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Las grandes empresas de Estados Unidos pierden brillo

  • 23 octubre 2014 /

La lista de estrellas que han per­dido su resplandor es notable: AT&T, que el miércoles redujo su pronósti­co de ganancias.

Nueva York, Estados Unidos.

El método parecía comprobado y prácticamente imbatible: invertir en las blue chips, las empresas con varias décadas de vida y de las que se podrá descontar un buen desempe­ño en las buenas y en las malas.

Ahora, sin embargo, estos ba­luartes del mercado están mos­trando síntomas de envejecimien­to. La estabilidad se ha convertido en estancamiento a medida que las empresas otrora consideradas entre las más fiables del mercado registran un crecimiento débil, un trimestre lamentable tras otro.

La lista de estrellas que han per­dido su resplandor es notable: AT&T, que el miércoles redujo su pronósti­co de ganancias; Coca-Cola Co., que registró un aumento nulo en sus ven­tas; International Business Machi­nes Corp., que echó por la borda su pronóstico de ganancias; Wal-Mart Stores Inc., cuyas ventas en locales abiertos durante más de un año no han aumentado en EE.UU. desde 2012; General Electric Co., cuya ac­ción no ha superado los US$30 des­de la crisis financiera de 2008.

Un tercio de los integrantes del Promedio Industrial Dow Jones ha registrado ingresos estancados o en descenso en los últimos 12 me­ses, según datos de Capital IQ. El crecimiento en la facturación de casi la mitad de los componentes del Dow no superó la tasa de infla­ción de EE.UU. de 1,7%.

Cada compañía tiene sus proble­mas idiosincrásicos y cada una está tomando medidas para afrontarlos. Pero por debajo de todo yace una sensación de malestar generalizado en empresas cuyas otrora poderosas fórmulas de éxito las dejaron dema­siado grandes para cambiar ágilmen­te de dirección cuando las condicio­nes del mercado lo ameritaban.

“Ninguna de estas son com­pañías patológicas”, apunta Anil Gupta, profesor de estrategia y em­prendimiento de la Universidad de Maryland. En lugar de ello, habían adoptado lo que califica de recursos “pegajosos”, no sólo sistemas tecno­lógicos, sino también empleados y procesos empresariales enfocados en tener éxito en una particular gama de circunstancias. “Eso es lo que te vuelve exitoso. Eso también te amarra fundamentalmente al esque­ma actual”, anota Gupta. “La compa­ñía crece, pero queda atrapada”.

El término blue chips fue acuña­do a principios de los años 20 por el reportero de Dow Jones Oliver Gingold y fue consagrado en el Pro­medio Industrial Dow Jones, com­puesto por 30 de las principales em­presas de EE.UU.

Coca-Cola es una de las empresas que inquieta a los inversionistas. El presidente ejecutivo Muhtar Kent había prometido que 2014 sería un “año de ejecución” después de que la empresa de bebidas no cumpliera sus metas de crecimiento de volumen e ingresos el año pasado. Pero cuando develó sus resultados del tercer tri­mestre el martes, había fracasado en casi todos los renglones. No cumplió con su meta de volumen por segun­da vez en tres trimestres y redujo su objetivo de ventas a largo plazo.

La compañía reconoció que anticipaba incumplir su meta de ganancias de fin de año y advirtió que el próximo año no sería mucho mejor.

La empresa solía tener una fórmu­la secreta, y no solamente para pro­ducir Coca-Cola. También sabía cómo vendérsela a las embotelladoras, una estrategia lucrativa durante años. Pero la situación ha cambiado.

El volumen de la industria de ga­seosas ha caído durante 10 años con­secutivos a medida que los estado­unidenses han reducido su consumo de bebidas azucaradas. Las ventas en los mercados internacionales como China, Brasil y Rusia, se han desace­lerado o revertido con respecto del año pasado. El consumo de la gaseo­sa cayó en México después de que el gobierno implementó en enero un impuesto a las bebidas azucaradas.

Kent atribuye el bajón principal­mente a la debilidad del consumo y la volatilidad económica en buena parte del mundo. “No veo que esto vaya a mejorar de la noche a la maña­na. Es la nueva normalidad”, afirmó el martes en una teleconferencia.

En tanto, el problema actual de IBM fue su solución de hace dos dé­cadas, cuando incursionó en los ser­vicios y se alejó del hardware como parte de una transformación que salvó al conglomerado. Pero hoy, los clientes están eligiendo cada vez más servicios más sencillos y el software y el poder computacio­nal se alquilan por Internet.

IBM se encuentra en ese segmen­to, pero la transición implica menos trabajo para las legiones de consul­tores de la empresa y el nuevo nego­cio de computación en la nube no es lo suficientemente grande para com­pensar la caída de otros negocios.
IBM, en todo caso, sigue ge­nerando mucho efectivo —casi US$11.000 millones de sus opera­ciones en los primeros nueve me­ses de este año— lo que le ofrece la artillería necesaria para realizar otra transformación importante.

Sydney Finkelstein, profesor de estrategia y liderazgo en la Escue­la de Negocios Tuck de Dartmouth College, dice que hoy en día las blue chips enfrentan retos difíci­les, como la globalización, el rápi­do cambio tecnológico y las opera­ciones complejas. “Son demasiado grandes para prosperar en este mo­mento”, dice Finkelstein. “El tama­ño es una ventaja, hasta que se con­vierte en una desventaja”.