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Francia y Siemens ponen freno a la toma de Alstom por General Electric

  • 27 abril 2014 /

Algunas de las mayores empresas francesas, desde el grupo de publicidad Publicis SA a la cementera Lafarge SA, evalúan fusiones con rivales foráneos y trasladar sus sedes centrales a otros países.

París, Francia

El conglomerado industrial alemán Siemens AG interrumpió súbitamente el domingo los planes de Alstom SA de vender su negocio de energía a General Electric Co. , con una contraoferta que, de fructificar, crearía un coloso con una presencia global, pero firmemente arraigado en Europa.

El ministro francés de Economía, Arnaud Montebourg, allanó el camino de los alemanes al recordarle al presidente ejecutivo de Alstom, Patrick Kron, que ningún acuerdo se aprueba en Francia sin tomar en cuenta su opinión.

Kron acababa de aterrizar en París el jueves pasado procedente de Estados Unidos, donde estaba ultimando los detalles de la venta de las gigantescas operaciones de energía de la compañía al grupo estadounidense GE por más de US$10.000 millones, cuando recibió un mensaje con carácter de urgencia.

Montebourg le ordenaba al ejecutivo de 60 años que se presentara de inmediato en el ministerio y explicara porqué Alstom estaba negociando un pacto sin su conocimiento.

Tras haber asumido el cargo en 2012, Montebourg ha utilizado su influencia para persuadir, incitar y, en ocasiones, torcer el brazo de algunas de las mayores compañías y empresarios del mundo. Su posición ilustra la forma en la que el gobierno del presidente socialista François Hollande ejerce el papel de guardián del nacionalismo económico francés. Pese a que el gobierno ha propuestos recortes de impuestos y otras medidas favorables a las empresas, un ala del partido sigue aferrada al dirigismo estatal que definió a Francia después de la Segunda Guerra Mundial.

“GE y Alstom tienen su agenda, que es la de los accionistas, pero el gobierno francés también tiene la suya, que es la de la soberanía económica”, señaló Montebourg el domingo.

Alstom no sólo emplea a 93.000 personas, sino que provee equipos clave para los reactores nucleares franceses y fabrica los emblemáticos trenes bala del país, conocidos como TGV. Esa es la razón por la que el gobierno rescató al gigante industrial hace una década.

Detrás del intervencionismo de Montebourg radica una creencia de que el Estado tiene la obligación de entrometerse en los asuntos de las empresas cuando hay empleos de por medio, aunque no tenga una participación en su propiedad.

Se trata de un enfoque que, en opinión de los analistas, encaja cada vez menos con la realidad del siglo XXI. En momentos en que otros países sacan la alfombra roja para atraer a las empresas más innovadoras del mundo, Francia se ocupa de mantener a raya a las compañías extranjeras.

Algunas de las mayores empresas francesas, desde el grupo de publicidad Publicis SA a la cementera Lafarge SA, evalúan fusiones con rivales foráneos y trasladar sus sedes centrales a otros países.

El intento de Yahoo Inc. por adquirir el sitio de videos Dailymotio, de France Telecom SA, el conglomerado de telecomunicaciones en el que el Estado conserva una participación, quedó en nada después de que Montebourg irrumpiera en las negociaciones y criticara duramente a la plana ejecutiva de la firma estadounidense de Internet. El acuerdo le habría brindado al sitio francés de videos una plataforma global.

GE parece encaminada a chocar de frente con Montebourg, el principal custodio del nacionalismo francés. La intervención del ministro arruinó los planes de GE para cerrar el negocio con Alstom el domingo. El presidente ejecutivo, Jeffrey Immelt, quien siente la presión de los inversionistas para que disminuya la importancia de la filial financiera y apuntale los negocios industriales, canceló su aparición en un foro en Arizona el sábado para estar el domingo en París y calmar los ánimos.

Montebourg y Siemens, no obstante, estaban ocupados trabajando en un plan alternativo. Siemens informó el fin de semana que está dispuesta a comprar el negocio energético de Alstom, el mismo que pretende GE, pero agregó varias medidas que reflejan las demandas de Montebourg de que se preserven empleos y que el centro neurálgico de la toma de decisiones permanezca en Francia.

En una propuesta que valora los activos de energía de Alstom en hasta US$15.000 millones, Siemens ofreció localizar en Francia la sede global de las operaciones de generación de energía, un negocio clave.

Tecnología nuclear sensible quedaría casi por completo en manos francesas, señaló Siemens, “si se estima que es lo apropiado para resguardar los mejores intereses de Francia”.

Siemens también traspasaría a Alstom partes importantes de su negocio de transporte ferroviario, una decisión que cumpliría la meta de Montebourg de forjar un gigante ferroviario francés.

Alstom anunció el domingo en la tarde que seguía evaluando su estrategia y que no haría nuevos anuncios hasta el miércoles. Montebourg, por su parte, podría reunirse con ejecutivos de GE y Siemens para tratar el futuro de Alstom, indicó su oficina.

GE, en todo caso, sigue en carrera. Sus operaciones en Francia, que generan 11.000 empleos, tienen menos duplicaciones que las de Siemens con los negocios de Alstom, lo que significa que podría haber menos despidos.

Fuentes cercanas indican que el grupo estadounidense también está dispuesto a que algunos centros clave de decisiones permanezcan en Francia.