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Una batalla inmobiliaria en países emergentes

  • 19 agosto 2014 /

Dos fondos, del magnate Sam Zell y su ex socio, buscan oportunidades en América Latina y otras regiones.

Nueva York, Estados Unidos.

Desde que se separaron en ma­los términos hace dos años, Sam Zell y su ex socio Gary Garrabrant se mantuvieron distanciados.
Ahora, se preparan para enfren­tarse en un terreno que en su mo­mento conquistaron juntos: los bie­nes raíces en mercados emergentes. Ambos están creando fondos para comprar participaciones en firmas de propiedades en América Lati­na, China e India, según personas al tanto de los planes.

Garrabrant, quien renunció de forma abrupta a la presidencia eje­cutiva de Equity International en 2012, planea reunir hasta US$1.000 millones para un fondo en su nue­va firma, Jaguar Growth Partners. Zell, el multimillonario que presi­de la junta de Equity International, busca levantar hasta US$600 millo­nes, según fuentes al tanto.

El campo de batalla es apropia­do. Zell y Garrabrant fueron pione­ros en la inversión en bienes raíces en países emergentes hace 15 años, cuando Equity International tuvo grandes éxitos en México y Brasil.

La gran pregunta para los poten­ciales inversionistas es quién fue el responsable de las ganancias pre­vias en la firma que cofundaron: ¿Zell o Garrabrant? La gente que los conoce dice que ambos intentan capitalizar ese antecedente.
Zell, de 72 años, ya llevaba tres décadas trabajando en bienes raí­ces cuando lanzó, en 1999, Equity International junto a Garrabrant.

Garrabrant, de 57 años, era uno de los banqueros de Zell en Che­mical Bank en los años 80, antes de sumarse al grupo de mercados de capital de la firma inmobiliaria de Zell. Mientras estaba allí, ayudó a crear Capital Trust, una empresa de finanzas para bienes raíces que cotizaba en la Bolsa de Nueva York y hace poco fue comprada por Blacks­tone Group LP.

Zell se centraba en el panorama general, al ofrecer ideas macro so­bre cómo identificar las economías de rápido crecimiento adecuadas y reconocer tendencias demográficas que podían ayudar a generar gran­des retornos, según personas que conocen la firma. Sus contactos globales contribuyeron a recaudar capital para los primeros fondos de Equity International. Garrabrant pasó más tiempo en los países, sus­cribiendo acuerdos y como miem­bro de las juntas de las empresas.

“Con Equity International y Sam Zell tienes una firma establecida, pero Gary también es muy buen in­versionista”, dice Steve LeBlanc, so­cio fundador de CapRidge Partners, quien invirtió con Equity Interna­tional cuando supervisó inversiones privadas en el gigantesco fondo de jubilación de maestros de Texas.

Garrabrant y el director estraté­gico de Equity International, Tho­mas McDonald, abandonaron la firma a mediados de 2012 tras un desacuerdo con Zell sobre la remu­neración y temas estratégicos, afir­man fuentes al tanto. Zell no tardó en tomar medidas para calmar a los inversionistas sorprendidos por las partidas, como la contratación de Thomas Heneghan como nuevo pre­sidente ejecutivo.

Garrabrant lanzó un negocio de asesoría de inversiones en el mun­do en desarrollo y esperó que ven­ciera su acuerdo de no competencia (que le impedía trabajar para riva­les). Su nuevo fondo será el primero de Jaguar y puede aceptar dinero de inversionistas de Equity Internatio­nal pero aún no puede pedírselos, según una fuente.

El momento parece ser el indi­cado. Tras cinco años de alzas en los valores de los bienes raíces en Estados Unidos, grandes inversio­nistas temen que los precios hayan alcanzado su máximo y buscan co­locar dinero en otros países.

“Si quiere tener más exposición a los bienes raíces, debería buscar fuera de EE.UU., incluidos los mer­cados emergentes”, afirma Scott Simon, director de inversión de la Asociación de Pensiones de Bom­beros y Policías de Colorado, que gestiona US$4.200 millones.

Además de Equity International y Jaguar Growth, otros que están poniendo la mira en los mercados emergentes son Blackstone Group LP, CBRE Group y Tishman Speyer.

Los fondos de propiedades en mercados emergentes se formali­zaron hace una década, cuando una decena de ellos reunió un total de US$1.400 millones, según la firma de datos Preqin. La cifra llegó a su máximo en 2007, cuando se recau­daron US$32.500 millones antes de que la demanda se derrumbara du­rante el bajón económico mundial. No obstante, estos fondos juntaron más de US$10.000 millones tanto en 2012 como en 2013, y analistas señalan que la cifra debería crecer a largo plazo a medida que los paí­ses en desarrollo fortalecen los de­rechos de propiedad y sus econo­mías maduran.

A mediados de los 90, Zell co­menzó a explorar mercados fuera de EE.UU. e invitó a Garrabrant a sumarse. Viajaron por el mundo en el avión privado de Zell, invir­tiendo en países del ex bloque co­munista como Ucrania y Polonia o cerrando acuerdos en Buenos Aires. Decidieron lanzar Equity Interna­tional juntos para levantar capital para este tipo de inversiones. En lugar de comprar edificios de ofici­nas, hoteles o centros comerciales individuales, Equity International compró participaciones en firmas de bienes raíces.

Como había pocos proveedores de capital para estas pequeñas firmas, Equity Internatio­nal muchas veces pudo negociar el control sin comprar una participa­ción mayoritaria.

Zell y Garrabrant consiguie­ron un éxito temprano en México al comprar Desarrolladora Homex SAB de CV, una constructora de viviendas de propiedad familiar. Homex estaba bien posicionada entre la creciente clase media que compraba viviendas en zonas ru­rales, con el respaldo de políticas hipotecarias del gobierno.

En 2002, Equity Internatio­nal compró una participación de un tercio en la empresa mexicana por US$32 millones y contrató a un nuevo director financiero. Dos años más tarde, ayudó a la firma a salir a bolsa en Nueva York.

Equity International vendió sus acciones entre 2006 y 2008 por US$536 millones, según personas al tanto. La firma se retiró antes de que el gobierno mexicano cambia­ra sus políticas para favorecer la construcción urbana por encima del desarrollo rural. Las ganancias de Homex se evaporaron y este año se acogió a la ley de bancarrota.

Su inversión en el Fondo de Va­lores Inmobiliarios, una firma de edificios de oficinas en América Latina con sede en Venezuela, no tuvo tan buenos resultados. Equi­ty International pagó US$60 millo­nes en 2000 por una participación, pero la firma subestimó la influen­cia del presidente izquierdista Hugo Chávez. El mandatario im­plementó controles de divisas que le impidieron a la empresa cobrar alquileres en dólares, lo que ero­sionó los retornos. Equity Interna­tional vendió su participación por US$40 millones en 2006.

En gene­ral, Equity International logró re­tornos anualizados de más de 20% sobre las inversiones que vendió, según personas al tanto.