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Pese a la competencia de México, resurge el inodoro ‘made in USA’

  • 25 septiembre 2013 /

Este repunte es un microcosmos de las tendencias manufactureras actuales de Estados Unidos.

Ohio, Estados Unidos

En trabajos anteriores de gerencia, Jim Morando vio cómo las importaciones chinas hundieron el mercado estadounidense de baldosas de vinilo, pisos de madera y persianas. Ahora, como presidente de Mansfield Plumbing Products, un fabricante de inodoros en esta ciudad, Morando dice que ha decidido “levantarse y luchar”.

Tras décadas de verse superada por rivales extranjeros, la manufactura estadounidense de inodoros está protagonizando un sorprendente renacimiento, aunque modesto, y principalmente bajo propiedad extranjera.

Mansfield Plumbing, de la empresa colombiana Organización Corona, está invirtiendo US$9 millones para expandir la capacidad de su planta en Perrysville en cerca de 50%. Corona tiene además presencia en América Central, con la adquisición de Icesa, y está construyendo una planta en Brasil junto a la local Eternit.

Otro fabricante de inodoros, Toto Ltd. de Japón, ha instalado nueva maquinaria de fundición para elevar la capacidad alrededor de 5% en su fábrica en Morrow, en el estado de Georgia.

American Standard Brands, adquirida este año por la japonesa Lixil Corp., está instalando un nuevo horno y renovando otras partes de su planta de Nevada, Missouri, impulsando la capacidad entre 5% y 10%.

Este repunte es un microcosmos de las tendencias manufactureras actuales de Estados Unidos. “Los días de la caza de mano de obra barata en todo el mundo están llegando a su fin”, dijo William Strang, que dirige la división de operaciones de Toto en el continente americano. Toto está reduciendo sus envíos transpacíficos y depende más de sus plantas en EE.UU. y México para sus ventas en América del Norte. Además la panta mexicana, también cuenta con una en Brasil.

La fabricación de sanitario exige mucho trabajo manual. Es por eso que en las últimas dos décadas, la producción se trasladó a países de menores costos, principalmente China y México.

El trabajo es exigente y requiere fuerza para levantar tazas y tanques, así como un toque delicado para alisar las superficies.

“Se necesita la fuerza de un jugador de fútbol americano y las manos de un escultor”, apuntó Morando, de Mansfield.

Casi 75% de los 10,6 millones de sanitarios residenciales y comerciales vendidos en EE.UU. el año pasado fueron importados, estima Victor Post, vicepresidente de la firma de investigación GMP Research Inc.

Hoy en día, solo hay siete plantas de inodoros en EE.UU., comparado con 48 a finales de los años 70, indicó Morando.


Buena parte de esa capacidad podría no regresar, pero los ejecutivos de la industria ahora ven la producción en EE.UU. como una alternativa viable. Incluso si no construyen plantas nuevas en EE.UU., son más propensos a incrementar la capacidad en México que en China, para así reducir el tiempo de entrega. Además, los costos de los envíos por mar y los salarios chinos han aumentado, lo que hace que la fabricación allí sea menos atractiva.
Los mayores proveedores de sanitarios estadounidenses son Kohler Co., con un estimado de 24% del mercado, seguido por American Standard, con 18%; Toto, 9%, y Mansfield, 8%, según GMP.
Kohler mantiene tres plantas en EE.UU. y controla una fábrica grande en Monterrey, México. Muchos proveedores estadounidenses más pequeños sacaron toda su producción de EE.UU.
Cuando llegó a Mansfield en 2006, la fábrica en Perrysville se encontraba “en la cuerda floja”, recuerda Morando, y los costos de producción eran 20% más altos que las importaciones chinas.
Pero Morando quería continuar la producción en EE.UU. Eso permitiría a la empresa diferenciarse al promocionar su habilidad de llevar sus productos a los clientes de manera más rápida, responder rápidamente a cambios en las preferencias del cliente y ofrecer la marca “made in USA”, que según Morando se está volviendo cada vez más atractiva.
Para reducir costos, Mansfield automatizó procesos administrativos como la toma de pedidos y redujo sus inventarios, entre otras cosas. Los trabajadores, representados por un sindicato, aceptaron una congelación salarial que duró hasta 2012 y pagaron por una mayor porción de sus costos médicos.
Mansfield emplea unas 480 personas en Perrysville, frente a 370 hace cuatro años, y espera elevar esa cifra a unos 550 dentro de seis meses, indicó Morando.