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Brasil afronta escepticismo sobre sus finanzas

  • 23 febrero 2014 /

El plan del país para contener el gasto y la inflación genera bastantes dudas.

Brasilia, Brasil

El gobierno de Brasil está haciendo lo imposible para convencer a los mercados de que habla en serio sobre la decisión de mantener sus finanzas en buena forma, pero enfrenta un abundante escepticismo.

El ministro de Hacienda, Guido Mantega, reforzó el viernes su mensaje de que el gobierno quiere controlar el gasto para ayudar a contener la inflación.

Los precios están subiendo a un ritmo que es un punto porcentual por encima de la meta oficial de 4,5%. En respuesta, el banco central ha elevado su principal tasa de referencia a 10,5 % anual. Sin embargo, eso actúa como un lastre adicional para el crecimiento económico, que ha sido inusualmente débil durante los últimos tres años.

El gobierno ha fijado para este año un objetivo de ahorro de 99.000 millones de reales (cerca de US$42.000 millones) frente a 91.000 millones de reales (unos US$39.000 millones al cambio actual) en 2013. Esa cifra equivale a 1,9 % del Producto Interno Bruto proyectado para el año.

El superávit primario es visto por los analistas como un indicador de la voluntad de un gobierno de vivir dentro de sus posibilidades.

De todos modos, Mantega es conocido por hacer previsiones optimistas al principio del año. A finales de año, el gobierno a menudo tiene que recurrir a confusos mecanismos para cumplir sus objetivos, algunas veces utilizando medidas que los economistas consideran trucos contables, aunque totalmente legales. Esto ha erosionado fuertemente la confianza en el ministro.

“El anuncio no fue suficiente para restaurar la credibilidad”, dijo en una entrevista João Augusto de Castro Neves, analista de la consultora Eurasia Group, con sede en Washington. Neves reconoció, sin embargo, que el objetivo para el próximo año era más realista y que también se dieron “algunos pasos hacia una mayor transparencia”.

Algunos economistas creen que el gobierno está simplemente proporcionando alguna cobertura al banco central para que este pueda disminuir el ritmo o incluso detener sus alzas de tasas de interés. La economía puede haberse sumergido en una recesión técnica en el segundo semestre de 2013, y la perspectiva para 2014 es de un crecimiento en torno a 1,5%, de acuerdo con estimaciones del mercado.

La nueva meta fiscal es “sólo un ejercicio para crear un entorno dentro del cual el banco central pueda detener el ajuste”, señala DarwinDib, economista jefe de Lapb, una firma de gestión de activos de São Paulo.

El experto cree que la amenaza más grande a la economía de Brasil es otra desaceleración de la economía mundial, que perjudicaría todavía más al país.

En realidad, Mantega debería gastar más, no menos, y centrarse más en impulsar el crecimiento que en luchar contra la inflación, enfatiza Dib.

Una de las amenazas más grandes a la meta de equilibrio fiscal es la posibilidad de que el gobierno tenga que aportar miles de millones de reales en subsidios para la industria generadora de electricidad.

Las severas sequías han dificultado la producción brasileña de energía hidroeléctrica barata, lo que significa que las compañías eléctricas tendrían que recurrir a la más costosa energía de las centrales termoeléctricas alimentadas con gas natural.

En lugar de transferir los costos directamente a los consumidores, el gobierno optó el año pasado por otorgar 9.000 millones de reales (unos US$3.800 millones al cambio actual) en subsidios. Este año la cifra podría ser incluso mayor, adelantan los economistas.

Mantega reconoció el viernes la posibilidad de sorpresas desagradables. De ser necesario, añadió, habría mayores recortes en los gastos y buscarían nuevas fuentes de ingresos. El ministro no descartó la posibilidad de alzas de impuestos.

“El gobierno está preparado para cubrir el gasto adicional”, asever