Nueva York, Estados Unidos.
La Reserva Federal anunció el fin de su programa de compra de bonos, un experimento sin precedentes que desató un acalorado debate entre autoridades, economistas e inversionistas acerca de sus repercusiones, pese a que el banco central estadounidense dijo que lo ayudó a conseguir su objetivo de reducir el desempleo.
La decisión representa un llamativo voto de confianza en la economía de Estados Unidos, que parece haberse expandido a una tasa anualizada de 3% o más durante el tercer trimestre. Se trata de un desempeño muy superior al de Japón o Europa y una señal esperanzadora para la economía global en momentos en que China parece estar flaqueando.
“Se ha producido una mejora substancial en la perspectiva del mercado laboral desde el inicio del actual programa de compra de activos”, expresó la Fed en un comunicado. “Además, la (Fed) sigue observando una suficiente fortaleza subyacente en la economía que apoye un progreso persistente hacia el pleno empleo en un contexto de estabilidad de precios”.
Si todo marcha como está previsto, las autoridades volcarán su atención durante los próximos meses en la fecha en que empezaría a subir las tasas de interés de referencia y en cómo informar al público con la debida antelación. Por el momento, el banco central mantuvo su compromiso de mantener las tasas bajas por “un período considerable” de tiempo. Muchos inversionistas y la propia entidad no prevén un alza en la tasa de referencia de corto plazo hasta mediados de 2015.
Muchas cosas pueden salir mal y desbaratar el plan de la Fed. El organismo ya ha declarado en dos ocasiones previas su intención de dejar de imprimir dinero para comprar bonos, para luego verse obligado a reanudar el proceso ante el debilitamiento del crecimiento, el empleo y la inflación. Narayana Kocherlakota, el presidente de Banco de la Reserva Federal de Minneapolis, fue el único voto disidente en la decisión del miércoles pues quería que el programa continuara.
El comunicado de la Fed incluyó una calificación que subraya su incertidumbre en torno al futuro económico. Si el empleo mejora o la inflación aumenta más rápido de lo previsto, las alzas de tasas podrían producirse antes de lo esperado. Por el contrario, si la mejora del mercado laboral demora más de lo esperado y no surgen presiones inflacionarias, la entidad podría demorar el ajuste monetario.
Un trasfondo económico marcado por la inflación y el empleo empuja sutilmente al banco central en dos direcciones. Las autoridades tomaron nota de los “sólidos avances del empleo” y dijeron que la capacidad ociosa del mercado laboral está “disminuyendo paulatinamente” en una señal de que el vigor de la economía podría desembocar en alzas de tasas antes de lo esperado. La entidad había señalado desde junio que observaba una capacidad ociosa “substancial” en el mercado laboral, una expresión que ahora borró de su comunicado.
Por otra parte, el banco central también resaltó la caída en los precios de la energía y las expectativas de inflación del mercado, signos de una inflación baja que le daría margen de maniobra para esperar antes de elevar las tasas de interés. La inflación ha permanecido por debajo de la meta de 2% durante más de dos años.
Los inversionistas no se mostraron muy alarmados por el fin del plan de compra de bonos. El Promedio Industrial Dow Jones cerró la jornada con un descenso de 31,44 puntos, 1,8%, en 16.974,31 unidades. El rendimiento del bono del Tesoro estadounidense a 10 años subió 0,041 punto porcentual para quedar en 2,325%.
Mientras la Fed evalúa sus pasos siguientes, los economistas y los gestores de fondos empiezan a hacer los primeros balances del programa de compra de bonos, conocido como relajamiento cuantitativo.
El debate se ha acalorado en el último tiempo. El premio Nobel de Economía y columnista del periódico New York Times Paul Krugman acusó hace unas semanas a los detractores del relajamiento cuantitativo de estar politizados y de negarse a reconocer sus errores a la hora de evaluar los riesgos del programa. Cliff Asness, gestor de un fondo de cobertura y uno de los críticos de la compra de bonos por parte de la Fed, comparó a Krugman con un zorrillo o zorrino.
La polémica en torno al programa se debe, en parte, a sus numerosos imponderables. Durante una etapa normal, la Fed sube o baja las tasas de interés para manejar los ciclos de la economía. Pero el banco central ya redujo su tasa de referencia de corto plazo a casi cero en diciembre de 2008 y no ha tenido más remedio que buscar otras formas de estimular los mercados y la economía.
La Fed lanzó su última ronda de compra de bonos en septiembre de 2012, al anunciar que adquiriría US$40.000 millones mensuales de bonos hipotecarios. Expandió el programa en diciembre de 2012 mediante la compra mensual de US$45.000 millones en bonos del Tesoro estadounidense. El banco central ha desmantelado paulatinamente la política desde enero de este año.
Su portafolio de valores, créditos y otros activos ha aumentado de US$2,825 billones cuando empezó el programa a US$4,482 billones en la actualidad. La entidad ha indicado que contempla mantener ese nivel de activos y pasivos hasta después de que comience a elevar las tasas de interés.
La Reserva Federal anunció el fin de su programa de compra de bonos, un experimento sin precedentes que desató un acalorado debate entre autoridades, economistas e inversionistas acerca de sus repercusiones, pese a que el banco central estadounidense dijo que lo ayudó a conseguir su objetivo de reducir el desempleo.
La decisión representa un llamativo voto de confianza en la economía de Estados Unidos, que parece haberse expandido a una tasa anualizada de 3% o más durante el tercer trimestre. Se trata de un desempeño muy superior al de Japón o Europa y una señal esperanzadora para la economía global en momentos en que China parece estar flaqueando.
“Se ha producido una mejora substancial en la perspectiva del mercado laboral desde el inicio del actual programa de compra de activos”, expresó la Fed en un comunicado. “Además, la (Fed) sigue observando una suficiente fortaleza subyacente en la economía que apoye un progreso persistente hacia el pleno empleo en un contexto de estabilidad de precios”.
Si todo marcha como está previsto, las autoridades volcarán su atención durante los próximos meses en la fecha en que empezaría a subir las tasas de interés de referencia y en cómo informar al público con la debida antelación. Por el momento, el banco central mantuvo su compromiso de mantener las tasas bajas por “un período considerable” de tiempo. Muchos inversionistas y la propia entidad no prevén un alza en la tasa de referencia de corto plazo hasta mediados de 2015.
Muchas cosas pueden salir mal y desbaratar el plan de la Fed. El organismo ya ha declarado en dos ocasiones previas su intención de dejar de imprimir dinero para comprar bonos, para luego verse obligado a reanudar el proceso ante el debilitamiento del crecimiento, el empleo y la inflación. Narayana Kocherlakota, el presidente de Banco de la Reserva Federal de Minneapolis, fue el único voto disidente en la decisión del miércoles pues quería que el programa continuara.
El comunicado de la Fed incluyó una calificación que subraya su incertidumbre en torno al futuro económico. Si el empleo mejora o la inflación aumenta más rápido de lo previsto, las alzas de tasas podrían producirse antes de lo esperado. Por el contrario, si la mejora del mercado laboral demora más de lo esperado y no surgen presiones inflacionarias, la entidad podría demorar el ajuste monetario.
Un trasfondo económico marcado por la inflación y el empleo empuja sutilmente al banco central en dos direcciones. Las autoridades tomaron nota de los “sólidos avances del empleo” y dijeron que la capacidad ociosa del mercado laboral está “disminuyendo paulatinamente” en una señal de que el vigor de la economía podría desembocar en alzas de tasas antes de lo esperado. La entidad había señalado desde junio que observaba una capacidad ociosa “substancial” en el mercado laboral, una expresión que ahora borró de su comunicado.
Por otra parte, el banco central también resaltó la caída en los precios de la energía y las expectativas de inflación del mercado, signos de una inflación baja que le daría margen de maniobra para esperar antes de elevar las tasas de interés. La inflación ha permanecido por debajo de la meta de 2% durante más de dos años.
Los inversionistas no se mostraron muy alarmados por el fin del plan de compra de bonos. El Promedio Industrial Dow Jones cerró la jornada con un descenso de 31,44 puntos, 1,8%, en 16.974,31 unidades. El rendimiento del bono del Tesoro estadounidense a 10 años subió 0,041 punto porcentual para quedar en 2,325%.
Mientras la Fed evalúa sus pasos siguientes, los economistas y los gestores de fondos empiezan a hacer los primeros balances del programa de compra de bonos, conocido como relajamiento cuantitativo.
El debate se ha acalorado en el último tiempo. El premio Nobel de Economía y columnista del periódico New York Times Paul Krugman acusó hace unas semanas a los detractores del relajamiento cuantitativo de estar politizados y de negarse a reconocer sus errores a la hora de evaluar los riesgos del programa. Cliff Asness, gestor de un fondo de cobertura y uno de los críticos de la compra de bonos por parte de la Fed, comparó a Krugman con un zorrillo o zorrino.
La polémica en torno al programa se debe, en parte, a sus numerosos imponderables. Durante una etapa normal, la Fed sube o baja las tasas de interés para manejar los ciclos de la economía. Pero el banco central ya redujo su tasa de referencia de corto plazo a casi cero en diciembre de 2008 y no ha tenido más remedio que buscar otras formas de estimular los mercados y la economía.
La Fed lanzó su última ronda de compra de bonos en septiembre de 2012, al anunciar que adquiriría US$40.000 millones mensuales de bonos hipotecarios. Expandió el programa en diciembre de 2012 mediante la compra mensual de US$45.000 millones en bonos del Tesoro estadounidense. El banco central ha desmantelado paulatinamente la política desde enero de este año.
Su portafolio de valores, créditos y otros activos ha aumentado de US$2,825 billones cuando empezó el programa a US$4,482 billones en la actualidad. La entidad ha indicado que contempla mantener ese nivel de activos y pasivos hasta después de que comience a elevar las tasas de interés.