiene prohibido aumentar su divi­dendo o sus recompras de accio­nes, dos medidas que les gustan a los inversionistas y que se pre­veía que adoptara. La prioridad de Corbat ahora es pasar la prueba de resistencia del año próximo.

La mala calificación en el exa­men de la Fed desató amplios in­terrogantes sobre el futuro de la firma, incluido si Citigroup —el símbolo de un banco global, que opera en 100 países— podría en­frentar presiones que lo obliga­rían a una escisión.

“Si no muestra un tono fresco y se reestructura luego de su de­bacle en las pruebas de resisten­cia, dos extremos, desde inversio­nistas agitados hasta reguladores rigurosos, se unirán para dividir Citigroup por ser demasiado grande para gestionar”, predice Michael Mayo, analista de CLSA. “No es sólo el tamaño, sino su complejidad”.

Corbat no pierde la confian­za: “Citigroup tiene un modelo de negocios único y probaremos que funciona”, señaló.
El ejecutivo de 54 años expli­có esa urgencia en una reunión de mayo con altos ejecutivos: no hay margen para errores de ge­rencia bajo la vigilancia amplia­da que soporta la firma. Tanto los gerentes como los clientes malos deberán alejarse, advirtió. “Si no lo hacemos bien, no merecemos seguir a flote”, aseveró.

En lo financiero, Citigroup está lejos de los problemas que tuvo en 2008, cuando recibió un rescate federal por US$45.000 millones, que ya pagó. Es uno de los bancos mejor capitalizados de EE.UU. y registró ganancias sóli­das el trimestre pasado.

Donde no tuvo un buen desempeño fue en la prueba de resistencia de la Fed, una evaluación de los riesgos que
enfrentaría en un escenario de es­trés económico sostenido, y cómo los manejaría.

Corbat afirma que aprobar el test del año próximo es la mi­sión número uno. Hasta ahora, sus medidas incluyen simplificar operaciones globales complejas, deshacerse de ciertos negocios de consumo fuera de EE.UU. y cam­biar por completo el enfoque de la firma para analizar los riesgos en escenarios de crisis.

Corbat asumió la presidencia ejecutiva de Citigroup a finales de 2012, tras la salida de Vikram Pandit. Su luna de miel terminó hace cuatro meses, cuando se conoció el aparente fraude en Banamex, la filial mexicana de Citi, que causó una pérdida de US$400 millones.

Incluyendo acusaciones de recibos falsos, el caso involucra préstamos a un proveedor de Petróleos Mexica­nos en problemas, y generó du­das sobre la capacidad de Citi de controlar el riesgo en sus opera­ciones internacionales.

Corbat lanzó entonces una revisión de 1.100 programas de préstamo similares en todo el mundo que involucraban unos US$14.000 millones en cuentas por cobrar. Días después, cuando reveló los problemas en Banamex, abrió las puertas a unas investi­gaciones que, en última instancia, golpearían las cuentas de Citi.

El 20 de marzo, recibió buenas noticias: Citigroup estaba entre los bancos que aprobaron la pri­mera parte “cuantitativa” de las pruebas de resistencia anuales de la Fed. Los ejecutivos se sen­tían optimistas sobre la segunda parte, una evaluación “cualitati­va” más subjetiva, que incluía en parte los planes de uso de su capi­tal. Corbat inició una gira asiática para reunirse con clientes.

El 26 de marzo, funcionarios de la Fed llegaron a la sede de Ci­tigroup en Nueva York. Les sor­prendió la ausencia de Corbat, quien se conectó por teléfono des­de su hotel en Seúl, donde eran las 4 de la madrugada. Cuatro gober­nadores de la Fed habían votado: 4 a 0. Citigroup no había pasado el test.

Corbat canceló el resto de su gira asiática. De regreso en Nueva York, escuchó a algunos gerentes preguntarse si debían renunciar. “No hagan nada estúpido que pueda dañar a la firma”, les dijo. “No echen la culpa a la Fed. Te­nemos un inmenso trabajo por hacer”.

En medio de cambios en el equipo gerencial, Corbat le pi­dió a Gene McQuade, un ejecutivo experimentado que antes manejó Citibank, que aplazara su retiro y se hiciera cargo de los esfuerzos de Citi para pasar la prueba de re­sistencia del año próximo.

Preocupado ante la posibili­dad de que la Fed estuviera en­viando un mensaje, Corbat pidió un encuentro cara a cara. El 11 de abril, durante la reunión ten­sa pero constructiva con la Fed, preguntó sin rodeos: ¿Apuntan a nuestro negocio? ¿A nuestra es­trategia?

Los funcionarios contestaron que para que Citigroup siga sien­do un gigante global, debe probar que puede administrar una insti­tución tan amplia sin generar un riesgo sistémico.

Para ello necesitaba mejorar significativamente su capacidad de operar y evaluar el riesgo. Cor­bat regresó con una urgencia por simplificar Citigroup y reformar aspectos de su aparato de riesgo.

Altos gerentes trabajan ahora en la racionalización de operaciones, por ejemplo, mediante la consoli­dación de sus 35 sistemas tecno­lógicos globales en uno solo, o la reducción de 13 a 5 el número de firmas necesarias para contratar a un vicepresidente. Citi también tiene en venta su negocio mino­rista en Grecia y estudia hacer lo mismo en España.

Corbat dijo que plantea man­tener el alcance global de la firma, en parte para destacarse frente a rivales más centrados en EE.UU. Aseguró que no venderá Bana­mex, una gran fuente de efectivo, ni tampoco cerrará sus negocios institucionales.

Corbat guarda en su iPad las 25 páginas de explica­ciones de la Fed sobre las pruebas de resistencia.
El fracaso no es una opción, sostuvo. Corbat ya le dijo al presi­dente del directorio de Citigroup, Michael O’Neill, que si sus esfuer­zos fracasan y el banco vuelve a fallar, se alejará. “Me pondré el saco y me iré”.