18/04/2024
11:29 PM

Falacias y engaños

“Se han tenido que suspender las cirugías electivas para cubrir las de emergencia, las salas están colapsadas, las camas son insuficientes y el personal no se da abasto. Pero la ley se cumple tal y como lo han indicado las autoridades del Ihnfa”, es lo dicho por un médico del hospital Mario Rivas. Colapsar (del lat. collapsus, part. pas. de collbi, caer, arruinarse) en principio significa destrucción, ruina de una institución, sistema, estructura, etc. También es la paralización a que pueden llegar el tráfico y otras actividades. En medicina se dice que colapso es el estado de postración extrema y baja tensión sanguínea, con insuficiencia circulatoria. Ninguna de estas acepciones va en sintonía con el ejemplo escrito arriba. Es posible que el hospital sí pueda paralizar sus servicios por falta de dinero y en este caso se diría que ha “colapsado”. Colapsar no es sinónimo de saturar, que es lo que sucede en estas salas del nosocomio más grande de la costa norte de Honduras; pero eso no quiere decir que ese dispensario deje de funcionar. Tampoco se puede afirmar que colapso es un término clínico exclusivo, pues más bien es una metáfora adquirida por el lenguaje médico.

El empleo continuo hace que ciertas palabras se usen indistintamente para un solo significado. “Estás afuera de la ciudad” o “estás fuera de la ciudad” en la práctica significan la misma cosa, es decir, fuera y afuera son sinónimos aprobados por la mayoría de hablantes; sin embargo, estos dos adverbios, aunque tienen una afinidad muy cercana, no significan lo mismo. “Voy afuera de la ciudad”, “Juan trabaja afuera de la su casa” son oraciones en las que “afuera” actúa como adverbio de lugar que modifica al verbo cuando este expresa movimiento. En cambio, en “Carlos vive fuera de la ciudad” es correcto el uso de “fuera” porque “vivir” no es verbo de movimiento. Lo mismo ocurre con “adonde” y “donde”. “adonde” como relativo se refiere siempre a un antecedente, es decir, a un nombre anterior: “Conocí la universidad adonde estudió Jorge”; en este ejemplo, el antecedente es “universidad”. Pero si no hay antecedente, caben dos posibilidades: “Vas a donde nadie desea ir” o “Vas donde nadie desea ir”; ambos son correctos. Si se trata de un enunciado que tenga sentido interrogativo o exclamativo (ya sea con o sin signos de interrogación o exclamación), llevará tilde en la “o”; se aclara que el adverbio “adonde” como pregunta siempre tendrá un consiguiente verbal de movimiento: ¿Adónde estudia? Si modifica a un verbo de estado, irá sin “a”: “Ya sé dónde está enterrado”. Luego, es agramatical la expresión -por ejemplo- “¿Adónde descansa Carolina?, lo correcto es “¿Dónde descansa Carolina?”, ya que descansar no es verbo de movimiento.

Si enamoramos a una mujer con engaños, quizá la hagamos feliz o infeliz, pues en el transcurso de la vida tal vez hagamos cosas mejores de las mentiras con las que conquistamos el corazón de las que ahora son nuestras esposas (en la guerra y en el amor todo se vale). Pero también se puede engañar, mentir, falsear, con fines nocivos; es aquí adonde llegan las famosas “falacias”, como las que aplica un “sapo” en los trabajos, sabiendo incluso que su jefe no le dará nada por los malos informes de sus compañeros. Los políticos mienten, pero su fin no es causar daño (muchas veces lo provocan no deliberadamente), sino sacar provecho de la res pública, por lo que no dicen falacias. En consecuencia, mentira y engaño no siempre son falacias.