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El 2013 plantea un futuro impredecible

  • 16 diciembre 2012 /

Expertos consideran que la economía mundial sigue recuperándose.

Una somera búsqueda en Google de “economía mundial” produce desde hace semanas un resultado desconcertante.

De Estados Unidos a Australia se encuentran medios de comunicación de todo color y tendencia que opinan alternativamente que la economía global sigue cayendo, que está recuperándose o que se encuentra estancada.

La última buena noticia que sostienen los titulares más optimistas es que la producción manufacturera de China creció en noviembre por segundo mes consecutivo y que el optimismo de los consumidores estadounidenses está en alza.

En junio eran todas sombras en el panorama económico global, con predicciones de un aterrizaje forzoso chino que arrastraría a Asia, América Latina y, por supuesto, al mundo industrializado. Una alarma similar causaron en esa época los decepcionantes datos del mercado laboral estadounidense.

¿Está unos meses más tarde el vaso medio lleno?

Kevin Dunning, analista de economía global de la Unidad de Inteligencia de la revista británica The Economist, dice que “estamos viendo una mejora, aunque lenta. A mediados de año se vio una caída en la economía global, en especial en países emergentes como China, India y Brasil. Pero hay un repunte en marcha que va a continuar el año próximo. No va ser una recuperación como en 2010, pero creemos que la economía va a crecer a un nivel más sostenido que este año”.
Caída y resurrección

La crisis de la deuda soberana y la debilidad del sistema financiero internacional mostraron que los problemas tenían que ver con profundos desequilibrios del modelo económico global.

Para evitar que esto se repita, los ministros de Finanzas de la Unión Europea llegaron a un acuerdo para supervisar los bancos de la eurozona, una tarea que le será asignada al BCE (Banco Central Europeo).
Visiones contrapuestas

Con todo, persiste el desacuerdo entre los académicos y los comentaristas sobre las razones de fondo de esta crisis.

Una visión de izquierda coloca su origen en la eliminación de controles financieros de la década de los años 80, que transformó al mundo en un gigantesco casino, y en la creciente desigualdad que terminó en un insostenible endeudamiento personal.

Una visión de derecha pone el acento en el intervencionismo de los bancos centrales, que mantuvieron las tasas de interés artificialmente bajas para sostener la actividad económica, y la existencia de un igualmente insostenible Estado benefactor en los países centrales, causa que consideran fundamental para la crisis de la deuda soberana.

En un punto, izquierda y derecha coinciden. No se trata de una crisis coyuntural, sino estructural: tomará mucho tiempo enderezarla.