24/04/2024
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La volatilidad deja en ascuas a los mercados

  • 19 octubre 2014 /

El Dow Jones subió 263 pun­tos el viernes para cerrar en 16.380,41 unidades, una caída de apenas 163,69 puntos.

Nueva York, Estados Unidos.

Las acciones estadounidenses cerraron a tambor batiente una se­mana repleta de dudas e inestabi­lidad, pero algunos gestores de di­nero advierten que los problemas de fondo siguen latentes.

Europa corre el riesgo de caer en recesión y China parece acusar una desaceleración. Materias pri­mas como el petróleo y el cobre, combustibles de una economía en crecimiento, exhi­ben los signos de una demanda débil.

Pese al repunte del jueves y el viernes, los contratos a futuro del crudo cerraron a US$82,75 el ba­rril, su cuarto nivel más bajo en lo que va del año. La cotización del cobre, en tanto, quedó apenas 1% por encima de su nivel más bajo del año y acumula un descenso de 35% desde su máximo de 2011.

Bruce McCain, quien ayuda a gestionar más de US$25.000 millo­nes como estratega jefe de inver­sión en Key Private Bank, se reunió con clientes y les pidió comprar acciones de empresas que han sido castigadas como las de Priceline Group Inc., Walt Disney Co., Nike Inc., Qualcomm Inc., MasterCard Inc. y Google Inc. Añadió que estas acciones deberían recuperar su atractivo antes de fin de año y esta es una oportunidad para comprar­las a precio de liquidación.

La ola de ventas, advirtió no obstante, puede seguir. “Tengo la impresión de que el repunte podría durar algunos días como máximo para después extinguirse y podría­mos ver otra caída”, dijo.

Los optimistas, desde luego, no están de acuerdo y resaltan que el vuelco del mercado ha sido significativo, que la econo­mía estadounidense es robusta y que la Reserva Federal mantiene una política de estímulo.

Como prueba de que se aveci­nan tiempos mejores apuntan al dramático vuelco del miércoles, cuando el Promedio Industrial Dow Jones llegó a perder 460 puntos antes de cambiar de rum­bo y borrar casi la totalidad de ese desplome.

El Dow Jones subió 263 pun­tos el viernes para cerrar en 16.380,41 unidades, una caída de apenas 163,69 puntos, es decir 1%, en una semana marcada por las violentas oscilaciones en los precios. El índice está un 5,2% por debajo de su máximo de septiem­bre. En buenas cuentas, las accio­nes no han caído tanto. Un declive de 10% es bastante común en el curso de un año, pero la última vez que ocurrió fue en 2011.

Los bonos del Tesoro de Esta­dos Unidos, el refugio predilec­to de los inversionistas cuando predomina el temor, reflejan tales preocupaciones. Cuando están an­siosos, los inversionistas compran deuda del Tesoro, lo que aumenta los precios y disminuye los rendi­mientos. Pese a un ligero vuelco el jueves y el viernes, los precios de los bonos del Tesoro siguen sien­do muy altos y los rendimientos siguen siendo sumamente bajos. El retorno del bono de referencia a 10 años ascendió a 2,198% en la tarde del viernes, su cierre más bajo desde junio de 2013.

Sin embargo, pocos inversio­nistas han entrado en pánico, por dos motivos.
El primero es que la econo­mía de EE.UU. sigue mostrando señales de fortaleza y el segundo es que la Fed parece decidida a hacer todo lo que esté de su parte para que ello no cambie.

“Nuestra economía no marcha a toda velocidad, pero se está re­cuperando”, dice William Hackney, socio sénior de Atlanta Capital Ma­nagement, que administra cerca de US$18.300 millones en activos. “Hemos presenciado una correc­ción desagradable y leve y creo que probablemente ya pasó o está muy cerca de pasar”, asevera.

Su optimismo fue reforzado por las noticias positivas divulga­das durante la semana. El indica­dor de la Universidad de Michigan del ánimo de los consumidores al­canzó en octubre su mayor nivel en siete años, conforme la mejora del empleo y la caída en los precios de la gasolina compensaron el debili­tamiento de las ventas minoristas y del mercado bursátil.

A su vez, el inicio de construc­ciones superó las previsiones en septiembre y las solicitudes de desempleo en el mismo mes toca­ron su mínimo de 14 años.

Los funcionarios de la Reserva Federal también alzaron la voz para aplacar las dudas del merca­do. James Bullard, presidente del Banco de la Reserva Federal de St. Louis, señaló que el banco central debería considerar una extensión de su programa de compra de bonos al que contempla poner fin este mes. Bullard reconoció estar preocupado por las bajas expec­tativas de inflación, medidas por los bajos precios que los inversio­nistas pagan por bonos que los protegen de la inflación.

Una inflación baja sería, en tiempos normales, algo positi­vo, pero lo que ahora preocupa a los bancos centrales de los paí­ses desarrollados no es un brote inflacionario, sino una deflación global y una recesión.

Los inversionistas acogen las políticas de estímulo monetario con los brazos abiertos, porque la mayor parte de estos fondos llegan a los mercados financieros e impul­san los precios de los activos. A los analistas, no obstante, les preocupa que el daño provocado por las últi­mas caídas demore en repararse.

Robert Sluymer, estratega técnico de RBC Capital Markets, subraya que el impacto es mayor del que sugieren los grandes indi­cadores. Las acciones de empre­sas expuestas a la desaceleración global han sido vapuleadas, en especial las de energía.

De las 118 energéticas en el ín­dice Russell 2000 de empresas de baja capitalización, tres cuartas partes han caído 30% o más, indica. Puesto que el daño ha sido exten­dido, “es prematuro concluir que el alza es sostenible”, dijo.