25/04/2024
12:14 AM

El negocio del azúcar de Bunge aún espera un resultado dulce

Tres años después de dedicar US$1.300 millones a la expansión de su negocio de azúcar en Brasil, Bunge Ltd. aún espera ver las recompensas de su inversión.

    Tres años después de dedicar US$1.300 millones a la expansión de su negocio de azúcar en Brasil, Bunge Ltd. aún espera ver las recompensas de su inversión.

    La empresa neoyorquina, uno de los mayores comerciantes de granos del mundo, dice que sus operaciones de azúcar y bioenergía serán en un futuro tan grandes como sus operaciones de granos. Pero hasta hora, Bunge, cuyos ingresos ascendieron a US$60.000 millones el año pasado, no ha podido cultivar la suficiente caña de azúcar para operar sus plantas de procesamiento con eficiencia y ha sido golpeada por un declive en la industria del etanol de azúcar en Brasil.

    La solidificación exitosa del negocio de azúcar será uno de los principales desafíos que enfrentará el próximo presidente ejecutivo de Bunge, Soren Schroder, quien asumirá las riendas en junio. El jefe saliente, Alberto Weisser, fue quien lideró la incursión de Bunge en el sector del azúcar, una apuesta que podría ser uno de los pocos pasos en falso en sus 14 años al frente de la empresa.

    “La opinión es que existe valor en este negocio”, dijo Ari Gendason, gerente general de Arlon Group LLC, una firma de Nueva York que invierte en commodities agrícolas y que posee acciones de Bunge.

    Para reactivar el negocio, Bunge está adoptando técnicas agrícolas mejoradas con el fin de producir más caña de azúcar para sus plantas y cuenta con que tendrá mejores rendimientos gracias al clima. También busca nuevas fuentes de ingresos para sus operaciones de azúcar, que principalmente producen endulzantes y combustible de etanol.

    El ingreso de Bunge en la industria del azúcar marcó un gran paso en territorio desconocido. La empresa había operado tradicionalmente como intermediaria, comprando granos y otras cosechas de los agricultores, en lugar de producir. Pero la caña de azúcar tiene una vida útil más corta que el maíz o la soya, de modo que los procesadores de azúcar usualmente operan sus propias plantaciones para asegurar la estabilidad del suministro.

    “Ha habido una curva de aprendizaje bastante empinada”, reconoció Ben Pearcy, jefe de las operaciones de azúcar y bioenergía de Bunge. “Pero sabemos lo que estamos haciendo”.

    El principal obstáculo de Bunge hasta ahora ha sido su incapacidad de cultivar la suficiente caña de azúcar para proveer a sus plantas, debido en parte a un clima cálido y seco en Brasil en los últimos años.

    Sin embargo, este año, las condiciones climatológicas han sido más favorables. Aún faltan varias semanas para que empiece la cosecha, pero ya hay indicios de que la producción será “muy positiva”, y Bunge está lista para utilizar por primera vez la capacidad total de sus plantas, agregó Pearcy.

    La empresa empezó a comerciar azúcar en 2006 y compró su primera planta procesadora en Brasil en 2007. En 2010, compró otras cinco plantas en el país latinoamericano. Con estas adquisiciones, la empresa asumió el control de miles de hectáreas de cultivos de caña de azúcar. Bunge cultiva cerca de dos tercios de la caña de azúcar que procesa y compra el resto de otras fuentes.

    En 2010, Brasil sufrió de una de sus peores sequías en décadas y desde entonces, el negocio de azúcar de Bunge ha sufrido. El segmento de azúcar y bioenergía de la empresa registró una pérdida de US$49 millones en el cuarto trimestre de 2012 y asumió una rebaja contable de sus activos de US$327 millones. Los pobres resultados de la división contribuyeron a una amplia pérdida en el cuarto trimestre para la empresa.

    Otros procesadores de azúcar también han enfrentado vientos en contra en Brasil. Biosev, el negocio de azúcar de Louis Dreyfus Commodities Ltd., que no cotiza en bolsa, reportó una pérdida de US$78 millones en el primer semestre de 2012.

    Los problemas de Bunge en Brasil no sólo han reducido los volúmenes de ventas de azúcar, sino que también dejaron cesante buena parte de la capacidad de procesamiento de la empresa. En 2012, la empresa expandió su producción a 17 millones de toneladas, frente a 13 millones de toneladas en 2011, pero esa cantidad aún fue menor a los 21 millones de toneladas que tiene en capacidad. “En un negocio de costos fijos, eso destruye la rentabilidad”, señaló Pearcy.

    La empresa había dicho que el negocio sería un generador significativo de ganancias a partir de 2010, pero ahora espera que las operaciones finalmente alcancen un punto de rendimiento este año.