San Pedro Sula, Honduras
Un suelo resquebrajado retó a los jóvenes arquitectos Rebeca Chang Ugarte y Francisco Vásquez May a diseñar un proyecto habitacional sostenible.
De la familia-cliente les vino la idea de construir los apartamentos con contenedores y a partir de eso investigaron cómo emplear materiales reciclados sin impactar en los precios de la construcción.
En las indagaciones descubrieron que los contenedores tienen una vida útil de 10 años en el sector marítimo y que después son enviados a depósitos sin ningún uso.
Durante el desarrollo de la obra también decidieron erigirla sobre pilotes para evitar el deterioro del metal.
Los apartamentos están en Santa Ana, una provincia de San José (Costa Rica) a 915 metros sobre el nivel del mar y con temperaturas entre los 18 y 29 grados centígrados.
Como el proyecto significó un proceso de aprendizaje, también trabajaron de cerca con los proveedores de pintura y cuadrillas de construcción.
Asimismo, la estructura cuenta con calentadores solares de agua y un sistema de drenaje que facilita una adecuada filtración y tratamiento de aguas antes de ser drenadas por el suelo.
Las decoraciones son hechas de materiales reciclados, como la lámpara de un CPU.
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El espacio tampoco es una limitante en el interior del apartamento, puesto que en cada rincón aplicaron el ingenio para dar amplitud.
Tras postularse y sin esperarlo, Contenedores Franceschi recibió el Premio Nacional y el Gran Premio de la Bienal Internacional de Arquitectura para el cual fueron evaluados 250 proyectos de arquitectos costarricenses y extranjeros.
La iniciativa es de parte del Colegio de Arquitectos de Costa Rica y por 25 años ha premiado propuestas para el desarrollo de ciudades más justas y sustentables.
La visita a los apartamentos fue parte de las giras técnicas celebradas en el primer Congreso Latinoamericano sobre Sostenibilidad, Ecología y Evolución (SEE), desarrollado hace unos días en Parque Viva (La Guácima, Costa Rica).
Profesionales de todas las ramas, incluyendo a Diario LA PRENSA, fueron testigos de la desvelación de la placa conmemorativa por ser ganadores del primer lugar, la cual está en el patio delantero.
“Estamos muy contentos por haber recibido este premio. Es un lugar pequeño, pero cómodo, en la que no se necesita más y esa es la filosofía detrás de todo”, dijo Rebeca.
Por su parte, Francisco destacó lo clave que resultó el buen manejo de los recursos aprovechando al máximo todos los materiales disponibles.
“En el sector de Santa Ana el suelo es bastante malo. En verano se hacen grietas y en invierno más bien el agua es absorbida y se hace plastilina. Sin embargo, la familia quería aprovechar el espacio para hacer apartamentos”, añadió el arquitecto.