Pocos son los jugadores que pueden presumir de haber conseguido el gol de un título en dos equipos diferentes. Por ello el nombre de Alex Geovany Ávila está inscrito con letras de oro en la historia de Liga Nacional.
Real España en el torneo 1988 y Motagua en el 1991-92 no olvidan esos cetros gracias al limeño Ávila Pineda, quien también jugó con Cruz Azul y Pachuca de México.
“Me emociono recordando esas anotaciones”, dijo Alex Geovany, ahora entrenador de niños en Charlotte, Carolina del Norte.
“Lástima que la época en que nos tocó el fútbol no valía mucho, estábamos atados a los equipos”, expresó al tiempo que recordó su paso en el extranjero, “en México me tomaron como de tercera, gané un promedio de cuatro mil dólares mensuales, pero me quedaba menos dinero porque fui engañado: estando allá me tocó pagar renta, transporte y alimentación”.
Fichó ocho meses para el Cruz Azul, pero no pudo debutar debido a que el técnico Ignacio Prieto tuvo preferencia por un compatriota chileno. La revancha la tuvo en el Pachuca, “llegué en la segunda vuelta haciendo siete goles y di cinco pases de gol; pero en esos días el equipo era recién ascendido y desordenado, nada que ver con lo que son hoy”, explicó.
Navidad inolvidable
El delantero le llegó la fama al tope, primero en su amado Real España en duelo con el Olimpia, “era un 24 de diciembre, Flavio Ortega me tenía en la banca, no quería meterme y cuando terminaron los primeros 15 del tiempo extra, (ganaban 1-0, pero necesitaban otro gol) gracias a Dios al uruguayo Rubén Alonso le pegaron calambres, pidió cambio y así ingresé. Faltaban dos minutos para terminar y les regalé el campeonato. El premio fue de mil lempiras, me prometieron muchas cosas, hasta un carro que nunca recibí”.
Con el mismo Flavio le fue peor en el 90 porque vio desde las gradas cómo sus compañeros campeonizaban ante las águilas azules, “porque decía que yo iba para el Motagua, yo sin saber nada de eso, fue un momento duro, me dio tristeza y rencor porque soy España de corazón”.
El destino estaba escrito, se marchó a la capital ganando el mejor salario de su carrera en el país, lejos de aquellos 200 lempiras de su primer salario, con Mon Rodríguez de entrenador.
“Los directivos no creían que podían ser campeones, tenían 13 años de no serlos y lo logramos enfrentando al España. Gané diez mil lempiras de premio y un bono extra porque fue contra mi exequipo”, concluyó.