25/04/2024
02:29 AM

En el Olimpia hacen borrón y cuenta nueva

  • 26 julio 2013 /

Erick Andino, Irvin Reyna y Frank Arévalo han dejado atrás la etapa de lesiones y se enfocan en ser titulares.

En las últimas temporadas, Olimpia ha sido tocado por graves lesiones en tres de sus jugadores, pero ellos han mostrado la fortaleza y la convicción para no bajar la cabeza, continuar de pie y seguir haciendo lo que más disfrutan: jugar fútbol.

Erick Andino, Irvin Reina y Frank Arévalo son la mejor muestra de que “cuando se quiere, se puede”, ya que, pese a vivir auténticas pesadillas con la temible lesión de ligamento cruzado, tuvieron la valentía para no olvidar sus sueños.

“Hemos tenido momentos complicados porque me operaron las dos rodillas de la peor lesión. Uno queda bastante afectado mentalmente porque yo venía de jugar todo el campeonato en Victoria, regresé a Olimpia motivado y me lesioné. Es duro, pero gracias a Dios hemos tenido el valor y la fuerza suficiente para afrontar esto de la mejor manera”.

Claro, no es para menos. Erick Andino -aquel delantero que con su olfato goleador sorprendió a todo Honduras a sus 17 años- sabe que ha tenido una carrera infortunada, pero nunca ha dudado en la búsqueda de sus objetivos.

“No, para nada, nunca pensé en retirarme. Mi esposa, mis hijos y mi mamá siempre me estuvieron apoyando y creo que ese apoyo de mi familia ha sido fundamental, así como el aliento de mis compañeros, como Irvin, que también tuvo la lesión de las dos rodillas”, dice el ahora volante Andino.

Irvin entró en escena para contar: “Definitivamente para mí lo más duro han sido las lesiones, pero tengo que confesarle que eso me ayudó a ser más maduro”.

Como si hubiese sido ayer, el contención Reina tiene muy presentes las ideas que le pasaron por la mente cuando vio que, en el Carlos Miranda de Comayagua, su rodilla diestra cedía ante la marca del verdolaga Erick Norales.

“Me dijeron que era la peor lesión para un futbolista y la verdad es que lloré muchas noches porque no entendía lo que estaba pasando, pero gracias a Dios mi esposa estaba embarazada, nació mi hija y eso me ayudó bastante a asimilarlo”, cuenta.

Esa vez, lo más duro no fue tanto el dolor físico, sino la pérdida de los Juegos Olímpicos de Beijing en 2008.