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Ganadores y perdedores con la caída del crudo

  • 15 octubre 2014 /

Países cuyas economías tienen una fuerte dependencia del petró­leo, como Rusia, Irán y Venezuela, ya sienten el impacto.

Nueva York, Estados Unidos.

La sobreoferta mundial de petró­leo y una demanda que no crece al mismo ritmo han mantenido la ten­dencia descendente de los precios del petróleo, que el miércoles llega­ron a sus niveles más bajos de los úl­timos cuatro meses tanto en el Brent, el valor de referencia global, como el West Texas Intermediate, el referen­te en el mercado estadounidense.

Una demanda global debilitada por el estancamiento económico de la zona euro y la desaceleración de China y otras economías emergen­tes se han combinado con una ola de crudo que proviene principal­mente de la nueva producción de Estados Unidos para amenazar la estabilidad de algunos países y lanzar un salvavidas económico a otros. Con el WTI que ayer cerró a US$81,78 en Nueva York (llegó a caer hasta US$80,01) y el Brent a US$83,789 (el más bajo desde no­viembre de 2010), algunos analis­tas predicen que el WTI caerá hasta US$72 por barril.

Países cuyas economías tienen una fuerte dependencia del petró­leo, como Rusia, Irán y Venezuela, ya sienten el impacto. La demanda está estancada y la Agencia Internacio­nal de Energía proyectó la semana pasada que la demanda de petróleo durante este año crecerá a su menor nivel en cinco años.

Sin embargo, la producción de petróleo sigue en un nivel alto. En EE.UU., la fracturación hidráulica ha desatado un nuevo torrente de crudo que inunda el mercado. Se prevé que la producción de EE.UU. vuelva a aumentar este año, seña­la Ed Morse, director global de in­vestigación de materias primas de Citigroup Inc. Los menores precios, sin embargo, podrían desacelerar el crecimiento del año próximo.

La Organización de Países Ex­portadores de Petróleo (OPEP), que controla alrededor de un tercio del suministro global, no se ha mostra­do dispuesta a reducir la produc­ción. Arabia Saudita desea conser­var su cuota de mercado aunque eso signifique precios más bajos, una postura polémica abordada el martes en una inusual carta públi­ca del príncipe y célebre inversio­nista saudita Al-Waleed bin Talal al ministro de Petróleo del reino. Irán dio señales de que también acepta­ría precios menores.

Las posibles consecuencias eco­nómicas y sociales varían en todo el mundo. Algunos economistas advierten que, aunque la caída en el precio del combustible deja más dinero en los bolsillos de las perso­nas y por ende apuntala el consumo, el impacto sobre EE.UU. y Europa puede ser negativo puesto que una de las mayores razones detrás de la caída del crudo es el enfriamiento de la economía global. “Si no tenemos mercados a los cuales vender nues­tras exportaciones, eso arrastrará la economía aunque los consumidores tengan un poco más tras comprar gasolina”, señala James Hamilton, profesor de Economía de la Univer­sidad de California en San Diego.

Las economías de países que im­portan energía, como Japón, Corea del Sur y Taiwán, probablemente se beneficiarán aunque la caída en los precios del crudo se revierta antes de lo previsto.

Hasta hace poco, los precios del crudo seguían altos a pesar del au­mento en el suministro debido a que guerras y conflictos civiles pertur­baban el mercado. Ahora, “hay una abundancia de riesgo geopolítico, pero hay una abundancia de petró­leo aún mayor”, afirma Daniel Yer­gin, vicepresidente de investigación de la consultora IHS Inc.

Las semillas de la sobreoferta se plantaron hace poco más de una década en el norte de Texas, EE.UU., cuando empresas estadounidenses fueron las primeras en emplear técnicas de perforación horizontal combinadas con tecnología de frac­turación hidráulica. El resultado fue extraer petróleo y gas de rocas que antes se consideraban inservibles.

La producción petrolera de EE.UU. ha subido 56% desde 2004, el equivalente a bombear 1,3 millo­nes de barriles adicionales al día a la producción petrolera habitual del país, procedente de yacimien­tos tradicionales. Rex Tillerson, presidente de la junta directiva de Exxon Mobil Corp., declaró la se­mana pasada que EE.UU. y Canadá han ingresado en una “nueva era de abundancia energética”.

Las disputas al interior de la OPEP se podrían intensificar si los precios siguen en baja, puesto que algunos miembros quieren bombear más para mantener sus ingresos. Un reciente informe de Deutsche Bank calcula que Venezuela necesita que los precios superen los US$120 el ba­rril para equilibrar su presupuesto. El presupuesto de Angola, en tanto, contempla un barril a US$98.

China ha aumentado de forma constante su dependencia del cru­do extranjero. Más de 61% del cru­do que consume será importado el año próximo, según estimaciones oficiales. La baja del petróleo coin­cide con la desaceleración del cre­cimiento económico chino. El pe­tróleo más barato podría ayudar a reducir los costos de producción en una amplia gama de sectores y con­tener la inflación. India, que impor­ta 75% de la energía que consume, también se beneficiaría.

No es el caso de Venezuela, don­de el gobierno de Nicolás Maduro hace frente a una moneda al borde del colapso y la escasez de pañales, papel higiénico, medicinas, autopar­tes y otros bienes.

El país ya sufría una escasez de divisas debido al elevado gasto fis­cal y otros problemas. Cuando los precios del petróleo bordeaban los US$100 el barril este año, los vene­zolanos salieron a las calles a pro­testar por la escasez y lo que mu­chos líderes de las manifestaciones llamaron el mal manejo de la eco­nomía por parte del gobierno. “Los precios del crudo venezolano están altos desde hace varios años, y el país aún tiene problemas para pa­gar su deuda a esos precios”, resal­ta Russ Dallen, socio de la firma de corretaje de Caracas, Capital Mar­kets. Asdrubal Oliveros, director de la consultora Ecoanalítica dijo que Venezuela tiene pocas opcio­nes. “Los venezolanos pueden ha­cer todo el ruido que quieran en la OPEP, pero la que manda es Arabia Saudita”, observó. El banco central y el ministerio de Finanzas de Ve­nezuela no respondieron a pedidos de comentarios.

El presidente ruso Vladimir Pu­tin reconoció la semana pasada que el presupuesto nacional está “bajo presión”. Cerca de la mitad de los ingresos del gobierno provienen del crudo y el gas. El banco central ya trabaja en lo que denomina un “esce­nario de shock” en el que los precios lleguen a US$60 el barril.

La caída de los precios obligará, en algún momento, a las empresas y los países a reducir la producción, predicen los analistas. Si el rebote de los precios es lento, podría perju­dicar a grandes petroleras occiden­tales. Cualquier caída sostenida po­dría significar que estas empresas se vean forzadas a recortar los gastos en desarrollo.