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El científico que odia las computadoras

  • 05 diciembre 2013 /

David Gelernter, no obstante, es una de las figuras más importantes de la informática.

Washington, Estados Unidos

David Gelernter no es el típico experto en informática. El profesor de la Universidad de Yale pasa la mayor parte del
tiempo sentado frente a un caballete en su casa en Woodbrige, Connecticut, pintando.

La vivienda está repleta de libros y papeles, pero los aparatos electrónicos brillan por su ausencia. Apenas se puede divisar una computadora de escritorio en la oficina contigua.

“Detesto las computadoras, y me niego a jugar con ellas”, confiesa. “Cualquier éxito que he tenido en la computación es porque encajo muy mal en el campo”. Gelernter cree que el uso de las computadoras debería ser más lógico. “Quiero que el software funcione en 30 segundos”, dice. Es precisamente ese deseo lo que lo llevó a fundar Lifestreams, una empresa que quiere hacer que las computadoras de escritorio sean más fáciles de usar y que el flujo de información sea más intuitivo.

Su primer intento de comercializar sus ideas terminó hace unos años en fracaso, pero el científico está acostumbrado a recuperarse de sus caídas. En 1993, fue el blanco de una bomba por correo enviada por el “Unabomber”, el apodo del asesino y matemático estadounidense que mandó bombas entre 1978 y 1995 a personas
involucradas con la tecnología moderna, y que fue más tarde arrestado y encarcelado. La explosión desfiguró
la mano derecha de Gelernter y lo dejó ciego del ojo derecho.

Lifestreams, que se basa en software desarrollado originalmente por Gelernter y sus colegas en Yale, debería llegar al mercado a finales de enero. El programa organiza documentos de computadora, correos electrónicos y otra información en un flujo narrativo, con una apariencia similar al de las carátulas de CD en iTunes de Apple. En este caso, el contenido serán fotos, videos, chats en tiempo real y documentos compartidos dentro de un grupo concreto,
como los invitados a una boda o los miembros de una liga de futbol juvenil. El lema de Gelernter es “por humanos, para humanos”.

Diferencias con su padre Su enfoque hacia la tecnología, reconoce, es muy distinto al de su padre, uno de los pioneros de la inteligencia artificial y a quien le fascinaba resolver complejos problemas informáticos. Gelernter solamente quería que la tecnología funcionara. Obtuvo una licenciatura y maestría en hebreo clásico en Yale.

Lo que finalmente le sirvió de inspiración para obtener un doctorado en el ámbito que su padre amaba fue un pasaje en el Talmud que dice que es obligación hacer algo práctico además de estudiar la Torá. Gelernter eligió la informática, una “decisión tonta que tomé en un arrebato de fervor ideológico”, expresa.

Pero no se arrepiente de su decisión. En 1982 se convirtió en profesor de informática en Yale y ha realizado grandes aportes al desarrollo de la computación paralela, que permite que un programa opere en muchas computadoras al
mismo tiempo. Para finales de los años 80, Gelernter fue uno de los primeros en usar el correo electrónico e Internet.

En 1991, publicó un libro titulado Mirror Worlds, (algo así como Mundos paralelos) en el que predecía la web. En el libro, afirmaba que el software “colocaría al universo en una caja de zapatos”. Dos años después, el ataque del
Unabomber casi acabó con su vida. En 1997 escribió otro libro, Drawing Life (algo así como Dibujar la vida),
sobre la forma en que sobrevivió el trauma. Gelernter todavía tiene limitaciones físicas.

Camina lentamente por su sala de estar, pero su esposa y sus dos hijos dicen que casi nunca se queja. En Drawing Life, Gelernter transformó su propio dolor, la desfiguración de su cuerpo y posterior recuperación en una metáfora sobre la situación que atraviesa Estados Unidos. Criticó al país por dilapidar los recursos que lo ayudaron a sanar, como la religión, la familia y el arte, y sostuvo que la cultura estadounidense estaba más preocupada por sensacionalizar el crimen que por transmitir valores como la valentía y la integridad.

Sus meditaciones sobre estos temas lo convirtieron en uno de los principales intelectuales conservadores
del país. Ha escrito libros sobre el judaísmo, la religión en EE.UU. y lo que considera la influencia perniciosa de la élite intelectual de izquierda, además de una novela.

Muchos también consideran que fue quien acuñó la expresión “en la nube”, que alude a la capacidad de almacenar información de las computadoras en un espacio virtual. También es un aficionado a la pintura. Sus obras han sido exhibidas en New Haven, donde está ubicada Yale, y en Nueva York. A mediados de los años 90, Gelernter
formó su primera empresa, Mirror Worlds, con el software que ayudó a desarrollar en Yale (la misma
idea que ahora está detrás de Lifestreams).

Creó un formato de escritorio informático que permitía a los usuarios buscar un hilo dentro de toda su historia. Por ejemplo, antes de acudir a una reunión con un colega, el usuario podía apretar un botón que generaría todas las interacciones, intercambios de información y documentos vinculados a esa persona, y después las presentaría en una lista en formato narrativo.

Gelernter lanzó su software entre sus cerca de 30 empleados, que podían ver las historias de cada uno. Cuando una empleada publicó la foto de su anillo de compromiso, el científico se percató de que tenía entre manos algo con potencial: era esencialmente una red social preliminar.

Poco después llegaron fotos de pájaros y menús de restaurantes escaneados y tarjetas de presentación, bastante parecidos a los canales de información de Facebook y Twitter. “Esencialmente ya teníamos a Twitter en 1999-2000”, lamenta. Mirror Worlds nunca despegó comercialmente y se quedó sin fondos en 2004.

Un año más tarde, Gelernter pensó que veía algo similar en los productos de Apple. Se dio cuenta de que tres programas de Apple —Cover Flow, Time Machine y Spotlight usados para revisar las carátulas de los CD, respaldar archivos y hacer búsquedas— se parecían al software que había inventado. Posteriormente, indicó Gelernter, un abogado descubrió un e-mail enviado por el difunto fundador y presidente ejecutivo de Apple, Steve Jobs, a varios
miembros de su equipo sobre Mirror Worlds, que decía: “Podría ser algo para nuestro futuro, y quizás sería
conveniente conseguir una licencia lo antes posible”. (Apple nunca obtuvo la licencia).

Estas palabras fueron la base de una demanda presentada por los dueños de las patentes de Mirror Worlds. En 2010, un jurado votó a favor de la empresa de Gelernter y otorgó a los titulares de la patente US$625 millones, una de las mayores indemnizaciones en la historia de EE.UU. en esta materia. Seis meses más tarde, un juez revocó el fallo.
La apelación no tuvo éxito y en junio pasado la Corte Suprema de EE.UU. se negó a tomar el caso. Una
nueva demanda fue presentada.

Gelernter vendió su patente en los años 90, pero conserva una participación de 2% en cualquier recompensa obtenida por la demanda. Hace dos años y medio, el hijo de Gelernter, Daniel, decidió resucitar la idea de su padre. Daniel, de 26 años, ahora es presidente ejecutivo de Lifestreams, que ha licenciado el antiguo software de
Mirror Worlds. Hasta ahora, Lifestreams ha recaudado US$3 millones. Se lanzará primero en grupos como familias,
equipos infantiles de deportes y grupos de alumnos universitarios.

Por ejemplo, familiares que están en distintas partes del país pueden compartir sitios web, fotos, documentos y videos entre sí subiéndolos al canal. “El peligro de Lifestreams es que siempre ha sido una idea fantásticamente
amplia”, apunta David Gelernter. Hace una década, señala, “la tecnología no estaba lista, los gráficos no estaban listos y la mentalidad de la gente tampoco lo estaba”.

Ahora, cree que el mundo podría ser capaz de apreciar su visión. “Fue (el novelista estadounidense) F. Scott Fitzgerald quien dijo que no hay segundos actos en las vidas estadounidenses”, comenta. “Pero este es un segundo acto”.