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Rodrygo, el nuevo 'Neymar' que le costó una millonada al Real Madrid

  • 15 junio 2018 /

Cuentan que Rodrigo comenzó a patear el balón a los ocho meses. En partido sub-17 metió seis goles. Es precoz.

SAO PAULO, BRASIL

Siguiendo el paso de Pelé, Robinho y Neymar, ahora Rodrygo Silva de Goes es el nuevo diamante del Santos brasileño, un joven extremo de tan solo 17 años que ya ha roto varios récords de precocidad y que este viernes certificó su fichaje por el Real Madrid por una millonada.

Nacido en Osasco, en el estado de Sao Paulo, Rodrygo llegó al Santos en 2011 tras un breve y fugaz paso por la base del Sao Paulo, pero se incorporó al equipo de fútbol sala, donde también se formó la actual estrella del París Saint-Germain y de la Canarinha, Neymar.

Fue en esa disciplina donde empezó a destacar y a marcar goles con una facilidad pasmosa.

La precocidad marca su vida desde el inicio. A los ocho meses comenzó a andar y chutar a la bola, según afirmó en una entrevista, y a los once ya era objeto de entrevistas en la televisión nacional y consiguió el apoyo de la empresa estadounidense Nike.

Su familia también creció con el fútbol, pues su padre Eric Goes, fue lateral derecho en varios clubes brasileños como Oeste, Linense, Mirassol, Criciúma, Ceará y Guaraní, hasta que a los 32 años decidió colgar las botas para centrarse en la carrera de su hijo, al que tuvo con 16 años.

'Yo juego mejor que él', bromeaba entonces Rodrygo.

La evolución de Rodrygo fue meteórica en las bases del Santos. En el Campeonato Paulista Sub '17 llegó a marcar seis goles en un único partido, lo que le valió para ganarse un lugar en la selección brasileña de su categoría.

El debut con el primer equipo llegó el 4 de noviembre de 2017 con todavía 16 años de edad y a los cinco meses ya era titular indiscutible en las alineaciones del técnico Jair Ventura, que le dio libertad sobre el césped partiendo desde la izquierda.

Foto: La Prensa

Rodrigo era objeto de los deseos de grandes clubes en Europa. El Madrid ganó la batalla. Foto EFE.
En otro récord más, el atacante se convirtió, a los 17 años, en el jugador brasileño más joven de la historia en marcar un gol en la Copa Libertadores, la competición de clubes más importante de América.

Sus tantos -es el actual máximo goleador del Santos en la liga brasileña- y regates pronto cruzaron fronteras y empezaron a retumbar en los despachos de los equipos más potentes del fútbol europeo.

Liverpool, Barcelona, Borussia Dortmund, Bayern Múnich, París Saint-Germain y Real Madrid se interesaron por el chaval, según publicó la prensa brasileña.

Al final, firmó por el Real Madrid en una operación que se estima que se cerró en unos 45 millones de euros, la misma cifra que pagó el año pasado el equipo español por otra de las perlas brasileñas, Vinicius Junior, del Flamengo.

La entidad merengue pagará un poco menos de lo estipulado en la cláusula de rescisión (50 millones de euros) y dejará al delantero en el Santos hasta julio del próximo año, cuando ya habrá alcanzado la mayoría de edad.

Se trata del fichaje de mayor valor jamás negociado por el Santos, muchos más de lo que percibió por el fichaje de Neymar, cuyo traspaso al Barcelona está aún en los tribunales españoles por sospechas de fraude.

'Santos agradece la postura y el profesionalismo del Real Madrid en todo el proceso, así como a la familia y a los representantes del jugador que buscaron una negociación transparente y muy buena para todas las partes', indicó el club en un comunicado oficial.

Durante las negociaciones, que se prolongaron por varias semanas, Rodrygo quiso mantenerse al margen y dejó su futuro en manos de sus padres y empresarios.

'No sé nada en relación a eso. Yo estoy centrado en el Santos, voy a continuar haciendo mi trabajo aquí. En este momento, solo pienso en el Santos', dijo en una rueda de prensa el pasado 5 de junio.

De complexión delgada y algo más de 1,70 metros de altura, Rodrygo fue educado para mantener siempre un perfil humilde, tanto es así que su madre, Denise, le colgó en la puerta de su cuarto cuando era pequeño una serie de 'mandamientos' de comportamiento.

Entre ellos, 'prohibido creerse mejor que los compañeros' (con la palabra 'mejor' escrita en rojo) y 'dejar al árbitro pitar al sufrir una falta'.

Su ambición no tiene límites y entre ceja y ceja tiene un objetivo claro que ya le desveló a su padre cuando tenía cinco años: 'Un día voy a ser el mejor del mundo'.