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Un fabricante afronta la dura realidad del sector textil en Bangladesh

  • 21 noviembre 2013 /

Daca, Bangladesh

Una nueva empresa que fabrica bolsos en Bangladesh está poniendo a prueba los límites de la complicada y desordenada industria textil en ese país.

Kazi Monir Hossain, uno de los rescatistas voluntarios que trabajó en la zona del derrumbe del edificio de plantas textiles Rana Plaza en abril, quería ayudar a los empleados a volver a trabajar tras el desastre. Pero muchos juraron que nunca volverían a pisar una fábrica de ropa. Entonces, Hossain usó dinero de donantes para lanzar una empresa que fabricara bolsos de yute y algodón.

Cuatro meses después, Oporajeo —que en el idioma local quiere decir “invencible”— tiene una plantilla de 21 ex operarios del Rana Plaza. En un pequeño taller en la misma calle donde solían trabajar, cosen yute de colores para confeccionar simples bolsos, carteras y portavinos.

“El yute solía ser muy famoso en Bangladesh”, dice Hossain. “Podemos volver a promoverlo”.

Hossain tiene pedidos suficientes para mantener ocupados a los empleados, pero afronta un desafío para combinar sus ideas con la realidad del gigantesco sector textil en Bangladesh. Los mayores minoristas del mundo van a este país en busca de trabajadores que produzcan sus diseños por poco dinero. Estos minoristas no buscan productos de la cultura local.

Además, a los grandes minoristas se ven atraídos por los bajos costos de producción que son posibles gracias a los ínfimos sueldos, pero Hossain aspira a pagarles más a sus empleados. Sus trabajadores de nivel inicial reciben 40% más que el salario mínimo de US$38 al mes que rige en el país. Un panel del gobierno recomendó hace poco aumentarlo a US$67 al mes, pero Hossain pretende subir el sueldo inicial en Oporajeo a US$100 mensuales.

La empresa de bolsos ilustra las dificultades de diversificarse más allá del sector de indumentaria del país, que mueve US$20.000 millones. Las exportaciones de bolsos y sacos de yute ascendieron a US$237 millones el año pasado, según la Oficina de Promoción de Exportaciones de Bangladesh, cerca de 1% del volumen de las ventas al exterior de ropa.

Los pedidos de bolsos de yute llegan a través de intermediarios, mientras que muchos minoristas de prendas tratan de forma directa con las fábricas textiles. Las grandes cadenas que compran indumentaria en Bangladesh han eludido a Hossain. Cuenta que se reunió con representantes de empresas europeas pero le decían que estaban interesados en tercerizar ropa, no bolsos.

Este mes, Hossain prevé registrar US$12.000 en ventas.

Muchos de los trabajadores del Rana Plaza, donde murieron unas 1.100 personas, afirman que no quieren volver a trabajar en una fábrica textil. Pero hay pocas alternativas para los cuatro millones de trabajadores del rubro. Otros sectores como los del calzado y el cuero, que están bien desarrollados en China, Vietnam y Camboya, tienen una producción mínima en Bangladesh.

El yute es anterior a la industria de ropa en este país. Los cultivos que producen las largas fibras naturales son idóneos para el clima local. Bangladesh es el segundo mayor productor de yute después de su vecina India, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

El yute, como el lino, volvió a ponerse de moda debido a la creciente demanda de productos ecológicos. Hasta ahora, los bolsos de Oporajeo, que se venden al por mayor por menos de US$2, son utilitarios, más que accesorios de moda, aunque la empresa planea comenzar a producir “bolsos elegantes para damas” más coloridos.

Hossain consideró que la producción de bolsos de yute era una forma de combinar dos atributos locales. “Me enteré de que Bangladesh tiene yute de la mejor calidad, y la mano de obra más barata del mundo”, dice. No sabía nada de manufacturas. Antes del Rana Plaza, Hossain, de 27 años y que estudió ingeniería mecánica, operaba una granja orgánica en las afueras de la capital, Daca.

Ahora, Hossain sueña con abrir una fábrica de ropa que produzca camisas y jeans. Si puede conseguir suficiente dinero, le gustaría contratar 250 trabajadores más el próximo año. “Hay miles de compradores internacionales de indumentaria”, afirma. “Esto es un juego”.