18/04/2024
01:06 PM

Se acelera la carrera de los plaguicidas orgánicos

  • 22 octubre 2014 /

Fabricantes de semillas y pes­ticidas están in­virtiendo mucho dinero para desa­rrollar nuevos productos que incor­poren organismos como bacterias y pequeños hongos.

Nueva York, Estados Unidos.

Camino de una conferencia en Orlando, Florida, Brian Vande Berg detenía su auto alquilado cada 10 mi­nutos para caminar a lo largo de pla­yas y pastizales, y de vez en cuando recoger muestras de tierra en peque­ños contenedores plásticos. Su obje­tivo: los organismos microscópicos que viven en el suelo y que las compa­ñías agrícolas consideran una nueva frontera para proteger los cultivos.

Fabricantes de semillas y pes­ticidas como BASF SE, DuPont Co., Bayer AG y Monsanto Co. están in­virtiendo mucho dinero para desa­rrollar nuevos productos que incor­poren organismos como bacterias y pequeños hongos que, según eje­cutivos, pueden ayudar al maíz, la soya y otras plantas a repeler pestes y crecer más rápido.

Vande Berg, un director de in­vestigación y desarrollo en la divi­sión CropScience de Bayer, partici­pa de una búsqueda que se extiende y que ha llevado a investigadores a rincones remotos de Estados Unidos, hurgando en la cuenca de arroyos secos y en montículos de composta en busca de microorga­nismos diminutos. Las empresas buscan recubrir la parte exterior de las semillas con ese tipo de mi­crobios benéficos, y en otros casos, esparcirlos sobre las plantas.

La iniciativa refleja un esfuerzo por parte de las empresas agríco­las por diversificarse más allá de pesticidas químicos sintéticos, en medio de un escrutinio creciente de reguladores y consumidores. Los pesticidas y otros productos que incorporan microbios suelen ser presentados con más rapidez que los insecticidas y productos contra malezas químicos que son fabricados por el hombre, que han generado un escrutinio profundo de los reguladores de EE.UU. en los últimos años, debido a preocu­paciones sobre el medioambiente planteadas por consumidores, acti­vistas y agricultores orgánicos.

“Hay muchas cosas que pueden hacer (los productos basados en mi­crobios) para las que hoy acudimos a la química sintética”, sostuvo Paul Schickler, presidente de Pioneer, la unidad de semillas de DuPont.

Los microorganismos han sido usados en pequeñas cantidades durante décadas en la agricultu­ra, principalmente para recubrir soya y otras legumbres para que absorban mejor nutrientes y com­batan los hongos. Ahora, las em­presas afirman que los avances en la tecnología de análisis genéticos y las prácticas de cultivo les per­miten encontrar y desarrollar nue­vos microorganismos que puedan realizar funciones mucho más am­plias, como proteger cultivos ante más enfermedades y pestes, o mi­tigar los daños de la sequía.

“El diagnóstico por ADN hoy brinda un nivel de entendimiento que no existía hace cinco o 10 años”, dijo Robert Fraley, director general de tecnología de Monsanto.

Monsanto y sus rivales durante casi 20 años han vendido semillas genéticamente modificadas para cultivos como maíz y algodón. Se empalman en rasgos de otros orga­nismos que les permiten a las semi­llas producir proteínas que matan insectos y soportar los sprays quí­micos que venden las firmas.

Incorporar organismos microscó­picos útiles como bacterias y hongos representa un enfoque distinto, ya que los alienta a vivir sobre las super­ficies de las plantas, y ayuda a estas a absorber nutrientes y a defenderse contra insectos y enfermedades.

Los productos a base de micro­bios enfrentan escepticismo de al­gunos medioambientalistas. Pero debido a que no dependen de inge­niería genética o químicos fabrica­dos por el hombre, los productos pueden ser usados para producir alimentos orgánicos y naturales. Las reglas del Departamento de Agricultura de EE.UU. prohíben que los productos orgánicos contengan organismos genéticamente modifi­cados, u OGM, pero permiten el uso de bacterias que se presentan natu­ralmente en cultivos orgánicos.

El apetito de los consumido­res por opciones más saludables y amigables con el medio ambiente ha convertido a lo orgánico en una estrella de la industria alimentaria. Una cantidad pequeña pero cre­ciente de fabricantes de alimen­tos han comenzado a marginar los OGM de algunos productos.

Los pesticidas biológicos, in­cluidos productos basados en bac­terias, registran ventas anuales de unos US$2.000 millones, o 4% de los US$54.000 millones en ventas globales de sprays químicos, según estimaciones de la industria.

Los consumidores y grupos de defensa también están sonando alarmas sobre el impacto que tie­nen sobre el ambiente los quími­cos para cultivos fabricados por el hombre, que dominan el mer­cado. Eso podría ayudar a impul­sar las ventas de bio-pesticidas a US$5.000 millones, o alrededor de 10% del mercado proyectado, para fines de la década, según Michael Cox, analista de Piper Jaffray.

Los productos también podrían ser atractivos para productores agrícolas que exportan cultivos a países que restringen el uso de pes­ticidas sintéticos, indicó Sara Ol­son, analista agrícola de la firma de asesoría Lux Research Inc.

Encontrar microorganismos be­néficos es como buscar una aguja en un pajar. Unos 50.000 millones de microbios viven en una cucharada de tierra. DuPont está construyendo dos laboratorios de investigación en EE.UU. que ayudarán a desarrollar pesticidas orgánicos. Monsanto pla­nea casi triplicar sus esfuerzos de in­vestigación de microbios en 2015.

Analistas dicen que no queda claro si las firmas tendrán el mismo éxito con avances científicos con microbios como con semillas OGM y sprays químicos. Los ecologistas advierten que un despliegue masi­vo de microorganismos en campos de cultivos podría fomentar pestes para desarrollar con más rapidez re­sistencia a ataques de bacterias, lo que podría producir malezas e insec­tos aún más resistentes.