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Cristiano Ronaldo, un fantasma para intimidar

  • 23 abril 2014 /

A medio gas jugó el portugués del Real Madrid contra el Bayern Múnich en la ida de semifinales de la Champions League.

Madrid, España.

Duda hasta el último instante para ser titular en el partido más importante del curso, Cristiano Ronaldo apareció ante el Bayern de Munich a medio gas, como un fantasma que, sirvió para intimidar a un equipo imponente que perdió pese a sacar su rodillo de la posesión a pasear por el estadio Santiago Bernabéu.

Cristiano no podía ni quería faltar a una cita de relumbrón, de las que hacen historia y por la que todos los futbolistas de los clubes grandes suspiran desde el inicio de cada curso. Cada partido se disputa para jugar uno de este calibre. Paso a paso hay que llegar hasta el duelo cumbre. Por el camino quedan encuentros menos trascendentes que hay que dejar atrás para llegar a uno como el del Bayern de Munich.

El jugador portugués ya se perdió la final de Copa. Su rostro, pese a la victoria contra el Barcelona, era una mezcla de alegría y resignación. No había sido protagonista. Necesitaba serlo y por eso aceleró su recuperación. Tenía que estar sobre el césped del estadio Santiago Bernabéu sí o sí.

Pocos se sorprendieron cuando su nombre sonó por los altavoces en el momento de las alineaciones. Cristiano es insaciable y sin Gareth Bale, en el banquillo por una gripe, su presencia era necesaria para dar miedo a un rival con muy pocas fisuras. Y él lo necesitaba, deseaba sentirse importante.

Sin embargo, pese a todos sus intentos por agradar, no pudo. Su estado físico no es el mejor en estos momentos. Se notó cierto miedo a estropearse del todo, a romperse en un momento cumbre de la temporada. El Real Madrid tenía a un jugador menos para defender. Cristiano sólo estaba para dar algún que otro empujón.

Tardó dieciocho minutos exactos en tocar el primer balón. El dominio abrumador del Bayern en la posesión no daba muchas opciones al luso, que, desesperado, vio como el cuadro de Guardiola dominaba el partido con un noventa por ciento de la posesión.

Era un dato desesperante para un equipo que no hacía otra cosa más que defender. Y lo hacia prácticamente con un futbolista menos porque Cristiano no estaba para eso. Estaba para intimidar, como una especie de Cid Campeador que se abría camino entre los guerreros árabes pese a estar muerto.

Mereció la pena esperar su primera pelota. De ella, nació el gol de Karim Benzema. Pese a que después fallaría una ocasión clarísima, inició la jugada del único tanto del Real Madrid en la primera parte. Con un pase en profundidad a Fabio Coentrao habilitó a su compatriota para que éste asistiera al delantero francés. Un toque un gol: efectividad cien por cien.

Después erraría lo imposible, una de esas ocasiones que nunca suele fallar. Pudo marcar el 2-0 tras un pase de Benzema que le dejó sólo delante de la portería de Manuel Neuer. Ahí se vio que no estaba bien tras mandar la pelota por encima de la portería del Bayern.

La segunda parte la inició con un remate que salvó el portero del Bayern. Después tuvo otra ocasión más, pero esa fue toda su historia en el partido. Rara vez es sustituido y su participación acabó en el minuto 71, cuando Gareth Bale ocupó su hueco.

Recibió una ovación de un público que agradeció un esfuerzo que tal vez fue peligroso. Sólo sirvió para asustar y para que peligrara su recuperación total. Fue un fantasma que intimidó al Bayern de Munich, que perdió ante un equipo en el que Cristiano se la jugó y ganó a los puntos.