23/04/2024
10:49 AM

El plan familiar para transformar la energía solar

Los primos y socios Elon Musk y Lyndon Rive, de Tesla y SolarCity, invierten en una ‘gigafábrica’ de baterías.

Nueva York, Estados Unidos.

Elon Musk y su primo Lyndon Rive siempre han tenido una rela­ción cercana. Sus madres son ge­melas, y los niños crecieron juntos. “Nos conocemos desde que tene­mos consciencia”, contó Musk, al hablar ante un panel esta semana en una conferencia privada en Nue­va York.

Hay un afecto obvio, casi fra­ternal entre ambos. Musk afirma que Rive “es un tipo maravilloso y realmente trabajador y motivado, y puedes confiarle lo que sea”. Rive cuenta la historia del viaje al festival Burning Man en 2004 cuando Musk le dijo que su próximo emprendi­miento debería ser en energía so­lar. Asevera que cuando Musk le indica en qué áreas aventurarse a continuación, él lo hace.

Su cercanía continúa, y si Musk y Rive pueden concretar su visión compartida, el resultado será una transformación de la infraestruc­tura energética mundial, o al me­nos de Estados Unidos.

Las empresas que dirigen —Tes­la Motors Inc. y el proveedor de sis­temas de energía solar SolarCity Corp.— son muy compatibles. No se trata sólo de un producto del pa­rentesco de sus fundadores, sino que también es una consecuencia de que Musk sea miembro del di­rectorio de SolarCity y su mayor accionista individual.

Tesla fabrica autos pero también —en un futuro no muy lejano— pro­ducirá baterías. Muchas. Tesla está construyendo una “gigafábrica” de US$5.000 millones en el estado de Nevada, EE.UU., para producir bate­rías, tan grande que, según Musk, su­perará la actual capacidad mundial de manufactura de baterías de iones de litio, la mayoría de las cuales se usan en teléfonos, tabletas, laptops y otros aparatos móviles.

En la conferencia el miércoles, Musk reveló que una parte de la ca­pacidad de la gigafábrica será re­servada para construir “almacena­miento a escala de red”.

En otras palabras, Tesla conti­nuará con su tradición de fabricar baterías para SolarCity, sólo que a una escala mucho mayor.

Hasta hoy, SolarCity ha vendido baterías de Tesla a un puñado de clientes corporativos y residencia­les. El razonamiento es simple: el sol no brilla siempre, así que la me­jor forma de administrar la energía solar en un lugar es ahorrarla para los días nublados y las noches.

Los ingresos de SolarCity han crecido 100% al año desde que fue fundada en 2006, y Rive sostiene que su meta es mantener ese ritmo por el tiempo que sea posible. Para eso, SolarCity anunció en junio la compra de Silevo, un fabricante de paneles solares, con sede en Silicon Valley, que según Rive es capaz de producir a escala los paneles solares más eficientes del mercado.

Musk afirmó que, si bien su gi­gafábrica no venderá baterías de almacenamiento de red exclusiva­mente a SolarCity, las conversa­ciones con la empresa son “nues­tro mejor parámetro para decidir cómo luciría el producto”.

Musk fue aún más lejos, al des­cribir “el producto” como un banco de baterías que “luce bien”, mide unos 10 centímetros de grosor y puede ser montado sobre la pared de la cochera en una casa.

Gracias a las economías de es­cala que brindará la gigafábrica de Tesla, dentro de 10 años todos los sistemas solares que venda Solar­City traerán un sistema de almace­namiento de batería, asegura Rive, y además producirá energía más barata que la que ofrece la empre­sa eléctrica local.

Musk también señaló que, en el futuro, cuando un país adopte por completo los autos eléctricos, su consumo de electricidad aumen­tará al doble. Eso podría significar más empresas de electricidad y más líneas de transmisión, o un desplie­gue de energía solar, exactamente del tipo que espera SolarCity.

La capacidad de generación de energía solar de EE.UU. aumen­tó a alrededor de 40% al año, dice Rive. “Así que si haces la cuenta, a un crecimiento de 40%, en 10 años eso es 170 gigavatios al año”, dice Rive. Eso equivale al consumo de electricidad de unos 5 millones de hogares, que sigue siendo “no tan­to”, sostiene, cuando se lo compara con la demanda total de electrici­dad. “Es casi un mercado infinito en lo que durarán nuestras vidas”.

Hay una cantidad de barreras casi innumerable para concretar el plan de Musk y Rive. Para Tesla, existe la posibilidad de que una tecnología de baterías superior pudiera llegar al mercado poco después de cons­truir la gigafábrica junto a su socio Panasonic Corp., lo que convertiría su inversión de US$5.000 millones en un emprendimiento obsoleto. Y SolarCity tiene casi el mismo proble­ma con su ambición de construir sus propios paneles solares. Aunque Rive sostiene que la tecnología de Silevo es de “próxima generación” y pue­de competir con los paneles baratos que exporta China al resto del mun­do, está lleno de carcazas de fabri­cantes de paneles solares de EE.UU. que afirmaron que podían hacer lo mismo, incluido Solyndra Inc.

Y si bien esto constituye una amenaza para los accionistas más que para sus objetivos, también está el riesgo de que Musk encuen­tre otras rutas más eficientes para alcanzar sus metas, que incluyen que el mundo adopte el transporte eléctrico y la generación de energía solar lo antes posible.

Por ejemplo, cuando se le pre­guntó si EE.UU. debería o no le­vantar barreras comerciales dise­ñadas para proteger a fabricantes de paneles solares estadouniden­ses, Musk dijo: “Si el gobierno chi­no quiere subsidiar el lanzamiento de la energía solar en EE.UU., está bien, es como que deberíamos estar diciendo ‘gracias’”.

Aunque China representa una importante amenaza para la apues­ta de US$750 millones que hizo So­larCity en Silevo, Rive concuerda con Musk en que no deberían exis­tir barreras al comercio de pane­les solares. “Un impuesto extra a la energía solar simplemente es negativo”, sostiene Rive.

Ese “gran problema” es el cam­bio climático. Y ese es otro punto más en lo que Musk está de acuerdo con su primo.