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Río se convierte en capital del petróleo

  • 07 enero 2012 /

Inversionistas de todo el mundo se instalan en la ciudad carioca.

Houston no tendrá playa ni carnaval, pero es la capital mundial del petróleo, una ciudad donde tienen su sede empresas como ConocoPhillips, Marathon Oil, Halliburton y decenas de centros de I+D.

En cambio RÍo de Janeiro tiene su isla del petróleo. Y no es otro rasgo hiperbólico brasileño. Así es como se conoce ahora a la Ilha do Fundão, sede de la Universidad Federal de Río de Janeiro, UFRJ, y del Centro de Investigación y Desarrollo de Petrobras (Cenpes, por sus siglas en portugués). Aquí es donde, en un área de 350,000 m2 y entre edificios futuristas, se está creando un parque tecnológico en el que se instalarán dentro de poco la francesa Schlumbreger, las estadounidenses Baker Hughes y FMC y la siderúrgica brasileña Usiminas. También se aprobaron proyectos similares para Halliburton, Tenaris Confap y Chemtech, brazo petrolero de la alemana Siemens.

“Vamos a contar con la UFRJ como socio estratégico para atender en primer lugar la demanda del mercado brasileño y, en el largo plazo, la demanda global”, dice Roberto Leite, director de I+D de Chemtech.

Capital del petróleo

Sí, son momentos de auge y diversificación para Río, una ciudad tradicionalmente asociada al turismo y la entretención, más que a la industria pesada y la investigación. De hecho, ya es la capital petrolera de América Latina, como lo ratifican la presencia de Petrobras, OGX (Eike Batista), Shell y la noruega Statoil. Los royalties del petróleo prometen engrosar las arcas del estado y traducirse en un colosal plan de infraestructura.

A lo anterior se suma una contundente lista de proyectos privados. Batista está construyendo en el norte del estado uno de los mayores complejos logísticos de América Latina, el puerto do Açu, que albergará un astillero, una siderúrgica y una termoeléctrica. GE instalará un centro tecnológico en un terreno de casi 13,000 m2 cedido por el ejército brasileño, que consumirá parte de los 550 millones de dólares que la multinacional contempla invertir en Brasil en los próximos cinco años. Y Rolls Royce planea instalar en la región de Itaguaí, en el sur del estado, su quinto centro de excelencia en el mundo, ello como parte de un programa de 150 millones para instalar una fábrica de montaje de turbinas para plataformas petroleras.

“Además del ritmo acelerado del sector petrolero, es innegable la importancia de la pacificación de las favelas para el marketing local”, dice Cristiano Prado, gerente de competitividad industrial e inversiones de la Federación de Industrias de Río (Firja, por sus siglas en portugués). “El sector turístico volvió a invertir y se inauguraron nuevas tiendas siguiendo la recuperación del ingreso”. Es que las grandes inversiones y la mejoría en la imagen local e internacional de la ciudad están chorreando sus beneficios a toda una cadena de pequeños comerciantes y pymes.

Los ejecutivos transferidos desde el extranjero o de otras partes del país se traducen en nuevas oficinas, tiendas, hoteles y restaurantes.

“Río tiene grandes oportunidades, pero también grandes limitaciones para el crecimiento”, dice Charles Tang, presidente de la Cámara de Comercio Brasil-China.

Se refiere particularmente al sector portuario, que necesita urgentes modernizaciones y mayor calificación de la mano de obra para alcanzar estándares mundiales.

El reto de la infraestructura

La infraestructura es clave y los planes cariocas son tan altos y generosos como el Cristo Redentor: este año se están invirtiendo 1,700 millones de dólares, que sumarán unos 9,000 millones hasta 2016, desembolsados por el gobierno y el Comité Olímpico Internacional. Todo ello para modernizar el transporte público y el sistema de tránsito y revitalizar áreas urbanas.

Entre los proyectos de mayor impacto están la extensión del metro para conectar Barra da Tijuca con Ipanema, Leblon y, eventualmente, el centro de la ciudad, y un sistema de transporte público con 53 estaciones y pistas exclusivas.

Pero el más ambicioso se llama Porto Maravilha, que seguirá la tendencia de ciudades como Barcelona y Buenos Aires en términos de reformular totalmente las zonas aledañas al puerto.