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Los viajeros venezolanos sufren la retirada de las grandes aerolíneas internacionales

  • 28 agosto 2014 /

La escasez de vuelos está compli­cando vacaciones familiares, viajes de negocios y los planes de evacua­ción de los venezolanos que quieren marcharse del país.

Caracas, Venezuela.

Cuando el Caracas Fútbol Club, equipo profesional de la capital venezolana, viajó para jugar un partido clave en Perú, su difícil rival no fue el único reto. El equipo también tuvo que soportar una ardua travesía de cuatro días, incluyendo cuatro vuelos, una es­cala en la vecina Colombia y un in­cómodo viaje en autobús para cru­zar la frontera.

Al igual que muchos de sus com­patriotas, los jugadores simple­mente no pudieron encontrar un vuelo que los llevara hacia donde querían ir.

El equipo de 20 personas fue víc­tima de una disputa de larga data entre las aerolíneas internacionales y el gobierno izquierdista de Nicolás Maduro. Ante un gobierno corto de efectivo que se ha negado a liberar US$3.800 millones de ingresos por pasajes de avión debido a estrictos controles de divisas, desde enero las líneas aéreas han reducido a la mitad sus servicios a Venezuela, lo que suma otro nivel de frustración a la vida diaria en este país.

La escasez de vuelos está compli­cando vacaciones familiares, viajes de negocios y los planes de evacua­ción de los venezolanos que quieren marcharse del país, azotado por una inflación de 60%, delitos, escasez de alimentos y perspectivas laborales en descenso. Steve H. Hanke, profe­sor de economía de la Universidad John Hopkins, dice que Venezuela encabeza su “índice de miseria”, que toma en cuenta inflación, des­empleo, estancamiento económico y otros factores en 89 países.

“En Venezuela, uno tiene la sen­sación de que no puede salir”, ex­presa Virginia Hernández, una ve­nezolana que estudia ortodoncia en Argentina. Durante un viaje recien­te a Caracas para ver a su familia, terminó a la deriva. La aerolínea estatal venezolana Conviasa no te­nía un avión disponible para volar su ruta programada de Caracas a Buenos Aires, y otros operadores que viajan a Argentina habían ago­tado sus vuelos.

“El domingo nos dijeron que re­gresáramos el lunes. Después nos dijeron que volviéramos a consul­tar el martes y después el miérco­les”, cuenta Hernández, que perdió varios días de clases antes de en­contrar un boleto en otra aerolí­nea. “Fue un desastre. Casi me sen­tí avergonzada de que este sea mi país de origen”.

Según Datanálisis, una empre­sa de encuestas de Caracas, uno de cada 10 ciudadanos —la mayo­ría venezolanos de clase media y alta de entre 18 y 35 años— bus­ca abandonar el país, más del do­ble de las personas que buscaban emigrar en 2002, un año marcado por un fallido intento de golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez y una paralizante huelga del sector petrolero.
Maduro culpa por los problemas del país a una “guerra económica” encabezada por capitalistas codicio­sos que intentan derrocar a su go­bierno. “Han pretendido una gue­rrita para quitarnos los vuelos al exterior”, dijo durante un mensaje reciente por televisión. “Yo les he hablado muy claro a las empresas es­tas de servicio aéreo internacional: empresa que se vaya de Venezuela o chantajea a Venezuela, empresa que no vuelve”, advirtió, y prometió que “las sustituiremos más rápido de lo que ustedes creen”.

Pero a pesar de varios meses de diálogo sobre el dinero que Vene­zuela les debe a las aerolíneas, se han logrado pocos avances. Alrede­dor de dos tercios de las 24 líneas aéreas perjudicadas, incluyendo las que tienen más dinero atrapa­do en Venezuela, no han llegado a un acuerdo de pago con el Estado, apunta Jason Sinclair, un vocero de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo. Y las que han alcanzado acuerdos no tienen ga­rantía de que los fondos serán li­berados, dice.

“El país desafortunadamente se está desconectando de la economía mundial y corre el riesgo de un aisla­miento más profundo”, agrega.
Este mes, el Departamento de Es­tado de Estados Unidos emitió una advertencia que instaba a los viaje­ros con destino a Venezuela a que tomaran precauciones conforme los vuelos en declive dejaban a algunas personas atoradas allí. Empresas como Delta Air Lines Inc., Ameri­can Airlines y Lufthansa han redu­cido drásticamente la capacidad de pasajeros y ofrecen sólo una peque­ña cantidad de boletos en la moneda local, el bolívar, cuyo valor se ha des­plomado en el mercado negro. Este año, Air Canada ya había suspendido por completo su servicio.

Los vuelos que quedan son de­masiado caros para muchos vene­zolanos, pues los pasajes de clase turista a Nueva York fácilmente superan los US$3.000, seis veces más que hace un año, incluso cuan­do son comprados con meses de anticipación.
Las agencias de viaje están sa­turadas de solicitudes pero tienen que decirles a los clientes que ya no les quedan boletos que vender. Algunos viajeros se tienen que con­formar con tomar el autobús, lo que ha provocado que los viajes a Lima, Perú, un trayecto de cinco días, es­tén repletos de venezolanos de clase media que solían volar.

En medio de los problemas, el Ministerio de Turismo lanzó una campaña para promover los viajes utilizando un entusiasta personaje adolescente de caricatura llamado “Cheverito”. Con morral en mano, se pasea por todo el país con una sonrisa de oreja a oreja, motivando a los habitantes locales a visitar las maravillas naturales “chéveres” de Venezuela.

Pero la figura animada, que sale en la televisión estatal, se convir­tió rápidamente en el blanco de burlas de algunos en las redes so­ciales. Crearon afiches que coloca­ban a Cheverito en situaciones que calificaron de más probables, cómo ser asaltado con una pistola y cami­nar al lado de montañas de basura no recolectada.
Muchos venezolanos se quieren ir del país pero simplemente no pue­den. Los boletos aéreos para viajes cortos a otros centros de transporte en la región, como Panamá o Bogo­tá, son difíciles de conseguir.

Para peor, los rígidos controles de divisas implican que los venezo­lanos tienen acceso a sólo US$400 al año, lo que hace casi imposible pa­gar los altos precios que exigen las aerolíneas por boletos en Internet.
“Casi todos mis amigos se quie­ren ir por la situación económica en este país y por el tema de segu­ridad”, afirma Roberto Villarroel, un estudiante universitario de 19 años que quiere mudarse a Argen­tina. “Aún sigo buscando un ticket. Los precios suben cada día”.

Algunos venezolanos, en espe­cial los adinerados, están pagan­do lo que sea necesario para salir del país.
Rafael Larrazábal, un empresa­rio de 44 años, sólo pudo encontrar boletos de primera clase en Delta y los compró con meses de anticipa­ción. Recientemente, él, su esposa y sus dos niños se subieron a un vuelo hacia Atlanta y luego a Berlín, donde planean comenzar de nuevo.

Para el Caracas Fútbol Club, la falta de vuelos ha transformado su calificación a la Copa Sudame­ricana en una pesadilla logística. Pedro Ricardo Maio, vocero del equipo, dice que ha comenzado a inquietarse sobre cómo llevar a los jugadores desde Caracas a partidos en el sur del continente.
“Incluso si superamos la primera etapa, tendremos el mismo proble­ma”, asevera. “No será fácil”.