25/04/2024
06:07 AM

Honduras: Crédito al consumo se duplicó en una década

Los préstamos otorgados al sector agrícola hasta el año anterior representan solo el 2.7 del total.

Tegucigalpa, Honduras.

Un análisis de las cifras ofrecidas por el Banco Central de Honduras (BCH) dan cuenta de que el financiamiento al consumo se ha duplicado al pasar de 25.4% en 2005 a 53.3% en 2013.

Por otro lado, el crédito para el sector agropecuario retrocedió de 4.4% en 2005 a 2.7% en 2013. El sector industrial representaba el 18.1% en 2005, pero el 10.3% en 2013. Esta tendencia se mantiene en el 2014.

Los bancos comerciales invierten el dinero de los ahorrantes en busca de una alta tasa de interés y de una rápida recuperación, lo que explica su orientación hacia el consumo. Esta expansión es influida por los préstamos dirigidos a los tenedores de tarjetas de crédito.

A diciembre de 2013, el número de tarjetahabientes ascendió a 384,015, superando a los 309,425 registrados a finales de 2012. El incremento en ese período fue de 74,590 nuevos tenedores.

“Están ofreciendo recursos para que la gente pague sus deudas, a pesar del riesgo que implica que un gran porcentaje de la población tenga 3 o 4 tarjetas y, además, préstamos personales”, explican expertos.

El economista Henry Rodríguez indicó que “hay que estar conscientes de que invertir en sectores como el agro es riesgoso y hay un principio económico que a mayor riesgo, mayor tasa de interés, pero si este principio lo aplicamos en el agro, sería imposible que el productor reciba crédito”.

En los últimos años el propio Gobierno ha contribuido al alza de las tasas de interés por la competencia con el sector privado en el mercado de capitales para obtener ingresos y hacer frente a sus obligaciones presupuestarias, a tal grado que el crédito al Gobierno supera ampliamente al de la agricultura.

Tasas en alza

Las tasas de interés para el periodo 2007-2014 han oscilado en promedio entre 11.8% y 52.1%.

También hay que destacar que el crédito para la producción no solo decrece por elementos económicos, sino también por factores sociales como la inseguridad jurídica y ciudadana y la excesiva burocracia.

Sin embargo, el incremento del consumo en la sociedad no es del todo negativo. En teoría, si el consumo de la población aumenta, la demanda de producción también y por tanto la producción nacional debería ser mayor.

El efecto se multiplica, pues al existir la necesidad de una mayor producción se esperaría una disminución en los niveles de desempleo, mejorarían los salarios y la calidad de vida.

No obstante, la falta de capital para la producción conduce a una reducción de la inversión y en consecuencia de la producción, esto lleva a un mayor desempleo, caída del ingreso de la población y crea un círculo vicioso.

Prueba de lo anterior es la composición del producto interno bruto (PIB) durante el periodo 2005-2013, cuya tendencia muestra la marcada participación del consumo, con el nivel más bajo en el 2005 (86%) y el más alto en 2009 (90%). En contraste la inversión, tanto pública como privada, bajó de entre 22 y 24%.

Rodulio Perdomo, del Foro Social para la Deuda Externa de Honduras (Fosdeh), dice que “el crédito de consumo es importante. Que la gente pueda adquirir una refrigeradora, una motocicleta, puede ser bueno dos o tres años, el asunto es que la salvaguarda va a la par del hecho que la población tenga acceso a ingresos”.

Al desincentivar la producción nacional no se crea esa salvaguarda y tienden a desaparecer los sectores que generan empleo, y en consecuencia, ingresos.

El resultado es que la población no tendrá recursos para comprar todas las mercancías importadas.

El economista Rodríguez también considera que “cuando motivamos el consumo, desmotivamos la producción y somos más dependientes del extranjero”.

Sin servicios bancarios

Unos 215 municipios de los 298 que tiene el país no cuentan con servicios bancarios. La bancarización predomina en el corredor entre Puerto Cortés y Amapala, con una pequeña extensión a Olancho y El Paraíso, de acuerdo a estudios del Fosdeh.

La escasa cobertura del crédito formal, menor al 10% de la población total, ha convertido al crédito informal (prestamistas, familiares, proveedores y otros) en una importante fuente de financiamiento. Aproximadamente el 25% obtiene crédito en el mercado informal. “Hay una serie de financieras que prestan a tasas muy altas, pero con eso solo logramos que las personas estén subsistiendo día a día, porque todo el esfuerzo que realizan es para comer y para pagar el préstamo”, señala Rodríguez.

Además, del total de la cartera de créditos otorgados, menos del 1% corresponde a microcrédito, lo que significa que las micro y pequeñas empresas no son atractivas para la banca.