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Honduras está fuera de control

  • 13 marzo 2013 /

La publicación británica The Economist publicó un análisis político-económico del país.

La revista especializada The Economist dedicón un amplio reportaje a la situación económica y de inseguridad en Honduras. A continuación, el texto:

Cuando los soldados metieron al presidente de Honduras en un avión hacia Costa Rica en el golpe de 2009, nadie creyó que el país centroamericano volvería rápidamente a la normalidad. Aunque la crisis constitucional fue resuelta a comienzos de 2010 tras la elección de Porfirio Lobo como Presidente y el retorno de Manuel Zelaya, Honduras continúa en reversa. La violencia de pandillas, catalizada por el tráfico de drogas y la debilidad de quienes deben hacer cumplir las leyes, le han dado a Honduras la tasa de asesinatos más alta del mundo.

La escala de violencia es vertiginosa. El año pasado registró 86 asesinatos por cada 100,000 habitantes, de acuerdo con la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (Unah). La tasa es más del doble del promedio centroamericano, que es de los más altos del mundo.

Las mafias de la droga -bajo presión en México- se han instalado en Honduras. La costas y selvas hondureñas proveen de puntos de llegada a cerca del 40% de la cocaína con destino a los EUA.

Los traficantes les pagan a sus colaboradores con droga en vez de efectivo, creando un mercado local y el caos con él asociado.

Luego están los asesinatos aparentemente dirigidos. Al menos 25 periodistas -incluyendo a ocho el año pasado- han sido muertos desde el golpe. También se ha asesinado a quienes hacen campaña a favor de los derechos de los homosexuales -al menos ocho fueron muertos el año pasado- y los abogados, 15 de los cuales fueron asesinados. Sin embargo, de ningún modo es el grupo más expuesto al peligro: unos 60 taxistas fueron muertos en 2012, en muchos casos depués de que se intentara extorsionarlos.

El problema subyacente es que pocos homicidios son investigados y no digamos castigados. Aun cuando la tasa de asesinatos se ha duplicado, el número de policías se ha reducido, de alrededor de 14,000 en 2009 a unos 13,000 en la actualidad. Un progama de investigación iniciado en agosto pasado sometió a prueba a 1,231 agentes para cuando terminó el año, despidiendo a 281. Otros 450 se marcharon voluntariamente.

La economía

A pesar de la violencia, la economía hondureña creció un respetable 3.3% el año pasado y registró exportaciones (legales) récords. Un acuerdo de libre comercio con Centroamérica y los EUA ayudó a atraer las maquilas, los centros de llamadas y protegió las inversiones de la turbulencia política. Las remesas mantienen el consumo, como se muestra en los deslumbrantes centros comerciales que surgen como hongos en la capital.

Pero la resistente economía oculta la debilidad de las finanzas públicas. Las cuentas sin pagar del Gobierno a sus empleados y contratistas representan el 4% del PIB. El Gobierno ha recurrido a pedir prestado en el caro mercado local. Estudia una emisión internacional de bonos, pero el mes pasado, la agencia Moody’s cambió a negativa su perspectiva de una ya débil calificación de crédito de Honduras.

Los políticos hondureños se han vuelto tan disfuncionales como su gobierno y sus fuerzas de seguridad. En diciembre, el Congreso votó para destituir a cuatro magistrados de la Corte Suprema que repetidamente fallaban que las nuevas leyes eran inconstitucionales. Una de ellas le daba poder a la legislatura para destituir a funcionarios estatales. “El predominio de la ley se ha roto en este país”, dice Ramón Custodio, titular del Comisionado de Derechos Humanos. También le preocupa un proyecto de ley de medios que traería nuevos impuestos y regulaciones al que los diarios han descrito como censura.

El presidente del Congreso, Juan Orlando Hernández, es el candidato del oficialista Partido Nacional en la carrera presidencial. Las encuestas lo presentan empatado con Xiomara Castro, la esposa de Zelaya. Salvador Nasralla, una personalidad de la televisión, es candidato por el nuevo Partido Anticorrupción. Tiene poca posibilidad de ganar, pero puede dividir el voto anti-Zelaya, dándole ventaja a la señora Castro. Si Honduras va a detener su espiral descendente, necesita desesperadamente un fuerte liderzgo democrático y poner fin a la división política. Ni una cosa ni la otra parece probable. Tomado de The Economist