13/04/2024
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Los bancos centrales extreman sus recursos ante el enfriamiento global

  • 23 noviembre 2014 /

El Banco Popular de China redu­jo sorpresivamente las tasas de re­ferencia para créditos y depósitos.

Nueva York, Estados Unidos.

La decisión del viernes de los bancos centrales de dos de las mayores economías del mundo de apuntalar el crecimiento global fue bien recibida en los mer­cados, pero plantea interrogantes sobre las limitaciones de una estra­tegia que usa la política monetaria con el fin de abordar los problemas económicos.

El Banco Popular de China redu­jo sorpresivamente las tasas de re­ferencia para créditos y depósitos, sus primeros recortes desde 2012. Por su parte, el presidente del Ban­co Central Europeo, Mario Draghi, dijo que la entidad podría adoptar medidas para elevar la inflación, que en la actualidad es casi nula, en lo que constituye la señal más clara de que el BCE está más cerca de comprar una variedad más am­plia de bonos de la zona euro.

Los anuncios se produjeron me­nos de dos semanas después de que el Banco de Japón indicara que ace­lerará su programa de compra de valores en medio de la recesión de la economía, una política conoci­da como relajamiento cuantitativo, QE, por sus siglas en inglés.

Los anuncios del viernes im­pulsaron los mercados de accio­nes globales y el dólar, así como los precios del crudo.
Aunque las medidas de relaja­ción cuantitativa en Europa y Asia son buenas para los inversionistas, acarrean varios riesgos.

Podrían perpetuar o crear burbujas de acti­vos o avivar demasiado la inflación si se llevan al extremo. Igualmente, no son una solución para los pro­blemas estructurales con los que tienen que lidiar los estrategas económicos en cada país.

Las noticias, en particular las provenientes de Europa, represen­tan un sutil espaldarazo a la estra­tegia de crédito fácil seguida por la Reserva Federal, el banco central de Estados Unidos, para combatir la crisis de 2008. La propia Fed, no obstante, puso fin el mes pasado a las compras de bonos después de seis años y evalúa el mejor momen­to para empezar a subir las tasas de interés ante el fortalecimiento de la economía. En todo caso, las alzas de tasas no ocurrirían antes de va­rios meses, como mínimo.

La debilidad de la economía glo­bal deja a EE.UU. en una disyuntiva. Si la Fed abandona sus políticas de crédito fácil en momentos en que los bancos centrales de otras eco­nomías desarrolladas refuerzan sus medidas de estímulo, se puede disparar la cotización del dólar, lo que encarecerá las exportaciones estadounidenses. También podría ejercer una presión bajista sobre la inflación y los precios de las mate­rias primas, que a menudo están denominados en dólares.

Eswar Prasad, profesor de la Universidad de Cornell y ex eco­nomista del Fondo Monetario Internacional, estima que estos acontecimientos entorpecerán los esfuerzos de la Fed de subir las ta­sas de interés.

Las medidas también son un indicio de la creciente desespera­ción de los estrategas de los paí­ses desarrollados ante la pérdida de dinamismo de sus economías, en particular cuando la debilidad de la demanda deja a la inflación en niveles considerados como alar­mantemente bajos. “No podemos ser complacientes”, aseguró Draghi en Fráncfort. “Hemos estado muy atentos a que la baja inflación no empiece a repercutir en la econo­mía de una manera que siga dete­riorando la situación económica y las perspectivas de inflación”. El mes pasado, la inflación anual de la zona euro llegó a 0,4%, muy por debajo de la meta del BCE de 2%.

Las palabras de Draghi aumenta­ron las expectativas de que el BCE compre pronto grandes cantidades de deuda de la zona euro, de empre­sas o soberana. El objetivo es man­tener bajas las tasas de interés a lar­go plazo e incentivar la compra de activos de mayor riesgo como forma de estimular el crédito, la inversión y el gasto. Pero la práctica es todo un desafío en Europa, donde la capa­cidad del BCE para adquirir deuda soberana es limitada.

Europa y Japón afrontan pro­blemas parecidos: un crecimiento nulo o negativo que deja a la infla­ción muy por debajo de la meta de 2%. China también registra una caí­da en los precios al consumidor y deflación en su sector industrial.

La Fed realizó un experimen­to de un quinquenio con el rela­jamiento cuantitativo. Redujo las tasas de interés de corto plazo a casi cero en diciembre de 2008 y prometió mantenerlas ahí durante un lapso prolongado. Luego lanzó varias rondas de compras de bonos que dispararon su balance, es de­cir su portafolio de valores, prés­tamos y otros activos, de menos de US$900.000 millones a más de US$4 billones.

El experimento no causó hipe­rinflación ni obvias burbujas de activos, como los detractores pre­vieron. Hoy, la economía estado­unidense goza de una mejor salud que la de Europa o Japón, lo que su­giere que las políticas de QE contri­buyeron a apuntalar el crecimien­to, aunque su aporte sigue siendo materia de acalorado debate.

Algunos observadores dudan que las políticas de crédito fácil den resultado en Europa o Japón.
“Los bancos centrales han llega­do al límite de su capacidad”, afir­ma Liaquat Ahamed, autor del libro Los señores de las finanzas que do­cumentó los errores cometidos por los bancos centrales antes y duran­te la Gran Depresión mundial de los años 30.

Japón, agrega, tiene una economía interna ineficiente y el sistema bancario europeo es frá­gil. Inyectar dinero en estas eco­nomías no resolverá tales proble­mas, asevera.

China es un caso aparte. Las ta­sas de interés son más altas en el país asiático y, por ende, el banco central tiene un mayor margen de maniobra para fomentar el crédito y el gasto. El gobernador del Banco Popular de China, Zhou Xiaochuan, se había resistido a los llamados de los inversionistas, las empresas y el propio gobierno para recortar las tasas.

El viernes, sin embargo, la en­tidad redujo en 0,4 puntos porcen­tuales la tasa de préstamos a un año para dejarla en 5,6%. También disminuyó en un cuarto de punto porcentual la tasa de depósitos a un año a 2,75%.