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Contratos para los Olímpicos de Río de Janeiro, bajo la lupa

  • 23 noviembre 2014 /

Las autoridades investigan denuncias de que las empresas formaron un cartel para inflar los precios de contratos con la estatal Petróleo Brasileiro SA.

Río de Janeiro, Brasil.

Una investigación sobre corrupción en Brasil está plantean­do interrogantes sobre la necesidad de una mayor supervisión de los proyectos en de­sarrollo para los Juegos Olímpicos de 2016, debido a que las acusaciones apuntan a al­gunas de las mayores empresas de construc­ción del país.

Las autoridades investigan denuncias de que las empresas formaron un cartel para inflar los precios de contratos con la estatal Petróleo Brasileiro SA y pagaron sobornos a ejecutivos de la petrolera y políticos bra­sileños.

Los blancos de los fiscales incluyen a cons­tructoras multinacionales brasileñas como Odebrecht, Queiroz Galvão y OAS SA, que son socias en contratos multimillonarios para los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro.

En la última semana, ejecutivos de las tres compañías han sido arrestados y la Policía Federal hizo allanamientos en sus sedes, o ambas cosas. Ninguno de estos ejecutivos ha sido imputado de cargos formales.

Odebrecht y Queiroz Galvão dicen que no infringieron ninguna ley en conexión con Petrobras o los Juegos Olímpicos. OAS no respondió a pedidos de comentarios ni ha realizado declaraciones en público sobre el asunto.

Si bien la investigación de la Policía Fede­ral se ha enfocado en Petrobras, los investi­gadores creen que la práctica de pagar so­bornos para obtener grandes proyectos de construcción del gobierno es muy común en Brasil.

“Me parece que este ardid fue repetido no sólo en otros departamentos dentro de Petro­bras sino que también se repite siempre que hay proyectos públicos”, dijo en una entrevista el fiscal federal Carlos Fernando dos Santos Lima, quien trabaja en el caso. “Es mucho más grande que sólo Petrobras”.

Con un costo que se acerca a US$15.000 millones, los Juegos de Rio fueron el tema principal durante las protestas del año pa­sado, en las que millones de brasileños salie­ron a las calles a expresar su enojo con los que se percibe como gastos excesivos en eventos deportivos, la corrupción y la mala calidad de los servicios públicos.

El gobernador del estado de Rio de Janeiro, Luiz Fernando Pezão, dice que los proyectos para los Juegos Olímpicos están avanzando según lo planeado, pero hace poco expresó preocupación sobre lo que sucedería si las empresas que llevan a cabo las obras son im­plicadas en el caso de Petrobras. “Todo Brasil se verá afectado por la posible paralización”, sostuvo.

Petrobras está cooperando con las auto­ridades y realiza su propia investigación in­terna. La compañía se considera una víctima de los presuntos delitos.

Un vocero de Rio 2016, el comité organi­zador de los Juegos, no quiso comentar so­bre el tema debido a que la organización no está a cargo de los contratos de construcción, que son otorgados por gobiernos municipa­les, estatales y el federal.

Los fiscales afirman que 16 compañías coludieron para elevar el costo de los con­tratos de Petrobras. Muchos han sido nom­brados por las personas arrestadas en la investigación, entre ellos el ex ejecutivo de Petrobras Paulo Roberto Costa, quien le dijo al juez que recibió sobornos de las empresas, según documentos judiciales divulgados re­cientemente.

Costa testificó como parte de un acuerdo con la fiscalía y ha acordado devolver alrede­dor de US$27 millones en ganancias ilícitas a las arcas públicas, dijo el fiscal Santos Lima. Costa, quien fue acusado formalmente de la­vado de dinero y corrupción, está bajo arresto domiciliario y no estuvo disponible para hacer comentarios.

Al menos un ejecutivo de una empresa de construcción ha admitido haber pagado so­bornos a funcionarios de Petrobras, en este caso US$1,8 millones, dijo su abogado en una entrevista. La compañía no tiene contratos para los Juegos Olímpicos. No obstante, otras empresas bajo investigación sí ganaron lici­taciones.

Odebrecht, un gigante de la infraestruc­tura, está ayudando a construir la Villa Olím­pica, el extenso Parque Olímpico, una línea de autobuses expresos que conectará los dos principales complejos deportivos, y una nueva línea de metro en Rio. La policía hizo una redada en sus oficinas este mes por las acusaciones sobre Petrobras. En un e-mail, Odebrecht sostuvo que nunca ha participa­do en ningún cartel o ha pagado sobornos a un representante de Petrobras. La empresa afirmó que todos sus contratos, incluidos los relacionados a los Juegos Olímpicos, cum­plen las leyes por completo.

Queiroz Galvão, cuyo ex presidente fue arrestado la semana pasada junto con otro ejecutivo, también trabaja en la nueva línea de trenes subterráneos y está construyendo parte del Complejo Deportivo de Deodoro, donde tendrán lugar algunos eventos, en so­ciedad con OAS. Queiroz Galvão dijo que to­das sus “actividades y contratos se adhieren rigurosamente a la legislación vigente”. Cin­co empleados de OAS, incluido su presidente, fueron arrestados. La firma no ha hecho de­claraciones públicas.

OAS y Queiroz Galvão también comparten un contrato para limpiar los lagos contami­nados cerca del centro olímpico de Rio. El go­bierno del estado revocó el contrato después de que una revista informó el año pasado que las empresas cooperaron para inflar el costo del proyecto. Documentos del gobierno mues­tran que el contrato fue restituido este año ante las preocupaciones de los funcionarios de que el proyecto no sería finalizado a tiem­po para los Juegos. Las empresas negaron las acusaciones.

“He dicho desde hace años que la Copa del Mundo y los Juegos Olímpicos juntos podrían convertirse en el mayor escándalo financiero en la historia de Brasil si no son monitoreados de forma adecuada”, dice Alberto Murray Neto, un abogado y ex miembro del Comité Olímpico Brasileño. “Creo que estas compañías debe­rían ser escudriñadas aún más de cerca”.

Las constructoras brasileñas, que son im­portantes donantes de las campañas políticas, son criticadas con frecuencia por tener rela­ciones estrechas con el gobierno.